29 de febrero de 2024

Atesorar agua en el aljibe

    En 1544, Francisco de Herrera tenía setenta y cinco años y recordaba que, desde niño, siempre vio a los caballeros de su bando, los Altamirano, juntarse en los aljibes “que son de los muros adentro de la dicha çibdad”. Era el lugar escogido por el linaje para recibir a quienes se sumaban a él y, en tiempo de elecciones, para discutir sobre los oficios y quiénes podrían ocuparlos (como los Bejarano hacían en la cercana iglesia de Santiago o los Añasco en Santa María la Mayor). 
    Pero el aljibe de la villa siempre fue algo más que un lugar simbólico para los caballeros e hidalgos Altamirano. Fue también un arca en la que atesorar agua gracias a quienes desde tiempos de la presencia musulmana construyeron hermosos depósitos con un nombre no menos hermoso y que siempre rememora el agua, aljibes encastrados en el berrocal, atesorados y defendidos por murallas y casas fuertes.
    Tener agua era posibilitar la vida de personas y ganados, regar huertas y generar alimentos. Tenerla en el interior de la ciudad la hacía más valiosa. El concejo trujillano, atento a necesidades de la población, siempre fue celoso en el mantenimiento, conservación y disponibilidad de agua. Fuentes y pozos, en tiempos de paz y guerra, de enfermedad o bonanza, son cuidados y atendidos periódicamente.     Desde el cercano alcazarejo, la casa de los Altamirano, parte en ocasiones la preocupación por mantener limpias las aguas del cercano aljibe,

 

“Ferrán Alonso Altamirano dize que en los algibes meten ollas de grasa e calderos suzios que dañan el agua. Pide que manden fazer dos pilares a la boca del algibe con su cadena e caldero porque se saque linpia. Mandan que Alonso Durán, mayordomo, lo faga”. (1498)
...y el concejo responde encargando al propio Hernando Alonso que buscase quien barriese y limpiase los aljibes, cuyo salario correría a cuenta de la ciudad, encargando al herrero Baltasar que realizase la cadena que con su roldana o polea sacaría el agua limpia a los pilares que hizo el albañil Cristóbal Beato y cerrando años más tarde, con puerta y llave, el acceso al interior 
“Que manden vuestras merçedes hazer una llave y adereçar la puerta de los algibes, que se hazen muchas suziedades en ellos. Que lo haga el mayordomo”. (1509)
No sería la última vez que Hernando Alonso Altamirano demandase del concejo reformas en los aljibes 
“Hernando Alonso Altamirano dize que suplica manden losar los algibes por arriba para que el agua se recoja y vaya linpia. Que el señor corregidor lo vea e provea como le paresçiere y los calderos y cadenas”. (1514)
    Algunos años hubo de esperar Altamirano para que su demanda fuera atendida por la ciudad y fueron los canteros Andrés Méndez y Benito de Aguilar los que acometieron una de las obras más importantes que el concejo encargó para los aljibes:
“se les ha de echar un suelo de cantería labrada atollada en cal y arena con su lechada por manera que no se pueda perder agua ninguna y deshazer los poyos y tornarlos a hazer de cal, porque están de barro; y reparar la pila donde se llega el agua con un caño de piedra que salga a la calle y encalar los cavalletes de cal y arena, todo a contentamiento de justiçia e regidores de la dicha çibdad, todo a su costa e misyón de los dichos ofiçiales e que lo dará hecho e acabado de aquí en fin de mayo primero que verná deste presente año...” (1519)
    Permanecerán, a lo largo del tiempo, cerrados o abiertos, según las necesidades de los vecinos de la villa, dotados de “puertas rezias de buena madera”, rodeados por la calzada de piedra menuda que también realizara Benito de Aguilar en 1531 y con persona a su cargo que los mantuviera limpios
“Este día, los dichos señores nombraron a Leonor Gonçález la manca que tenga cargo de tener linpios los algibes desta çibdad y los tenga linpios y barridos y tenga la llave de los dichos algibes”. (1544).
    Agua atesorada. Agua limpia y cercana. Agua olvidada cuando otras fuentes saciaron la sed de los trujillanos. Agua redescubierta por quien bebió en la “fuente” de los documentos, en el arca del archivo:

1948, mayo 28. Trujillo
Expediente instruido con motivo de escrito presentado por el sr. Archivero sobre el descubrimiento de unos Aljibes en la Plaza de Altamirano.

Archivo del Excmo. Ayuntamiento 
Trujillo (Cáceres)
    En cumplimiento del Decreto-Ley 9 Agosto 1926, de la Circular de la Dirección General de Administración Local 12 de Mayo del año en curso y de las obligaciones que me incumben como Sub-apoderado del Patronato de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional en los Partidos Judiciales de Trujillo, Navalmoral de la Mata y Logrosán, con excepción de Guadalupe, tengo el honor de comunicar a Vd. y a la Excma. Corporación Municipal que dignamente preside, que en la tarde de ayer, 25 de los corrientes, y previa su licencia verbal, procedí a la exploración de los Algibes que se presumía existieran en la Plazuela de Altamirano según las referencias documentales del archivo histórico de este Excmo. Ayuntamiento. Afortunadamente los hechos confirmaron las afirmaciones documentales , resultando que en mencionada Plazuela de Altamirano existen unos grandiosos y artísticos Algibes de tres naves divididas por arcos, abovedadas y calafateadas o embreadas como también los lienzos murales. La primera impresión de una observación ocular nos hace presumir que se trata de unos algibes de tracería árabe de un mérito raro y singular. Desde la puerta de acceso arrancan amplias y cómodas escaleras que llegando hasta el fondo de la primera nave, facilitan la exploración. Por defecto de medios de luz, no pudimos explorar los accesos que deben existir a las otras dos naves contiguas. Las dimensiones calculadas a simple vista, son salvo error y como juicio muy sujeto a rectificación, las siguientes como mínimas: Longitud, 15 metros. Ancho, 15 metros. Altura, 9 metros.
    Estimo que este Algibe, que en nada desmerece, sino que supera a otros hoy cuidadosamente atendidos, como el de Cáceres y Alicante, por citar algunos, debe ser custodiado con diligente esmero por el Excmo. Ayuntamiento y a su tiempo debe ponerse en condiciones de cómodo acceso para historiadores, arquitectos e investigadores del Glorioso acervo monumental e histórico de Trujillo.
    Al presente yo denuncio como obra urgente, la supresión de la tierra que un vecino ha acumulado, llevándola a esportilladas, sobre la parte exterior de las magníficas bóvedas, haciendo sobre ellas un miserable hortezuelo con gravísimo detrimento de esta obra artístico-histórica y sin perceptible provecho para él ni para nadie y sí con menoscabo del tono cultural y de la prestancia artística de esta población.
    Finalmente, en cumplimiento de mi deber como Sub-Apoderado del Patronato de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, hoy pongo en conocimiento de la Dirección General de Bellas Artes, por el conducto reglamentario, la existencia de estos Algibes.
Dios guarde a V.S. muchos años.
Trujillo 25 de Mayo de 1948.
EL ARCHIVERO Y CRONISTA OFICIAL,
Juan Tena Fernández


ACUERDO DEL AYUNTAMIENTO.- En la sesión celebrada por la Excma. Comisión Gestora el día 9 del actual se acordó facultar al Sr. Alcalde para que realice las obras y cuanto estime oportuno con relación a los Aljibes descubiertos.
Trujillo, 11 de Junio de 1948.
EL SECRETARIO accidental
Manuel González 

SR. ALCALDE-PRESIDENTE DEL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE ESTA CIUDAD.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 1750.37)