26 de mayo de 2013

¡Agua va!


   Con bastante frecuencia, y a lo largo de siglos, el concejo de Trujillo ordena la limpieza de las calles y sanciona a quienes en ellas depositan basuras o permiten que sus puercos anden libres por las calles generando suciedad. Por ello, las ordenanzas municipales se empeñan una y otra vez en que las actuaciones de los habitantes de la ciudad contribuyan a asegurar esa limpieza. Pero, a veces, la suciedad y el peligro no están en el suelo, vienen de arriba.


1587, junio 27. Trujillo.

Que ninguno eche agua por las ventanas
Otrosí, por quanto de echar agua por las ventanas susçede muchas vezes que mojan a los que pasan por debaxo con el agua y otras suziedades, con que les echan a perder las ropas, porque çese lo sobre dicho, hordenamos e mandamos que ninguna persona sea osado de echar agua por las ventanas sin que se asome e diga primero dos vezes agua, por manera que se pueda oyr; e qualquier persona que de día o de noche echaren la dicha agua sin hazer lo sobredicho, que yncurra en pena de tres reales, la mitad para el denunçiador y la otra mitad para el juez que lo sentençiare; y demás desto, que si daño hiziere en alguna ropa lo pague. E que por esta pena sea obligado el señor de la casa por quanto él es obligado de avisar en su casa lo que se deve hazer. E que sobre esto no se escriva nada si no fuere a pedimiento de parte.

Que no echen en las calles vaçinadas[1] ni vasura ni otras ynmundiçias /
Otrosí, por quanto si no se castigasen las personas que echan vasura e vaçinadas en las calles e otras ynmundiçias sería ocasión que las dichas calles no estuviesen linpias, havría en ellas muchos malos olores, porque çese lo sobre dicho, hordenamos e mandamos que  ninguna persona sea osado de echar baçinadas ni vasura en las calles de esta çiudad ni en ninguna parte dentro en ella si no fuere en sus propios corrales e en los muladares que están señalados, so pena que qualquier persona que lo contrario hiziere yncurra en pena por cada vez seisçientos maravedís, la mitad para el que lo denunçiare y la otra mitad para el juez que lo sentençiare. Y porque por la mayor parte se suele hazer de noche e tienpo escondido, para entera provança de lo sobre dicho, mandamos que con solo un testigo se pueda condenar en la dicha pena.

Que no aya pendientes sobre las calles
Otrosí, por quanto algunas personas, sobre palos que sobresalen de sus casas traviesan una tabla e ponen albahaqueros e clavellinas e otras cosas y es cosa de mucho peligro porque están sobre las calles y en las ventanas e acaesçe muchas vezes trastornarse las dichas tablas y los albahaqueros que están en ellas caen en el suelo, de que fácilmente pueden matar a qualquiera que pasare por la calle. Porque çese lo sobre dicho, hordenamos e mandamos que ninguna persona tenga los dichos albahaqueros ni pendientes sobre las calles si no fuere sobre canes de piedra fixos, de manera que no aya ningún jénero de peligro, so pena de dozientos maravedís a el que de otra manera los tuviere e más que la justiçia se los haga derribar e quitar a su costa.

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 42.22. Fol. 110)

 


[1] La inmundicia arrojada del bacín (vaso de barro vidriado alto y redondo que sirve para recibir los excrementos mayores del cuerpo humano). Diccionario de la Lengua Castellana. Real Academia Española. Madrid, 1770.

10 de mayo de 2013

Langosta, pulgón loco y otras sabandijas

 
El 9 de mayo la ciudad se engalanaba para festejar a san Gregorio. Su procesión se iniciaba en la iglesia de Santa María y recorría las calles trujillanas hasta llegar a los prados, a la ermita de San Juan, donde se cantaba la misa del santo.

Luego, por supuesto, los festejos de toros que hacían de esta fiesta unas de las más importantes del calendario festivo trujillano. San Gregorio, obispo de Ostia, aquel monje benedictino que en el siglo XI libró a Navarra de una plaga de langosta era el santo protector contra uno de los azotes más dañinos de nuestros campos.

