29 de noviembre de 2011

Una mano inocente

    Termina noviembre en el día de San Andrés. Para la ciudad de Trujillo era día de elecciones. El 30 de noviembre se renovaban los cargos concejiles y ese día se acababan e iniciaban los contratos que el ayuntamiento realizaba con diversos profesionales para dotar a la ciudad de sus oficios.
    A lo largo de gran parte de su historia, el ayuntamiento trujillano estuvo en manos de las principales familias de la ciudad, que se repartían de forma desigual los oficios del concejo. La mitad de los cargos concejiles era ocupada por las familias que se integraban, por razones de parentesco, clientela o simple tradición, en torno al linaje Altamirano, mientras que la otra mitad se repartía por igual entre los linajes Bejarano y Añasco. La tradición atribuye a Fernán Ruiz, cabeza principal de los Altamirano, un papel decisivo en la reconquista de la ciudad y basa en esa actuación el mayor peso del linaje en el gobierno concejil.
    Sea como fuere, lo cierto es que no es discutido ese desigual reparto y se mantendrá hasta el momento en que la venta de los regimientos se convierta en una interesante fuente de ingresos para la corona, y los cargos concejiles se conviertan en vitalicios y aun en hereditarios.
    Pero hasta entonces, llegado el día de San Andrés, algunos de los regidores salientes se convertían en electores de quienes habrían de ocupar los cargos en los dos años siguientes, de acuerdo a un ceremonial regulado paso a paso por los Reyes Católicos  en 1491 y 1492.
    Ante la presencia del representante real, el corregidor, los escribanos del concejo darán fe del juramento realizado por todos (incluidos ellos), sobre la cruz y los evangelios, de guardar secreto de todo lo que sucediese en la elección. Eso nos ha privado de conocer mejor un proceso que no siempre ocurrió en paz y concordia, conflictos que los escribanos reseñan de forma somera sin detallar "por guardar el secreto".
    La elección mezcla la decisión de los electores con la suerte. Quienes abandonan el cargo eligen un número doble de personas de cada linaje de los que han de salir de cada uno, jurando hacer dicha elección "sin amor ni dadiva ni promesa ni interes". Pero a veces en esto no se ponen de acuerdo, como es este caso. Ante la discordia, el corregidor toma en sus manos la decisión y decide entre quiénes ha de repartirse la suerte. O eso parece deducirse de las palabras del escribano Florencio de Santa Cruz.
    Decididos los candidatos, sus nombres se escriben en papeles que son introducidos en bolas de cera que, previamente pesadas para que sean iguales, se depositan en un cántaro con agua. Y viene la mano inocente. Un niño, que será posteriormente recompensado, tendrá en sus manos la elección. Porque será su mano la que sacará las bolas que contienen los nombres de los 8 regidores que en los dos años siguientes gobernarán Trujillo, así como los fieles y mayordomos que tendrán en sus manos el control económico y hacendístico de la ciudad.
    El resto de los asalariados de la ciudad, dice el corregidor, se dan por despedidos. El uno de diciembre empieza otro año para Trujillo.


1535, noviembre 30. Trujillo

Eleçión del día de Sant Andrés de noviembre de IUDXXXV años.

