12 de septiembre de 2022

El resurgir de las fiestas. Las historias de 1920

    1920 no fue un año tranquilo. Todos deseaban olvidar los tristes momentos que la gripe de los dos años anteriores había traído. Aunque no fueron tantas las muertes como en otras localidades comarcanas, el luto aún se dejaba sentir en algunos hogares trujillanos. 
    Sin embargo, otros fueron los problemas y pesares que la ciudad vivió aquel año. Algunos ya conocidos como la langosta, que arrasó campos y destruyó cosechas allí donde no se trabajó en su extinción durante la primavera, o los escasos jornales que la economía trujillana ofreció a los más de 300 jornaleros en paro que tenía la ciudad. 
    El año comenzó con un nuevo colegio. Las clases en el nuevo centro creado por doña Margarita de Iturralde arrancaron con cinco padres agustinos y 140 niños que llenaron de vida parte del edificio que acogió antes al Colegio Preparatorio Militar, continuando las obras en la iglesia para poder inaugurar oficialmente el colegio.
    En febrero, los carnavales fueron un buen momento para olvidar pesares, aunque para algunos la supresión en Trujillo de las capeas había sido la muerte de una celebración que parecía reducida a la comparsa de los “Murguistas” y una estudiantina de Huertas de Ánimas. Los soportales de la plaza se vieron muy concurridos así como los bailes del Casino, de la sociedad La Amistad (con pocos disfraces y muchos mantones de Manila lucidos por las jóvenes artesanas) y los que se celebraron en los salones del Liceo y en La Novedad, salón este último al que los trujillanos conocían por “la cacerola”, lleno en sus bailes de esos días.
    Luego llegaron los quintos con sus músicas y rondas y en Trujillo se habló del “prófugo” a su pesar. Visto que a su hijo no se le citaba como a los demás quintos trujillanos, Juan Rodríguez se presentó en el ayuntamiento donde le comunicaron que Juan Manuel Rodríguez González, su hijo, se había sorteado el año anterior y que, tras no presentarse, se le había declarado prófugo. Porque al barrio de Santo Domingo había ido en 1919 el alguacil municipal con las papeletas de la citación pero nadie supo darle razón del tal Juan Manuel ni de sus padres, registrándole como “ignorado” o “desconocido” y por tanto declarado prófugo. Y los trujillanos lo tuvieron claro: ¡qué diferente hubiera sido si en vez de preguntar por Juan Manuel, el alguacil hubiese buscado razón de “Monja Boba”, el cantero, porque entonces “hasta los perros hubieran dado razón”! 
Resultados de las elecciones municipales
Fuente: "Voz Regional". 12/2/1920
    También fueron temas de tertulias y corrillos el cierre del colegio de 2ª Enseñanza “Nuestra Señora de la Victoria” que dirigía don Maximino Martínez Cuesta (que obligó a crear con celeridad un nuevo colegio para acoger a sus alumnos, esta vez bajo la batuta de don Marcelino González) y sobre todo las nuevas candidaturas que en febrero se presentaron a las elecciones municipales. Por segunda vez en lo que llevaban de siglo, “el elemento obrero” -como en 1905- deseaba llevar a sus representantes al Ayuntamiento, como también otros miembros de la sociedad trujillana no integrada en los partidos “tradicionales” e identificados como “regionalistas”. 
    El primero de abril, Jueves Santo, antes de que la Procesión de los Pasos recorriera las calles trujillanas, se constituyó el nuevo consistorio, con cinco concejales regionalistas, tres obreros y un liberal-demócrata. Un nuevo alcalde, Adrián Durán Mediavilla, presidiría el consistorio que trasladó la celebración de sesiones de los jueves a los domingos, a las 11 de la mañana, para que no supusiera perjuicio económico a sus integrantes.
    La Sociedad de Socorros Mutuos La Protectora, rindió homenaje en mayo a su fallecido Presidente Honorario, don Jacinto de Orellana-Pizarro y Avecia, con la placa que en mármol blanco labrara el marmolista Paredes y que hoy sigue recordando el acto en el palacio donde naciera el XI Marqués de Albayda con palabras de gratitud.
Placa en homenaje al Marqués de Albayda
Palacio de la Conquista. Trujillo
“La Sociedad de
Socorros Mutuos
“La Protectora”
A su Presidente Honorario
Excmo. Señor
D. Jacinto Orellana 
y Avecia
Marqués de Albayda
en testimonio de gratitud
Nació en esta casa el 13 de Febrero de 1841 
+ en Madrid el 4 de Noviembre de 1919
Trujillo y Abril 1920”
    Nada diferente hubo en las celebraciones de la feria: malos toros (de Joaquín Castillón) en opinión de algún crítico, flojos toreros (Julio Gómez “Relampaguito”, Félix Merino y Manolo Belmonte “Belmontito”), buen teatro (con la compañía de Luis del Llano y María Banquer como primera actriz) y conciertos de la banda municipal en las noches frescas de un Trujillo que una y otra vez se quejaba del escaso arbolado de la ciudad una vez arrasado el espacio verde del Paseo de la Exposición, cedido años atrás al Ministerio de la Guerra para sembrar alfalfa con motivo de la instalación de la Yeguada Militar, de corta vida en Trujillo. Se sacrificó entonces una preciosa alameda y solo el paseo de la carretera de Cáceres, el jardincillo del Campillo, el del Casino y los triángulos del paseo de Ruiz de Mendoza ofrecían refugio en los calores estivales haciendo del árbol en Trujillo “planta exótica”.
    Aunque pudiera parecer una feria más y que nada alteró los festejos, no fueron días tranquilos. Huelgas y movilizaciones se sucedían cerca y lejos de Trujillo y el motivo era el mismo en los últimos años: quejas por los bajos salarios y por el alza continuada de precios de alimentos y otros productos que se producía desde 1914 y que este año de 1920 alcanzaría sus más altos niveles. Con jornales diarios de 3,25 pesetas, ¿cómo adquirir lo necesario para alimentar a las familias? 
    Se pedía reducir los precios o fijar valores máximos para los productos de primera necesidad y fue esta una preocupación constante del ayuntamiento trujillano, adquiriendo grano suficiente para abastecer a la ciudad de pan a precio asequible. Igualmente interesante fue la labor de la “Sociedad Cooperativa de Consumos”, presente en la ciudad desde 1906, que ofrecía a sus asociados la mayor reducción posible en el precio de ”coloniales y ultramarinos”.
    Si en Béjar, Hervás o Plasencia las manifestaciones populares habían conseguido rebajar los precios en artículos de comer y vestir, en Trujillo se esperó lo mismo cuando una manifestación, numerosa y pacífica, de mujeres de Huertas de Ánimas se presentaron en la plaza el sábado 30 de mayo por la tarde, exigiendo que la autoridad municipal obligara a reducir precios de artículos de consumo y vestir. El comercio de tejidos y calzado, asustado, cerró sabiendo que el enfado se dirigía contra ellos y así permaneció el lunes por la mañana, primero de junio, dado que la reunión de la junta de Comercio que se celebró el domingo por la tarde no condujo a nada concreto, aunque los comerciantes se comprometieran a fijar precios máximos para sus artículos. Cuando todo estaba listo para que comenzara la feria, la Guardia Civil patrullaba por la plaza, la calle García y los caminos a Huertas de Ánimas, tranquilos durante los días de feria pero que volvieron a llenarse el 7 de junio llevando de nuevo la protesta a la plaza y al ayuntamiento.
Fuente: "Voz Regional"

