3 de noviembre de 2018

El cementerio en San Andrés


Cumpliendo el plazo impuesto por el Gobierno Político de Extremadura, Trujillo bendijo su cementerio provisional el 18 de octubre de 1820. Desde Badajoz, Álvaro Gómez Becerra, el Jefe Político de la región, había ordenado el día 2 de dicho mes al ayuntamiento trujillano que “en el término preciso de quince días se habilite un cementerio provisional mientras se constituye el permanente y cesen los enterramientos en las iglesias, dando cuenta de haberse egecutado”.
Recibida la orden, en sesión extraordinaria el ayuntamiento de la ciudad se dispuso a cumplirla. El lugar estaba elegido. La opinión de los médicos era unánime y tan solo faltaba cerrar la compra del terreno (el arruinado convento de la Magdalena) con su propietario, el convento de religiosas de San Miguel, poner una puerta a la cerca y bendecir el lugar. Era 7 de octubre y el tiempo apremiaba.
Pero todo cambia al día siguiente. Ese día, a las cuatro de la tarde, y presidida por el alcalde primero, Lesmes Bravo, se celebra Junta con los curas párrocos. Acuden don Tomás Martín de Prado, vicario eclesiástico y cura de la parroquia de Santa María la mayor, don Felipe Tomás Recio, párroco de San Martín, don Andrés Holguín, de Santo Domingo, don José Moreno y Acevedo, de Santiago, don Rodrigo Vivar, encargado de la de San Andrés, y don Marcos Casas, cura propio de la iglesia de San José, en Huertas de Ánimas. Todos ellos son parte interesada pues las rentas de sus parroquias habrían de costear gran parte de las obras necesarias para establecer el nuevo cementerio. Pero no sería en el convento de la Magdalena. No es ese el sitio que propone el ayuntamiento. El alcalde Bravo les da a conocer la nueva opinión del médico Ramón González Trejo, quien ahora juzgaba más adecuado como emplazamiento del cementerio la parroquia arruinada de San Andrés y su terreno contiguo. El cementerio provisional “en el pabimento de dicha iglesia, y cerrado el terreno contiguo puede establecerse el permanente”, elección que ratifican los miembros de la comisión que ese día se nombra para reconocer el terreno:
“Hemos reconocido el terreno que ocupa la parroquia destruida de San Andrés y su circunferencia y hallamos que el pabimento que ocupaba la iglesia es muy a propósito para el Cementerio Provisional, y cerrando el terreno contiguo es muy capaz para el permanente y con menos dispendio”.
Del mismo modo se expresan los médicos titulares de la ciudad a quienes el alcalde pidió que certificasen que la elección era la correcta y que el lugar reunía las condiciones adecuadas para tal instalación.
Portada de la antigua iglesia de San Andrés.
Cementerio de la Vera Cruz
“Los infrascriptos, médicos titulares certifican que el terreno que ocupan las ruinas de la parroquia que fue de San Andrés y sus circunferencias es muy apropósito para la construcción del cementerio, sin causar perjuicio a la salud pública, tanto por estar situada entre el poniente y norte, quanto por hallarse bastante distante de la población y rodeado de paredones muy altos. Es quanto, en obsequio de la verdad, podemos certificar”.  
Decidido el lugar, los maestros alarifes, José Martínez Dupaso y Agustín Bazaga, reciben el encargo de tasar las obras consideradas indispensables para la construcción del cementerio en el sitio señalado (pared, bóveda, tejado y “seis panteones cómodos y proporcionados”), la limpieza y el aseo del pavimento de la iglesia destruida, mientras que el maestro carpintero Pedro Blázquez debería cuantificar el coste de la madera para el retablo para la capilla, marco del frontal, una mesa con cajón para colocar los ornamentos “y el maderamiento de la que fue capilla mayor, como igualmente las puertas de berjas que han de colocarse en la entrada del cementerio”.
Solo quedaba notificar a párrocos y conventos de religiosos la orden de cesar los enterramientos en sus recintos y, por supuesto, proceder a bendecir el nuevo Campo Santo. Y así, un 18 de octubre de 1820, la iglesia de San Andrés, arruinada en la cercana guerra contra los franceses, se convertía en la capilla del provisional y definitivo cementerio de la ciudad.


1820, octubre 18. Trujillo

Certificación de bendición del cementerio
El infrascripto escrivano de este número y secretario del Ayuntamiento Constitucional, certifico: Que en  este día de la fecha, por el señor don Tomás Martín de Prado, vicario juez eclesiástico de esta ciudad y su vicaría, a presencia del señor alcalde primero, de mí dicho escrivano y de otras varias personas que concurrieron, bendixo según el ceremonial de la iglesia el cementerio provisional establecido en la iglesia arruinada de San Andrés, de todo lo qual doy fe y lo firmo de mandato judicial en Trugillo a diez y ocho de octubre de mil ochocientos veinte.

José Cecilio Bernet y García (rúbrica)

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 564.2.)

Interior de la antigua iglesia de San Andrés. 
Cementerio de la Vera Cruz