    En la çibdad de Trugillo, martes día de Sant Andrés por la mañana, treynta días del mes de novienbre, año del nasçimiento de nuestro salvador Ihesu Christo de mil e quinientos e treynta y çinco años, se juntaron en las casas de consistorio que son en la hazera de la plaça de la dicha çiudad, los magníficos señores Antonio Vázquez de Çepeda, corregidor en la dicha çibdad e su tierra por su magestad, y el liçençiado Alonso Alvares su alcalde y Pedro Xuárez de Toledo e Martín de Chaves e Diego López de Ribadeneyra e Juan de Hinojosa, regidores de la linaje de los Altamiranos, e Françisco de Loaysa e Françisco de Carvajal, regidores Bejaranos, e Juan Barrantes y Jerónimo de las Cabeças, regidores de linaje de los Añascos, en presençia de nos, Juan Rodrigues Caramaño y Florençio de Santa Cruz, escrivanos públicos en la dicha çibdad de Trugillo y sus términos e de los fechos del conçejo y ayuntamiento de la dicha çibdad por el muy reverendo señor prior, frayles y convento del monesterio de nuestra señora Santa María de Guadalupe, y asy juntos los dichos señores justiçia e regidores dixeron que por quanto ellos son juntados para dar orden en sortear los ofiçios de regimiento e fieles e mayordomías de la dicha çibdad para los dos años próximos venideros, por tanto que conformándose con la carta e sobrecarta de sus magestades que ende estan e se leyó alli delante dellos, echaron suertes entre ellos quales quedarían por electores para elegir los dichos ofiçios; y los dichos quatro regidores Altamiranos, escriptos sus nonbres en sendos papeles y metidos en unas pellicas de çera pesadas en un peso se metieron en un cántaro que tenía çierta cantidad de agua, llamose un niño hijo de Françisco Herrera e sacó dos pellas juntas y abriéronse e salieron en ellas por eletores del dicho linaje de los Altamiranos los syguientes
Martín de Chaves
Juan de Hinojosa
    Y luego los dichos Françisco de Loaysa e Françisco de Carvajal echaron suertes qual dellos quedava por eletor Bejarano, y tomáronse dos pellicas de çera y escriptos sus nonbres en ellos cada uno en la suya y metidos en el dicho cántaro, metio el dicho niño la mano y sacó la una dellas y salio por eletor Bejarano el syguiente
Françisco de Carvajal
    Y luego los dichos Juan Barrantes e Jerónimo de las Cabeças, regidores, echaron suertes e escripto cada uno su nonbre en un papel y metidos en sendas pellicas de çera, metidos en el cántaro, el dicho niño sacó con la mano la una dellas y quedó por eletor Añasco el syguiente
Jeronimo de las Cabeças
    E después de lo susodicho, este dicho día, mes y año suso dichos, los dichos señores corregidor e su teniente e los dichos Martín de Chaves e Juan de Hinojosa, eletores Altamiranos, y Françisco de Carvajal, eletor Bejarano, e Jerónimo de las Cabeças, eletor Añasco, juraron por Dios e por Santa María e por una señal de cruz que ende estava, en que pusieron sus manos, y un libro con evangelios que ende estava abierto, de haser la dicha eleçión de los dichos ofiçios de regimientos e fieldades e mayordomías bien e fielmente sin amor ni dádiva ni promesa ni ynteres y en todo guardarán la dicha carta e provisyón real que de presente tenían alli y avían leydo. E todos juntos y nos los dichos escrivanos juramos en forma devida de derecho de guardar secreto de todo lo que allí pasase y no lo descubrir en ningund tienpo, direte ni yndirete.
     Y luego los dichos señores justiçia y eletores hablaron e platicaron en la dicha eleçión y nonbraron algunas personas los dichos eletores que les convenía que devían ser nonbrados por regidores de los dichos dos años venideros y no se conçertaron en el nonbramiento dellos y el dicho señor correxidor e su teniente se apartaron e tomaron en sus manos los dichos nonbramientos, e visto el dicho señor correxidor la discordia mandó meter y se metieron ocho personas del linaje de los Altamiranos en el dicho cántaro en ocho papeles, cada uno en el suyo, y metidos en sendas pellicas de çera en el dicho cántaro e llamaron el dicho niño y metio la mano en el dicho cántaro que estava casi medio de agua y saco quatro pellicas de dos en dos e salieron por regidores de los Altamiranos los syguientes
Pedro de Loaysa Calderón
Diego de Hinojosa, hijo de Alonso de Hinojosa
Diego de Hinojosa yerno de Juan Barrantes
Pedro Calderón Altamirano
    E luego el dicho señor correxidor mandó meter y se metieron quatro personas del linaje de los Bejaranos para regidores escriptos sus nonbres en sendos papeles y metidos en sendas pellicas de çera en el dicho cántaro y el dicho niño sacó dos papeles que dezían lo syguiente
Alonso Garçía de Vargas
Lorenço de Paredes
    E luego el dicho señor correxidor mandó meter e se metieron los nonbres de quatro personas del linaje Añasco para regidores y escriptos sus nonbres en sendos papeles e metidos cada uno en su pellica de çera, metidos en el dicho cántaro, el dicho niño sacó dos pellicas que dezían lo syguiente 
Garçía de Tapia, hijo de Gómez de Tapia
Juan Piçarro
    E luego los dichos señores eletores que estavan presentes consintieron la dicha eleçión e prosyguiéndola hizieron la eleçión e sorteamiento de los ofiçiales de fieles e mayordomos, poniendo sus nonbres en papeles e metidos en sus pellas cada uno de çera y metidos en el dicho cántaro salieron en la forma syguiente
     Del linaje de los Altamiranos se nonbraron quatro personas e salieron por fieles los syguientes
Diego de la Rua el moço
Diego de la Rua el viejo
    Y luego se nonbraron dos personas del linaje de los Bejaranos para sortear para fieles e escriptos sus nonbres en sendos papeles e metidos en sus pellas de çera e dentro en el dicho cántaro, el dicho niño sacó la una que dezía el nonbre syguiente
Françisco de Leon
    E luego se nonbraron otras dos personas cuyos nonbres escriptos en sendos papeles y metidos en las dichas pellicas, cada uno en la suya, para fieles de los Añascos, salió el syguiente
Gonçalo Çervantes de Aldeanueva
    E luego se nonbraron dos personas del linaje de los Altamiranos para mayordomos e escriptos sus nonbres en sendos papeles y metido cada uno en una pellica de çera, metidos en el dicho cántaro, sacó el dicho niño la una que tenía el nonbre syguiente
Juan de Carmona
    E luego se nonbraron dos personas para mayordomo del linaje de los Bejaranos que syrva el medio año primero del segundo año e escriptos sus nonbres en sendos papeles e metidos en sendas pellas de çera e metidos en el dicho cántaro, el dicho niño metió la mano e sacó una pella y tenía dentro un papel que desya
Juan de la Xara
    E luego los dichos señores nonbraron dos personas para mayordomo del linaje de los Añascos que syrva el medio año postrero del segundo año e escriptos sus nonbres en sendas pellas de çera e metidos en el dicho cántaro, sacó el dicho niño la una pella que dezía del tenor syguiente
Françisco de las Dueñas
    E luego el dicho señor correxidor mandó que todos los salarios se ayan por despedidos conforme a la ordenança.
                                                       Florençio de Santa Cruz, escrivano (rúbrica)

(Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 5.15. Fols. 66-67v.)

Libro de los ofiçios de las linajes de la çiudad de Trugillo

20 de noviembre de 2011

Llamada a las urnas

    Es momento de elecciones. Es momento de participar y ejercer los derechos y deberes democráticos. Es momento de dar nuestra opinión. La Constitución Española de 1812 abrió el camino de las elecciones que hoy forman parte de nuestra vida política. Lo hizo con fórmulas diferentes y cerrado aún a un gran número de ciudadanos (y a todas las mujeres), pero ya con una idea: la ciudadanía decide. Aunque sea para una elección local, el llamamiento del alcalde Fernando de Orellana y Contreras tiene hoy tanto sentido como lo tuvo en 1813.

1813,  diciembre 14. Trujillo

   Don Fernando de Orellana y Contreras, Alcalde único de esta ciudad, Presidente de su Ayuntamiento por la Constitución Política de la Monarquía Española. Hago saber a todos los vecinos de esta ciudad y sus arrabales que se hallen en el ejercicio de los derechos de ciudadanos españoles, que para realizar las Elecciones de alcalde, tres rejidores y un procurador síndico que deben entrar a servir estos oficios en esta ciudad en principio del año prósimo de mil ochocientos y catorce, conforme a nuestra Constitución Política y Leies que nos gobiernan, ha dispuesto este Ayuntamiento, en acta celebrada, tenga efecto la nominación de electores en las respectivas iglesias de la feligresía de cada uno el día diez y nuebe del presente mes a la hora de las diez de su mañana; y para la reunión de electores, que serán en número de nuebe por esta dicha ciudad y su arrabal de Huertas de Ánimas, el día veinte y cinco del mismo mes y a la hora referida.
Como que de la mayor reunión de luces y conocimiento procede el mejor acierto en el nombramiento de electores, y por consiguiente ay más probabilidad de esta elección que las personas que sean nombradas para concejales estén adornadas de la virtud, talento y adhesión pública de que tanto necesitaríamos en la época, es de esperar que ningún ciudadano dejará de presentarse a dar su voto en la respectiba feligresía. Trujillo, catorce de diciembre de mil ochocientos y treze.