    Para los comerciantes trujillanos, las rebajas exigidas en los precios no harían sino tapar y alargar un problema que se vería incrementado cuando los productos de la nueva temporada llegaran a sus establecimientos desde los centros productores, fábricas e industrias,  con mayores precios por el alza de impuestos y mayores gastos en materias primas y mano de obra y así se lo hicieron saber por telegrama al Presidente del Consejo de Ministros.
    No, no fue un año tranquilo 1920. Los trujillanos lo recordaron por muchos y variados motivos. La muerte del torero Joselito el Gallo, mucho más comentada que la de Benito Pérez Galdós o Eugenia de Montijo, la nueva fábrica de hielo de la calle de las Cruces, las patatas, ¡que llegaron a estar a 0,60 pesetas el kilo!, y sobre todo las fiestas de su patrona. Porque ese año algunos trujillanos se propusieron (con el empuje del sacerdote don Antonio Orozco Campomanes) que la celebración de las fiestas en honor de la Virgen de la Victoria abandonara de una vez por todas esa “crisis de tibieza” que las había caracterizado desde 1892.
    Fiestas religiosas y populares que, cuando acababa octubre, exigieron una perfecta organización que estuvo en manos de trujillanos, tanto en su financiación como en su desarrollo.
Se constituyeron tres Comisiones que tuvieron como objetivo las celebraciones religiosas, las cívicas y la beneficencia, porque así lo pedía la situación de muchas familias trujillanas.
Fuente: AMT. Leg. 1335.2

Hubo novena predicada en San Martín con orquesta y cantores, la carpintería de Santos Muriel, Correa y Galavís arregló el templete de la Virgen y Reyes Jiménez se encargó de que la iglesia luciera como nunca, preparó las andas para la imagen y construyó un altar en la plaza para la celebración del día grande. 
    Los coches de la compañía “Chueca y Marroquín” trajeron desde Cáceres a la banda de música del Regimiento de Infantería “Segovia 75”, alojados en la fonda “La Madrileña” de Timoteo Yuste, en San Miguel. 
    
