Hay meses que corren veloces y otros que
parecen retener el tiempo y se antojan largos, muy largos. Pero el tiempo fluye
al margen de nuestras sensaciones aunque, qué pasaría si en este mes de
octubre, tras el día uno viniera el dos y luego llegara el tres, luego el
cuatro... y directamente el quince. El tiempo sí que volaría entonces. Es lo que
sintieron los trujillanos en octubre de 1582 porque un Papa, de nombre
Gregorio, tomó la decisión de seguir el consejo de los sabios y arreglar el
calendario. Y cortó el tiempo y redujo ese año a solo 355 días para que las
Pascuas y otras fiestas “se celebrasen a sus devidos tiempos”. Ya lo habían
dicho los sabios de Salamanca y de otras universidades, pero solo la autoridad de
un papa podía poner el tiempo en su sitio. Porque el calendario juliano que
desde tiempos romanos regía el mundo cristiano había ido acumulando un desfase
que los astrónomos cifraban en 10 días. Sí, la primavera llegó ese año el 11 de
marzo y había que ponerle remedio.
Corroborando lo que ya afirmaban otros astrónomos, la
universidad salmantina contestó a la consulta del papa Gregorio y del propio
Felipe II en octubre e 1578, señalando como remedio la supresión de 11 días (10
como mínimo) en un solo año, de mayo a octubre, o acortando un día cada mes a
lo largo de un año (no aplicándolo a febrero por ser más corto). Rodeado en
Roma de los más sabios matemáticos y astrónomos, Gregorio XIII ordenó a la
cristiandad ordenar el tiempo desde el 4 de octubre de 1582. “Inter
gravissimas” se llamó la bula que en febrero de 1582 dictó el papa que dio
nombre al nuevo calendario y que otras naciones no tan católicas como Italia y
España tardarían años o siglos en acoger.
Porque nuestro rey Felipe, el prudente,
siguió los consejos de Salamanca y las órdenes pontificias y trasladó a sus
súbditos, en septiembre de ese mismo año y desde Lisboa, la orden que ponía el
tiempo en su sitio. Suponemos que la ciudad recibió la orden real pues así se
reflejó en su libro de actas y así el día cinco no fue tal sino quince y los
trujillanos tuvieron ese año un octubre corto, cortísimo, y lo tuvieron también
en cuenta a la hora de hacer cuentas pues si en otros aspectos daba igual el
calendario, a la hora de pagar o recaudar, los días sí que contaban, todos y
cada uno de ellos, y fue necesario hacer una cierta rebaja a quienes vieron
mermados sus ingresos porque el papa Gregorio adelantó el
calendario.
1582, octubre 15. Trujillo
En la çibdad
de Trugillo a çinco días del mes de otubre que por propio motu de sy santidad
se cuentan quinze días del mes de otubre de mil y quinientos y ochenta y dos
años, los muy ilustres señores justiçia y regidores de esta çibdad se juntaron
en la sala baxa de su cabildo a hazer ayuntamiento ordinario...
1583, enero 24. Trujillo
Que se
desfalquen[1]
los diez días de otubre de las alcavalas a los arrendadores. Este día se acordó
que de los quatro quentos y medio en que está esta çibdad encabeçada, se
desfalque lo que monta en los diez días que se consumieron del mes de otubre,
así del prinçipal como a los arrendadores por menor, sin que se haga agravio a
nadie.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 43.1. Fols. 555r. y 579r.)
Diccionario de Autoridades - Tomo III. 1732.
No hay comentarios:
Publicar un comentario