(Archivo Municipal de Trujillo. Leg.  560.1)

12 de noviembre de 2011

La voz del pregonero

    La capacidad normativa y de autogobierno de la ciudad de Trujillo tiene su plasmación más clara en la redacción de ordenanzas municipales, ya que suponen la afirmación y expresión de la entidad jurídica y legislativa que el concejo tiene. A través de ellas, el concejo reglamenta la vida económica de la ciudad y su tierra e incluso otros muchos aspectos de la vida diaria de sus habitantes.
    El Archivo Municipal de Trujillo guarda una importante colección de ordenanzas municipales que permiten conocer a lo largo del tiempo aspectos tan diferentes como la reglamentación de su actividad artesanal, mercados o cuestiones agrarias y ganaderas.
    Sin duda, la guarda y conservación de los montes es un capítulo fundamental de las preocupaciones del concejo, dado su significado económico, y por ello reglamenta igualmente su uso y disfrute a través de las ordenanzas.
    Pero ordenar no siempre implica cumplir. La presión que sobre las zonas de montes se ejercen lleva a la ciudad a imponer fuertes sanciones de acuerdo a su normativa, y esas sanciones son a veces recurridas ante la Chancillería de Granada. Para dar mas fuerza a su capacidad sancionadora, la ciudad presenta sus ordenanzas sobre guarda y conservación de montes ante el rey, suplicándole su confirmación"para que se guardassen e cumpliessen".
    En provisión otorgada en Madrid el 23 de octubre de 1595, Felipe II confirmaba y sancionaba las ordenanzas trujillanas, y pocos días después se daban a conocer a la ciudad.
    Gracias a Marisa López Rol, archivera del Ayuntamiento de Trujillo, el arca se vuelve a abrir. No queremos ahora conocer el contenido de las mencionadas ordenanzas, sino cómo el concejo presenta ante sus vecinos la confirmación real. Y ninguna ocasión mejor para que todos lo conozcan que hacerlo en el mercado. Y por supuesto, un jueves. En los dos recintos de mercado, la plaza mayor y la de la Encarnación, la música dio paso a la voz del pregonero.


1595, octubre, 26. Trujillo

En la muy noble e muy leal ciudad de Trugillo, en veynte y seis días de el mes de octubre de mil y quinientos y noventa y cinco años, se juntaron la justicia y regidores de esta ciudad. Conviene a saber el licenciado Franco de Saravia, alcalde mayor en ella por el Rey nuestro Señor, y Hernando de Orellana y Juan Piçarro de Carvaxal, regidores dela dicha ciudad, y Diego del Saz, regidor della, por ante mi Bartolomé Díaz, escrivano de el número e ayuntamiento de la dicha ciudad, aviendo visto las ordenanças de los montes de esta ciudad y confirmadas por su Magestad, las mandaron guardar y cumplir como su Magestad por ellas manda, y que se pregonen en las plaças y mercados de esta ciudad, y se embien a publicar a los lugares de su termino y ansí lo proveyeron e firmaron de sus nombres: va enmendado veynte, el licenciado Franco de Saravia, Hernando de Orellana, Juan Pizarro de Carvajal, Bartolome Diaz, escrivano.
    Este día mes y año dichos, estando en la plaça y mercado principal de esta ciudad a donde avía mucho concurso de gente, ansí vezinos de la dicha ciudad como de los lugares de su tierra, aviendo tocado los atabales y trompetas de esta ciudad, y la música de las chirimías, por boz de Christoval Pérez pregonero fueron pregonadas las dichas ordenanças y confirmación dellas fechas por su magestad en altas bozes de bervo ad verbum, como en las dichas ordenanças y confirmación se contiene, siendo testigos Alonso Leonardo y Alvar Sánchez Bezerra y Gerónimo López, y otros muchos vezinos de la dicha ciudad. Bartolomé Diaz escrivano.
    En la dicha ciudad de Trugillo, en este día mes y año dichos, estando en la plaça y mercado de la Encarnación de esta ciudad a donde se haze el mercado de los ganados, aviendo tocado la música de los ministriles de esta ciudad, Chrystoval Pérez pregonero, pregonó en altas bozes las dichas Ordenanças y confirmación dellas de bervo ad verbum, como en ellas se contiene, siendo testigos García de Gironda y Francisco de Trugillo e Juan Donayre y Francisco Blanco, alguacil mayor y otros muchos vezinos de la dicha ciudad. Por ende en fe y testimonio de verdad fago aquí mi signo acostumbrado, Bartolomé Diaz escrivano.

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 222.6. Folios 3r-3v.)