30 de agosto de 2021

Trabajo de sol a sol

    Como cada año, los calores del estío cambiaron nuestros ritmos. Ha habido que aprovechar el frescor de la mañana o esperar a que el sol se escondiese por las tierras de Portugal para salir. Nada nuevo. El calor aprieta y las calles se vacían al mediodía para volver a tener vida a la caída del sol. Así cada verano, año tras año, siglo tras siglo. 
    Sobre un berrocal y ciudad de granito, la canícula siempre se ha dejado sentir tanto como el canto de las chicharras. Y el concejo tomaba las medidas necesarias para que las fuentes estuvieran limpias y sus aguas saciaran la sed de los trujillanos, el pozo de nieve surtiera las necesidades de los dolientes y el mercado estuviera abastecido de productos de la comarca y aún de más lejos cuando la escasez lo aconsejaba. Y cambiaba los horarios de su propia reunión.
    Hasta 1485, el concejo se convocaba una vez a la semana, generalmente los viernes, decidiendo ese año que serían necesarias dos reuniones del órgano de gobierno de la ciudad, lunes y viernes, dos ayuntamientos con “la misma preminençia e las mesmas facultades”. Si el resto del año los regidores acudían a las ocho a las casas del ayuntamiento, el calor del verano exigía adelantar la llegada y el concejo era convocado a las siete de la mañana.
Miniatura siglo XIII. Museo Chantilly


    También las temperaturas llevaron a buscar en las casas del concejo lugar fresco para reunirse, la sala baja del ayuntamiento. Quizás el verano de 1533 fue caluroso en extremo, pues el 8 de agosto ni siquiera esa sala y esas horas parecieron haber logrado mitigar las temperaturas y el concejo decidió ir más “abajo”: separar una parte de la alhóndiga, adecentarla y hacer las reuniones al fresquito de sus bóvedas

"Que se allane y se encale la sala baxa del alhóndiga. 

Este dicho día los dichos señores  mandaron que la sala baxa del alhóndiga se allane e se encale e adereçe e se ataje e fagan puerta por otra parte al alhóndiga para meter e sacar el pan de la çibdad porque esta sala es buena para de verano fazer ayuntamiento los días del ayuntamiento. E que se comete al señor corregidor e un regidor que lo faga fazer como les paresca".

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    Cuando los regidores llegaban a las siete de la mañana al ayuntamiento, los trujillanos, en esos meses de calor, ya llevaban dos horas en sus tareas. No incumbía al concejo imponer los horarios y son muy escasas las alusiones a cuánto deben trabajar (sí al cómo en sus ordenanzas municipales). Pero el doctor Gaspar de Berlanga, corregidor en 1528 como juez de residencia, debió considerar que la ciudad necesitaba ajustar los tiempos de faena de peones y oficiales que trabajaban en las obras públicas de la ciudad. 
  
 En la decisión del concejo vemos cómo la vida se acomodaba a la luz y parece que toda ella era de trabajo, “de sol a sol”, que el calor del verano exigía comenzar antes con las labores y que una hora más de descanso tras la comida quizás permitiera una corta siesta antes de volver al trabajo, pero este se alargaba y ampliaba. Once horas de trabajo en el invierno, doce en el verano. El calor sigue igual pero, afortunadamente, algunas cosas han mejorado.


1528, marzo 24. Trujillo 

Peones.  Este día, mandaron los señores justiçia e regidores que los peones e ofiçiales que andan a jornal en las obras de la çibdad, que en todo el mes de março vayan a la obra por la mañana antes de las seys e trabajen hasta las seys de la tarde y que deste tienpo tengan una ora para comer y no más e que todo el tienpo que de las dichas honze oras del día faltaren, que se les descuenten del jornal que se les prometiere. Y desde el mes de abril en adelante hasta en fin de agosto, que vayan a las obras a las çinco de la mañana e antes que las dé e salgan de las dichas obras a las ocho e que destas tengan dos oras para comer e reposar. Y el que más se ocupare en otras cosas que se le descuente del dicho jornal segund dicho es. E que con estas condiçiones se entiende que se an de tomar los maestros e peones para las obras de la çibdad. E mandaronlo apregonar.

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 17.5, fol. 184)