Escudriñar en el arca en ocasiones depara sorpresas
de muy diferente signo. Guarda, bajo tres llaves, documentos siempre valiosos para
el concejo, la ciudad y sus ciudadanos. Documentos de muy diversa índole y con
una importancia y valor igualmente diverso y siempre elevado: Libros de
Acuerdos y Cuentas, deslindes de dehesas y montes, padrones y censos, cédulas y
decretos reales… Una copiosa documentación atesorada a lo largo de siglos en la
que poder rastrear y desgranar la vida de Trujillo, su tierra y sus habitantes.
Pero no es el arca lugar de cartas personales y
rara vez encontraremos en ella documentos de tipo epistolar. Con frecuencia, en
las reuniones del concejo se procede a leer correos que dan cuenta a la ciudad
de las novedades de la corte, anuncian nombramientos o trasmiten requerimientos
a la ciudad de autoridades civiles o militares. Son cartas formales, oficiales,
que nada nos dicen de la vida de sus autores. Las otras cartas, las que están llenas
de retazos de tiempo, de momentos y añoranzas, de pedazos de vida, de ilusión o
tristeza no juegan un papel de importancia institucional o económica para el
concejo y la ciudad. Sin embargo, de tiempo en tiempo, entre documentos de uno
y otro tipo, quien se adentra entre estos "viejos papeles" cargados
de historia tiene a veces la sorpresa de encontrar una pequeña nota personal
olvidada entre los folios de un contrato, o una carta que se confundió entre otros
documentos oficiales. Y aún mayor es la sorpresa cuando la riqueza del arca
proporciona una pequeña colección de
cartas personales que nos hacen ver con otros ojos un momento histórico
concreto, que nos permiten acercarnos un poco más a algunos de los
protagonistas de esa otra historia oficial.
El abogado Antonio Julián de Villanueva y Garay
conservó las notas y cartas que desde Arroyo de la Luz, Brozas, Cáceres y la
finca de Magasquilla le remitió el marqués de la Conquista, Jacinto de
Orellana-Pizarro y Contreras. En ellas le encomendaba la realización de
trámites administrativos, el cobro de algunas de las deudas que personas o
instituciones tenían con el marqués, acordar el arrendamiento de algunas de sus
propiedades o trasmitir sus opiniones a algunos de sus conocidos. Nada
especialmente importante ni trascendente si no fuera por el tiempo en el que
fueron escritas estas misivas. Porque el periplo viajero del marqués de la
Conquista estuvo motivado por la guerra. Un conflicto, el de la Guerra de
Independencia, que le llevó a alejarse del peligro que suponía Trujillo: “ayer nos
hemos restituido a esta casa de nuestra peregrinación”, escribía en noviembre
de 1811 desde Arroyo de la Luz, decisión que consideraba acertada “a causa del
mal sistema que han guardado los crueles curros pues no se hoye más que
lamentos, rovos y golpes continuados”.