Fuente: AMT. Leg. 1335.2

José Cuadrado levantó los arcos que adornaron la plaza con faroles y guirnaldas comprados en Madrid en la afamada tienda de Vicente Rico, desde donde también llegaron cohetes de silbido y final de luces, fuegos de copas encantadas y otras diversiones que iluminaron la noche trujillana tras el canto del Himno-Salvo y que se completaron con los cohetes voladores que se adquirieron en la calle Tiendas, en el comercio “Viuda de Antonio Sáez”.  
    El Teatro se preparó para acoger la velada literario-musical que tuvo lugar el domingo 31 y Diego Barquilla tuvo que trasladar el piano del “Liceo” para su uso en la velada.
    Las cucañas del domingo tuvieron premios interesantes (¡hasta 5,25 pesetas se pudieron conseguir!) y de ello se encargó Valentín Lozano Beato. 
    Hubo puja y sorteo, con un apetecible premio según figuraba en las papeletas:
“La Comisión de fiestas religiosas dedicadas a nuestra Patrona la Virgen de la Victoria, regala un billete de CIEN pesetas”. 
    ¿Qué trujillano no soñaría con hacerse con el preciado billete por tan solo 25 céntimos? Se vendieron 1465 papeletas de las 2000 que se imprimieron en la imprenta “Sobrino de Benito Peña” y el número 208 trajo la fortuna.
    Procesión, verbena, elevación de globos grotescos, explosión de bombas japonesas con sorpresas... Y reparto de alimentos, porque algunos trujillanos necesitaban de la ayuda de sus vecinos. Sí, fueron unas buenas fiestas.

 1929, noviembre 30. Trujillo

Beneficencia. Carpeta nº 1
                            Por partidas  Totales
Explicación                        Pesetas      Pesetas
1. Satisfecho a la Cooperativa de Consumos, por 400 panes,
     52 kgs de bacalao; 104 kilos de arroz y 2 ovillos de guita        430,60
2. Id. a D. Juan Cruz, por 112 panes           54,58
3. Id. a D. Valeriano Porras, por 112 panes                   54,58
4. Id. a D. Florencio Palacios, por 208 kilogramos de patatas   58,24    598,60

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 1335, carpeta 2. Cuentas 1920)

    El 30 de noviembre se cerraron las cuentas. Cuatro carpetas en las que las comisiones de Beneficencia, Fiestas religiosas y Fiestas cívicas (además de gratificaciones varias) dieron cuenta de todos y cada uno de los gastos realizados en esos días.
    Los ingresos estaban claros, 3526 pesetas con 25 céntimos, conseguidas en su mayor parte por aportaciones de los propios trujillanos.

1920, noviembre 30. Trujillo

                                            Cuenta de cargo
                                Por partidas Totales
Explicación                           Pesetas     Pesetas
1. Recibidas de la Comisión de petitorio de donativos, según detalle 
    de la relación adjunta de suscripción                    1715,95 1715,95
2. Id. de la Comisión de fiestas religiosas por lo recaudado de la rifa
    de un billete del Banco de cien pesetas, según se expresa en la 
    misma relación                               366,25
3. Id. de la misma Comisión por lo recaudado de la mesa de petitorio
    y pujas, según se expresa en dicha relación               279,05          645,30
4. Id. de la Comisión de festejos cívicos por lo recaudado del Teatro
    y Tómbola, según la relación expresada                           890,90          890,90
5. Id. del donativo hecho para limosnas por D. Manuel Moreno Guinea,
    residente en Melilla                              100
6. Id de varios sacerdotes, por sus honorarios devengados en las
    fiestas religiosas, como donativo                        26
7. Id. del Exmo. Ayuntamiento de esta ciudad, para gasto de la fiesta        148,10         274,10
                                                         Total Cargo                  3526,25

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 1335, carpeta 2. Cuentas 1920)

    Firmaron las cuentas el depositario, Paulino Cruz Martín, el secretario contador, Teodoro Sánchez, y Alejandro Sánchez, por ausencia del Presidente.
    Las Comisiones cumplieron de manera sobrada con lo que de ellas se esperaba. Los gastos se ajustaron perfectamente al dinero del que dispusieron. Trujillo se gastó en aquellas fiestas 3493,64 pesetas, entregándose el resto (32,61 pesetas) “a la nueva Asociación de la Virgen de la Victoria”, creada ese año para este fin y que habría de continuar en los siguientes lo que en aquel 1920 comenzó.