10 de junio de 2021

La escuela de don Matías Barbado

     Vuelve el arca a celebrar su día aún cerrada con sus tres llaves, esperando a que quienes las guardan abran las recias cerraduras que la mantienen alejada de investigadores y curiosos. Otras muchas arcas van abriendo y dejando ver sus tesoros y permitiéndonos acercarnos a Trujillo, a sus historias y a sus gentes.
    El 6 de julio de 1906 tomaba posesión del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes Amalio Gimeno y Cabañas, del Partido Liberal. En agosto de ese año firmaba la Real Orden por la que se recuperaban las condiciones que en 1902 otro ministerio liberal había impuesto para autorizar la apertura de centros no oficiales de enseñanza. Se trataba de asegurar que tanto quienes impartieran esas enseñanzas como los contenidos y las instalaciones en las que se llevaban a cabo esas enseñanzas cumplieran unos requisitos que iban más allá de los meros de “moral y condiciones higiénicas”, únicas exigencias que habían impuesto los anteriores gobiernos conservadores y que habían llevado a la proliferación de centros de instrucción no oficiales no siempre de calidad educativa.
    La acreditación de las condiciones que exigía el Decreto debía presentarse ante los directores de los Institutos Generales y Técnicos de la provincia. 
    Matías Protasio Barbado Muñoz había nacido en Trujillo el 19 de junio de 1865. Hijo de Juan Antonio Barbado y Juana Muñoz, su tía María Muñoz fue la madrina en su bautizo en la parroquia de San Andrés. En Badajoz, en su Escuela Normal de Maestros, obtendrá su título de maestro de primera enseñanza elemental y con 21 años vuelve a su ciudad donde el 8 de junio de 1887 toma posesión como maestro auxiliar de la escuela de niños de Huertas de Ánimas.
    Cuando se publicó la Real Orden del ministro Gimeno, Matías Barbado llevaba 15 años regentando una escuela privada en la Plaza Mayor. Ya tuvo que realizar todo el proceso administrativo que el ministro Allendesalazar estableció en 1902 para el mismo fin y que ahora de nuevo debía repetir.
    Por triplicado: instancia solicitando la apertura (en este caso la continuidad de su escuela); fe de bautismo; reglamento del centro; planos del local e informe municipal de sus condiciones de salubridad, seguridad e higiene; titulación de su director y certificación de su buena conducta y cuadro de asignaturas que se impartían.

Solicitud de Matías Barbado Muñoz. Archivo Instituto El Brocense

    En los primeros días de septiembre de 1906, Matías Barbado fue recopilando todos y cada uno de los documentos que se le pedían y que recibiría Manuel Castillo, director del Instituto General y Técnico de Cáceres, centro en cuya arca se guardan hoy. Su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia, en octubre de ese año, abriría un plazo de 15 días para poder presentar reclamaciones a su solicitud. Luego, Matías Barbado seguiría, ya de nuevo acreditado por la Inspección Provincial, regentando su escuela.
    En la Plaza Mayor, en el número 13, vivía Matías Barbado junto a su esposa Elvira y sus hijos Manuel y Elvira. También allí tenía una escuela de niños. Cada día, mañana y tarde, la casa de llenaba de chavales durante las seis horas de clase que comenzaban y acababan con la oración. 

Cuadro de la Enseñanza. Archivo Instituto El Brocense

    Dos balcones y una pequeña ventana a la plaza se abrían en una de las dos salas de ocho metros por tres y medio que Francisco Valiente había medido y de las que realizó el croquis que se mandó a Cáceres. El local, certificaba el alcalde Luis Pérez Aloe Mediavilla, no se oponía “en nada a las Ordenanzas Municipales de esta ciudad en cuanto se refiere a la salubridad, seguridad e higiene”, términos confirmados por Santiago Arias Pinar, subdelegado de Medicina del Partido, por reunir “las condiciones higiénicas” que determinaba la Real Orden sobre higiene de los edificios de uso público.

Reglamento de la Escuela. archivo Instituto El Brocense

    En cuanto al maestro, tenía título oficial, era vecino de Trujillo y su buena conducta y antecedentes, certificados también por el alcalde, le hicieron idóneo para la acreditación.
    En la Plaza Mayor, en la escuela de don Matías, siguieron aprendiendo muchos niños trujillanos. En ellos abriría las llaves de otra arca igualmente llena de tesoros, la del conocimiento.


Plano de la Escuela de Don Matías Barbado Muñoz. Archivo Instituto El Brocense.