Tras la muerte de Jacinto de
Orellana-Pizarro el 3 de noviembre de 1814, Antonio Julián de Villanueva siente
que no ha sido recompensado debidamente por los quehaceres que en nombre del
marqués ha realizado “Luego que el Marqués difunto entró en posesión de sus
mayorazgos el año de ochocientos siete” y hasta su fallecimiento. Así, alega,
fueron suyos los escritos y diligencias que realizó “para eximirse al señor
Marqués de ir a el Congreso de Bayona, quando tubo orden de Napoleón”, los tres
recursos que se siguieron en Trujillo, en la Real Audiencia de Cáceres y en la
Capitanía General “sobre haver alojado el correxidor Rivas en las casas de el
señor Marqués a el General francés Rane” o la defensa del marqués que siguió
con el ayuntamiento trujillano de 1812 “sobre haverle despojado de las llaves
de la fortaleza”. Fueron muchas las veces que Villanueva tuvo que desplazarse
al lugar de residencia del marqués, allá donde estuviera y reclamado por él,
acudir allá donde fuera preciso resolver sus asuntos e incluso le acompañaría a
Valencia de Alcántara “a complimentar a el señor Castaños y evaquar allí las
diligencias sobre la exención del señorito don Agustín”. En pago de sus
servicios, que él valoraba en 11.926 reales y 12 mrs., había recibido de
Jacinto de Orellana-Pizarro a lo largo de esos difíciles años algunos cerdos, varios corderos,
algunas varas de tejido, chorizos y morcillas, una chaqueta de paño Zaragoza
que le hicieron en Arroyo a la vuelta de Valencia de Alcántara y algunas
cantidades de dinero. Unos pagos que valorados por Villanueva en 2.457 reales,
le llevaron a reclamar a la marquesa viuda, Bárbara de la Plata Quintano, los
9.469 reales restantes. En 1814, Villanueva y Garay es regidor de la ciudad, pero los años de guerra le
dejaron “reducido
a la situación yndigente (…) con pocos medios para su subsistencia y la de su
familia, habitando en una mansión lóbriga, yndecente y llena de humedades que
hacen más penoso su mal y se agraba el de su muger” [1]. Reclamar
por tanto la abultada deuda que a su parecer le debía satisfacer la marquesa
viuda, debió parecerle una solución a parte de sus males. Se entabla entonces
un pleito entre ambas partes en el que las cartas salen a relucir, porque
Villanueva conservaba muchas de las misivas que Jacinto de Orellana-Pizarro le
había remitido en esos conflictivos años y presenta como prueba de que sus
quehaceres y viajes fueron encargo del marqués 35 cartas que se suman al pleito
y se recogen en él. Y en ellas vemos retazos de unos años difíciles, de preocupaciones
económicas, de salud, de seguridad por los cercanos, y se ve la cercanía de una
relación que la marquesa viuda nunca entendió de trabajo: “iba, benía y se estava el tienpo
que le acomodava; unas veces se le mandava llamar y otras sin esta circunstancia
se presentava a divertirse a jugar al mediator, en cuyo tiempo se tratava de
algunos asuntos de la casa, respondía lo que le parecía, escrivía alguna que
otra carta, sacava apuntaciones de las dehesas y fincas pertenecientes a la
casa”. Y si no fueron trabajos encargados, tampoco los regalos fueron
remuneración a dichos quehaceres: “siempre oyó decir al Marqués que estava
aquél bien recompensado. Que los cerdos y borregos de que abla el segundo
otrosí del referido escrito se le dieron de regalo, como siempre lo ha tenido
la casa de costumbre con todos los sugetos que ha ocupado en demostración de
agradecimiento”.
Hasta 1817 debió esperar Antonio de Villanueva para
ver reconocidas sus exigencias económicas. Y no fueron los 9.469 reales que
reclamó por sus servicios. La Real Audiencia de Extremadura sólo reconoció como
deuda pendiente los 800 reales que, precisamente en una de las cartas
presentadas como prueba, Jacinto de Orellana-Pizarro prometía entregar a
Villanueva como pago a sus servicios.
1811-1814
Mi estimado amigo, por el señor Juan Moreno recivirá V.m. ésta en que
le hago el más completo cargo en que busque a el padre comendador de la Merced,
fray Juan Carrasco y le propondrá que hallándome en la necesidad de un sujeto
que instruyese a mis niños, no hallava ninguno más a mi gusto que el expresado,
a el que desde luego le haría un partido ventajoso que con la mayor deciencia
pudiera portarse, V.m. le hará las instancias que más pudiera comvencerle para
que viniese y estaría uno, dos o tres meses y si le acomodava seguiría y si no
podía hacer lo que fuere su voluntad, en el firme supuesto que desde aquí nos
marchamos a esa de Truxillo, que será lo que a el Padre Comendador tal vez le
acomode más; sobre este asunto no tengo más que advertirle y señora se halla
empeñada en ello, como es justo por el vien de sus hijos, a la vista ablaremos;
expresiones de señora y V.M. no dude le estima su más afecto Q.S.M.B. = El
Marqués de la Conquista= Magasquilla y marzo veinte y nueve de mil ochocientos
trece.
