31 de octubre de 2019

El nuevo cementerio de Belén


Era finales de mayo, las seis de la tarde, y muchos de los vecinos de Belén acudían al cementerio pero no para despedir a un vecino. Allí estaba el alcalde de Trujillo y el padre Navarro, el párroco de Santa María la Mayor. Ante ellos, los vecinos del arrabal de Belén, se repetía una ceremonia que con los mismos actores pero sin el público de esa tarde, había tenido lugar por la mañana en el cementerio de la Vera Cruz de Trujillo. Porque ese suponemos que ya caluroso día de mayo, la ciudad consagraba y bendecía dos nuevos recintos para sus difuntos. En Trujillo era una más de las muchas ampliaciones que fue requiriendo el inicial cementerio de San Andrés, ya pequeño desde su creación, y que ahora, en 1887, volvía de nuevo a crecer para atender las necesidades de nuevos enterramientos. Pero para Belén era su primer cementerio y por ello sus vecinos acudieron a contemplar la ceremonia que les acercaba el lugar de su eterno reposo.
Será San Andrés, el santo que rige los contratos concejiles trujillanos, la advocación bajo la que se consagrará la capilla de su recinto sagrado, quizás porque era también San Andrés el santo que daba nombre a la parroquia que hacía pocos años se había trasladado al arrabal, la primera que había tenido Belén, como anotara el párroco en uno de los libros de la parroquia:

 "El día 1 de Marzo de mil ochocientos ochenta y dos se trasladó a este arrabal de Behelén la parroquia de San Andrés de Trujillo, siendo obispo de esta diócesis de Plasencia el Ilmo. Sr. don Pedro Casas y Souto y su primer párroco D. Manuel García y García".

Dos actos en vida realizados solemnemente para los difuntos, diferentes en tamaño e iguales en ceremonial, pero con un muy diferente significado para quienes allí se congregaron y sintieron que, por fin, se cumplía uno de sus anhelos, contar con un camposanto, tener cerca a sus difuntos.



1887, mayo 31. Trujillo
Acta de bendición de la parte nueva ampliada al cementerio de la Vera Cruz de esta ciudad.
En la ciudad de Trujillo, siendo las nueve de la mañana del día treinta y uno de mayo de mil ochocientos ochenta y siete, se constituyeron en la capilla del cementerio de esta ciudad, los señores D. Vicente Martínez Malo, Alcalde Constitucional de esta ciudad, D. Celestino González Lázaro, segundo teniente de alcalde, y D. Federico Bazaga Martínez, regidor, para asistir en representación de este municipio á la ceremonia de la bendición de la parte construida como ensanche del cementerio de esta ciudad. Presente en dicha capilla, el Sr. Vicario eclesiástico, cura rector de la parroquia de Santa María la mayor, Don Francisco Navarro con los asistentes de la misma, se procedió á la bendición de la referida capilla con el ceremonial de rúbrica, poniendo ésta bajo la advocación de la Virgen del Carmen, y bendecidas igualmente todas las partes nuevamente construidas como ensanche del antiguo cementerio, quedaron habilitadas para el culto público, dándose por terminado el acto y ordenando el Sr. Alcalde Presidente se estendiera por duplicado la presente acta que firman los Sres. concurrentes, de que certifico.
Vicente Martínez (rúbrica)
Federico Bazaga (rúbrica)
Francisco Navarro (rúbrica)   Celestino González (rúbrica)
Modesto Crespo. Secretario.

Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 512.17


Acta de bendición del nuevo cementerio construido en el arrabal de Belén.
En la ciudad de Trujillo, siendo las seis de la tarde del día treinta y uno de mayo de mil ochocientos ochenta y siete, se constituyeron en la capilla del nuevo cementerio construido en el arrabal de Belén, los señores Don Vicente Martínez Malo, Alcalde Constitucional de esta ciudad, D. Celestino González Lázaro, segundo teniente de alcalde, y D. Federico Bazaga Martínez, regidor, para asistir en representación de este municipio a la ceremonia de la bendición de dicho cementerio. Presente en dicha capilla el Sr. Vicario eclesiástico, cura rector de la parroquia de Santa María la mayor, D. Francisco Navarro, con los asistentes de la parroquia de San Andrés establecida en este arrabal, y gran número de vecinos del mismo, se procedió á la bendición de la referida capilla con el ceremonial de rúbrica, poniendo ésta bajo la advocación de San Andrés, y bendecidas igualmente todas las demás dependencias construidas para los fieles católicos, quedaron habilitadas para el culto público, dándose por terminado el acto y ordenando el Sr. Alcalde Presidente se estendiera por duplicado la presente acta que firman los Sres. concurrentes, de que certifico.
Vicente Martínez (rúbrica)
Francisco Navarro (rúbrica)  Federico Bazaga (rúbrica)
Celestino González (rúbrica)
Modesto Crespo. Secretario.

Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 512.16



3 de octubre de 2019

Cuando la iglesia adelantó el calendario

     

Hay meses que corren veloces y otros que parecen retener el tiempo y se antojan largos, muy largos. Pero el tiempo fluye al margen de nuestras sensaciones aunque, qué pasaría si en este mes de octubre, tras el día uno viniera el dos y luego llegara el tres, luego el cuatro... y directamente el quince. El tiempo sí que volaría entonces. Es lo que sintieron los trujillanos en octubre de 1582 porque un Papa, de nombre Gregorio, tomó la decisión de seguir el consejo de los sabios y arreglar el calendario. Y cortó el tiempo y redujo ese año a solo 355 días para que las Pascuas y otras fiestas “se celebrasen a sus devidos tiempos”. Ya lo habían dicho los sabios de Salamanca y de otras universidades, pero solo la autoridad de un papa podía poner el tiempo en su sitio. Porque el calendario juliano que desde tiempos romanos regía el mundo cristiano había ido acumulando un desfase que los astrónomos cifraban en 10 días. Sí, la primavera llegó ese año el 11 de marzo y había que ponerle remedio.
  Corroborando lo que ya afirmaban otros astrónomos, la universidad salmantina contestó a la consulta del papa Gregorio y del propio Felipe II en octubre e 1578, señalando como remedio la supresión de 11 días (10 como mínimo) en un solo año, de mayo a octubre, o acortando un día cada mes a lo largo de un año (no aplicándolo a febrero por ser más corto). Rodeado en Roma de los más sabios matemáticos y astrónomos, Gregorio XIII ordenó a la cristiandad ordenar el tiempo desde el 4 de octubre de 1582. “Inter gravissimas” se llamó la bula que en febrero de 1582 dictó el papa que dio nombre al nuevo calendario y que otras naciones no tan católicas como Italia y España tardarían años o siglos en acoger.
       Porque nuestro rey Felipe, el prudente, siguió los consejos de Salamanca y las órdenes pontificias y trasladó a sus súbditos, en septiembre de ese mismo año y desde Lisboa, la orden que ponía el tiempo en su sitio. Suponemos que la ciudad recibió la orden real pues así se reflejó en su libro de actas y así el día cinco no fue tal sino quince y los trujillanos tuvieron ese año un octubre corto, cortísimo, y lo tuvieron también en cuenta a la hora de hacer cuentas pues si en otros aspectos daba igual el calendario, a la hora de pagar o recaudar, los días sí que contaban, todos y cada uno de ellos, y fue necesario hacer una cierta rebaja a quienes vieron mermados sus ingresos porque el papa Gregorio adelantó el calendario.  


1582, octubre 15. Trujillo
En la çibdad de Trugillo a çinco días del mes de otubre que por propio motu de sy santidad se cuentan quinze días del mes de otubre de mil y quinientos y ochenta y dos años, los muy ilustres señores justiçia y regidores de esta çibdad se juntaron en la sala baxa de su cabildo a hazer ayuntamiento ordinario...

1583, enero 24. Trujillo
Que se desfalquen[1] los diez días de otubre de las alcavalas a los arrendadores. Este día se acordó que de los quatro quentos y medio en que está esta çibdad encabeçada, se desfalque lo que monta en los diez días que se consumieron del mes de otubre, así del prinçipal como a los arrendadores por menor, sin que se haga agravio a nadie.

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 43.1. Fols. 555r. y 579r.)



[1] Desfalcar: Quitar parte o porción de alguna cosa o cantidad, descabalarla.
Diccionario de Autoridades - Tomo III. 1732.