15 de mayo de 2022

La capilla del santo madrileño

    Cuatrocientos años han pasado desde que un papa, Gregorio XV, aumentara la ya larga lista de los santos españoles con cuatro nombres especiales: Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Isidro. Hoy, los madrileños festejan a este último, su patrón, en la pradera que lleva el nombre. Flores y lunares, gorras y pañuelos, claveles en el ojal o en el pelo, para celebrar la vida del santo labrador, aquel que en el siglo XII dedicó su vida a la oración, el ayuno y la limosna.
    Custodiado su cuerpo primero en la iglesia de San Andrés de Madrid, “a la parte del evangelio”, su canonización obligará a la ciudad a pensar en un mejor recinto para honrar sus restos, planteando la construcción de una capilla cuyos cimientos aún se están construyendo en 1657.
Iglesia de San Andrés y capilla de San Isidro.
España Artística y Monumental. 1865. Tomo 1, p. 31
    El arquitecto José de Villarreal,  “Maestro Mayor de Obras de la Villa”, será el encargado de retomar su construcción y esta vez se quiso que las obran avanzasen con rapidez y ello supuso implicar a la corte y finalmente a todo el reino. Porque Trujillo (y los trujillanos) pusieron algo más que sus oraciones y pequeñas limosnas para que el santo patrón de los madrileños tuviera su hermosa capilla.


    En las Cortes celebradas en Madrid de 1655 a 1658 estuvo presente Pedro Jacinto Calderón y Chaves, regidor de la ciudad de Trujillo y procurador en Cortes por Extremadura junto al regidor de Mérida, Diego Mesía de Ocampo. Acudieron ambos (a pocas sesiones, por cierto) y el regidor trujillano dio su consentimiento para que quedase sin efecto la prohibición de que la Corona volviese a poner a la venta nuevos oficios de regidores (“un ofiçio de Regidor en cada çiudad, villa o lugar de estos Reynos donde fuesen perpetuos y no añales”) hasta obtener hasta 40.000 ducados con que costear, como limosna, la construcción de la capilla de San Isidro de Madrid. Así se aprobó el 4 de mayo de 1657 y así lo comunicó Felipe IV a la ciudad de Trujillo:

1657, octubre 15. Madrid

El Rey

Por quanto habiendo yo encargado al lizenziado don Antonio de Contreras, cavallero de la Orden de Calatrava, del mi Consejo y Cámara, la superintendencia y dispusición de la obra de la capilla de San Isidro que se está executando y haviéndose representado al Reyno junto en Cortes en las que al presente se están celebrando en la villa de Madrid, que después de tan largo tiempo como el glorioso San Isidro a estado en la iglesia de San Andrés de la dicha villa sin capilla propia, a donde los fieles pudiesen dar el culto devido a cuerpo de tan gran santo, con memoria de los templos que en Francia, Alemania, Catalunia y otras partes tiene su santo nombre, y haviéndose deseado que se haga una obra decente a la beneración de tal santo, se a empezado a hazer y para que sea más agradable a Nuestro Señor se procura salga toda la costa de las limosnas que se dieren para ella, siendo gran suerte para conseguir un efecto tan justo y deseado de todos y tan detenido en tantos tiempos se aya enpezado a executar esta resolución con la liberalidad deste deseo, en la súplica que se hace a todos en nombre del santo por Patrón de mi Corte, que es patria común, y por abogado de los temporales y frutos y Patrón también de todo el Reyno, con que ni en el exemplar ni consequencia estorba para que los lugares de él alienten esta fábrica; con esta consideración el mismo Reyno, por acuerdo suyo de quatro de mayo deste año, a prestado su consentimiento dispensando con lo que le toca con las condiciones de Millones para que yo pueda veneficiar un oficio de Regidor en cada ciudad, villa o lugar destos Reynos demás de los que ay en ellos donde fueren perpetuos y no añales, con calidad que no se exceda de quarenta mil ducados, cuya cantidad se a de aplicar para la limosna de la fábrica de la dicha capilla, encargándose la administración y veneficio de los dichos regimientos al dicho D. Antonio de Contreras, con calidad que la ciudad, villa o lugar que quisiere consumir el que le tocare, lo pueda hacer con que sea antes de averse vendido, dando la quarta parte del precio en que se ubiere vendido el último regimiento (...).

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 143, carpeta 10)

    Trujillo ya tenía demasiados regidores y la ciudad prefirió pagar y que el nuevo oficio se consumiese. Don Antonio de Contreras ajustó con el concejo el pago de 500 ducados que fuesen destinados a la construcción de la capilla madrileña y que salieron de sus ingresos. En dos pagos, don Juan Bautista de Benavente, tesorero del Consejo de Cámara y “depositario de los mrs. tocantes a la dicha obra”, recibió de la ciudad los 500 ducados acordados fruto del arrendamiento de la bellota de sus montes. 
Primitiva arca de San Isidro. Hoy en la catedral de la Almudena.  La Ilustración Española y Americana. 15/5/1893.


    Este año, al cumplirse los 400 años de su canonización, se celebra el primer Año Santo de San Isidro y su cuerpo será expuesto a la veneración de los fieles, pero no será en la capilla que ayudó a construir Trujillo. Desde 1769 se venera en la Real Colegiata de San Isidro, donde fue trasladado por orden de Carlos III.