Muy señor mío y mi amigo, he recivido la que V.m. me
dirige y me hago cargo del grande disgusto que le a acaecido a V.m. con el
grande padecer de la niña, lo que me es muy sensible y la deseo su total
alivio. Bárbara igualmente siente el disgusto que le causará la pertinez
enfermedad de Jacinta. Quedo enterado que a pesar de sus queaceres con la
asistencia de la pobre enferma va V.m. a practicar las diligencias que le
encargo execute con Don Isidro Parejo; hasta ahora no hemos dicho nada a Mariquita
del mal de su hermana según V.m. avisa. Con motivo de marchar mañana a Cáceres
le envío a V.m. la niña, la que le lleva seis duros y Lorenzo pasará a esa
dentro de dos o tres días y socorrerá con más cantidad pues el dinero que aquí tenía lo remití a el
padre capellán a Cáceres para el labaje de la lana y el dicho Lorenzo hirá a la
Madroñera y se vendrá por esa para que entregue a V.m. lo que le digo.
Celebraré que la enferma se alivie según V.m. desea y que cuente con la fina
voluntad que le profesa su más afecto y amigo. Que S.M.B.= El Marqués de la
Conquista. Magasquilla y enero, seis de mil ochocientos catorce. = Señor Don
Antonio Billanueva.
Señor don Antonio Billanueva = Mi amigo y dueño, doy
gracias por la enorabuena que V.m. me da de haver recaído en mi el grande peso
de la Real Jurisdicción de esa ciudad; seguramente sería para mí de grande
complacencia si no tubiere otros asuntos a que atender de suma importancia y
travajo, pero me anima estar muy próximo la venida del correxidor en propiedad
y así quedaré fuera del ruido de la jurisdicción que en el día es sumamente
odiosa, siendo uno de los obstáculos el paso continuo de tropas y proporcionar
estas muy malos ratos a los jueces. = Lo mismo que a V.m. dije en el tiempo que
me cita, reitero ahora participándole cohuyugaré a quanto dependa a su vien
estar. = Amigo, incluyo a V.m, el oficio que me dirigen de esa participándome
vaya en el día de hoy a entregarme en la Real jurisdición y teniendo un poco de
retoque de mi continua rehuma en una rodilla, no tener en ésta carruaje, me es
forzoso me ponga V.m. una contestación dando a entender mis deseos a cumplir el
cargo de Regidor Decano, pero necesito tres o quatro días y en este interin ver
si me recobro para poder en buena salud desempeñar mi empleo, al mismo tiempo
disponer la casa donde vive Cisneros para mi abitación, remitiendo los muebles
necesarios hasta que con más aportunidad pueda berificar la otra mi casa
principal. = Mi Agustín está tomando la quina de resultas de una calentura que
le dio ayer con todas las señales de tercianas y para ver cómo logro no le
repita otra y me de lugar para que le podamos conducir a esa ciudad, he
dispuesto dicha operación. = Miguel es el dador de ésta, el que puede poner la
contestación que le insinúo, traerla enseguida y remitirla esta misma tarde de
forma que no se origine queja alguna y quedemos en el mejor lugar, buscando en
los mejores términos apoyando sobre el quebranto de mi salud para tener algunos
días de treguas, reondear mis asuntos y reforzar mi salud. No me ocurre más,
que V.m. no dude procurará complacerle su afectísimo y amigo Q.S.M.B. = El
Marqués de la Conquista = Magasquilla y agosto seis de mil ochocientos catorce.
= Señor Don Antonio Villanueva.
(Archivo Municipal de Trujillo.
Legajo 1079.6)
"La plaza del pueblo". Fototeca del Instituto del Patrimonio Histórico Español. Archivo Ruiz Vernacci. |
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