Por ello, cuando en 1582 las tierras trujillanas se veían infestadas de langosta, Trujillo decidió encomendarse al santo:
  
"Este día se acordó y votó desde agora para siempre jamás que esta çiudad haga fiesta el día de san Gregorio que es a nueve de mayo, por el remedio de la langosta, para que sea abogado de esta çibdad para que se destruya y arruyne la langosta y que se livien quatro toros en la dicha fiesta y se den los quartos por amor de Dios. Y se cometió al señor don Sancho para que traiga los toros y haga las barreras para ellos por este año". 
Ese mismo día, el 2 de abril, la ciudad buscó remedio más seguro:
"Este día se cometió al señor don Juan de Hinojosa que enbie a Panplona por el agua santa para los lagostos y envíe un onbre de a cavallo y otro onbre de a pie con una mula para que traiga una carga de agua con testimonio que es del agua santa que se traxo a Plasenzia y que el mayordomo del pan de dinero para este gasto". 
(Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 43, fol. 516)

Porque allí, en tierras navarras, las reliquias del santo producían agua santa cuando, tras la procesión en su honor, se la hacía pasar por los restos de la cabeza de san Gregorio:

"El engaste de plata de la cabeça del santo tiene en lo mas alto un agugerito relebado y dorado por donde se echa de ver el casco de la misma cabeça y otro agugero en su cuello, en correspondencia de aquel alto, y ay en la Basílica para este ministerio una vacía con sus barras por encima, y un caño al un lado (...) y vase echando agua por el, que colando por toda la cabeça, y bañándola viene a salir por el agugero del cuello a la vacía (...) y se va recogiendo en unas redomas y garrafas grandes de vidrio (...) y en estas redomas se lleva a vaciarla en dos tinajas".
www.turismo.navarra.es
Con gran ceremonia se dispensaba el agua a quienes acudían al santuario a solicitar la ayuda del santo y que serviría para "bendecir los campos y  derramarla en ellos en los sitios y partes donde ubiere langosta, pulgón loco y otras savandijas que acen daño a los panes y árboles".

www.turismo.navarra.es












Y allí, al valle de la Berrueza, cumpliendo el mandato trujillano, acude Diego de Cuevas para llevar a los campos extremeños cuatro arrobas del agua milagrosa. Con certificado de autenticidad y con claras instrucciones de uso.



 
1582, abril 18. Sorlada.
En la casa de señor Sanct Gregorio, districto del lugar de Sorlada, valle de la Berrueça, Reyno de Navarra, llegó oy miércoles en diez y ocho días del mes de abril de mil e quinientos y ochenta y dos años, Diego de Cuevas, vezino de la çiudad de Truxillo, por el agua pasada por las sanctas reliquias de señor Sanct Gregorio, con testimonio de cómo la lleba en cantidad de quatro arrobas de la dicha agua y de lo que dexa en esta sancta casa. Doi fe yo, don Gregorio, abad de la parrochial iglesia del dicho lugar de Sorlada, cofrade de la cofradía de señor Sanct Gregorio, tenedor de la dicha agua por mano y orden del abad administrador y de los demás cofrades de la dicha casa, que di al dicho Diego de Cuevas, vezino de la dicha çiudad de Truxillo, del agua sancta pasada por las sanctas reliquias que para este efecto tengo por el dicho orden en cantidad de quatro arrobas, como el dicho Diego de Cuebas la pidió. Dexó doze reales para la luminaçión de la dicha casa de señor Sanct Gregorio y dio quatro reales al capellán de la dicha casa, que le dixo una misa interçediendo por la dicha çiudad de este glorioso sancto. De lo qual todo doi el dicho don Gregorio testimonio y fe verdadera, por al presente no aver escribano real que ansi lo biese, como todo lo suso dicho es ansí verdad y pasó en presençia de los reverendos don Pedro Guerra, sovicario e capellán de la dicha casa y don Miguel de Villoria, vicario en el dicho lugar de Sorlada, a una con los quales firmé en el día, año, mes arriba dichos.
Miguel de Villoria (rúbrica)                        don Gregorio de Oco abad de Sorlada (rúbrica)
don Pedro de la Guerra (rúbrica)

El orden de echarse esta sancta agua y usar de ella es el siguiente
Lo primero que se ará es arreverentia deste glorioso sancto Gregorio, ovispo hostiense y confesor, guardarle su fiesta a nuebe de mayo e aser proçesión por donde fueren servidos cada un año desde aquí.
En el día que se determinare de echar esta sancta agua, lo principiarán a echarla e usar della en cada un año en el tal día, si no fuere el dicho día noveno de mayo porque está dicho, aran proçesión e dirán misa de un confesor pontifiçe con el ofiçio ordinario y esas orasiones que ay lleba. Y tomarán del agua sancta los clérigos y gentes devotas en conpañía, vestidas sus sobrepelliçes y estolas eclesiásticas, irán por los canpos y junctos derramando de la agua. Y quando les paresçe se acaba, le mezclen de la vendezida i pasarán los evangelios y vendiçión de término a ordinario diçiendo himnos de confesor pontífice, antíphonas y debosiones sanctas con alguna de las dichas orasiones que ay ban, y con esto y gran fe en que todos nos emos de salbar e intercesión deste glorioso sancto esperamos todos avrá en todo el suceso que se espera como ya es mui largo y esperimentado negoçio.
                                   Don Gregorio de Oco (rúbrica)

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 56.15)