3 de octubre de 2019

Cuando la iglesia adelantó el calendario

     

Hay meses que corren veloces y otros que parecen retener el tiempo y se antojan largos, muy largos. Pero el tiempo fluye al margen de nuestras sensaciones aunque, qué pasaría si en este mes de octubre, tras el día uno viniera el dos y luego llegara el tres, luego el cuatro... y directamente el quince. El tiempo sí que volaría entonces. Es lo que sintieron los trujillanos en octubre de 1582 porque un Papa, de nombre Gregorio, tomó la decisión de seguir el consejo de los sabios y arreglar el calendario. Y cortó el tiempo y redujo ese año a solo 355 días para que las Pascuas y otras fiestas “se celebrasen a sus devidos tiempos”. Ya lo habían dicho los sabios de Salamanca y de otras universidades, pero solo la autoridad de un papa podía poner el tiempo en su sitio. Porque el calendario juliano que desde tiempos romanos regía el mundo cristiano había ido acumulando un desfase que los astrónomos cifraban en 10 días. Sí, la primavera llegó ese año el 11 de marzo y había que ponerle remedio.
  Corroborando lo que ya afirmaban otros astrónomos, la universidad salmantina contestó a la consulta del papa Gregorio y del propio Felipe II en octubre e 1578, señalando como remedio la supresión de 11 días (10 como mínimo) en un solo año, de mayo a octubre, o acortando un día cada mes a lo largo de un año (no aplicándolo a febrero por ser más corto). Rodeado en Roma de los más sabios matemáticos y astrónomos, Gregorio XIII ordenó a la cristiandad ordenar el tiempo desde el 4 de octubre de 1582. “Inter gravissimas” se llamó la bula que en febrero de 1582 dictó el papa que dio nombre al nuevo calendario y que otras naciones no tan católicas como Italia y España tardarían años o siglos en acoger.
       Porque nuestro rey Felipe, el prudente, siguió los consejos de Salamanca y las órdenes pontificias y trasladó a sus súbditos, en septiembre de ese mismo año y desde Lisboa, la orden que ponía el tiempo en su sitio. Suponemos que la ciudad recibió la orden real pues así se reflejó en su libro de actas y así el día cinco no fue tal sino quince y los trujillanos tuvieron ese año un octubre corto, cortísimo, y lo tuvieron también en cuenta a la hora de hacer cuentas pues si en otros aspectos daba igual el calendario, a la hora de pagar o recaudar, los días sí que contaban, todos y cada uno de ellos, y fue necesario hacer una cierta rebaja a quienes vieron mermados sus ingresos porque el papa Gregorio adelantó el calendario.  


1582, octubre 15. Trujillo
En la çibdad de Trugillo a çinco días del mes de otubre que por propio motu de sy santidad se cuentan quinze días del mes de otubre de mil y quinientos y ochenta y dos años, los muy ilustres señores justiçia y regidores de esta çibdad se juntaron en la sala baxa de su cabildo a hazer ayuntamiento ordinario...

1583, enero 24. Trujillo
Que se desfalquen[1] los diez días de otubre de las alcavalas a los arrendadores. Este día se acordó que de los quatro quentos y medio en que está esta çibdad encabeçada, se desfalque lo que monta en los diez días que se consumieron del mes de otubre, así del prinçipal como a los arrendadores por menor, sin que se haga agravio a nadie.

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 43.1. Fols. 555r. y 579r.)



[1] Desfalcar: Quitar parte o porción de alguna cosa o cantidad, descabalarla.
Diccionario de Autoridades - Tomo III. 1732.




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