18 de mayo de 2021

Lope de Urueña, regidor Altamirano

    El grupo de los caballeros controló férreamente el regimiento de Trujillo y con él  una gran cantidad de facetas de la vida económica, política y social que afectaban a todos y cada uno de los habitantes de la ciudad y de su término.  En sus manos estaba el arrendamiento de las dehesas caballerías, el control de los tiempos económicos del sector agrario y comercial (acoto y desacoto de los montes, concesión de licencias para entrar o sacar mercancías del término...), la supervisión de las finanzas del concejo, de la limpieza de la ciudad, del correcto aprovisionamiento de su mercado, de los oficiales que, a costa de la ciudad, proporcionaban los servicios necesarios a sus vecinos... Y todo ello lo hacían conformándose en tres grupos, los linajes, que articulaban mucho más que la vida concejil.
    Altamirano, Bejarano y Añasco, los tres linajes que controlaban y acaparaban el gobierno de la ciudad en un reparto desigual que no parece ser contestado por quienes se encontraban en desventaja. Mientras que las familias integradas en el linaje Altamirano ocupaban la mitad de los cargos concejiles, los apellidos de los linajes Bejarano y Añasco disfrutaban de la otra mitad. Una estructura que aparece ya consolidada a mediados del siglo XIV y que se mantendrá en los siglos siguientes. 
    Cada uno de los linajes acoge a clanes familiares unidos tanto por lazos de sangre como por otro tipo de relaciones y quizás a veces por tradición. En ocasiones, una familia se constituye en núcleo dominante del linaje (lo que ocurre con los Chaves y el linaje Altamirano a partir de la figura de Luis de Chaves) mientras que en otros momentos se diluye ese liderazgo. Pero siempre vemos repetirse en el regimiento apellidos que permiten adscribir sin duda a las familias trujillanas a uno u otro linaje. Y cuando la adscripción no encaja, no hemos de pensar en una ruptura de la familia entre dos linajes sino en el irregular uso de los apellidos entre los hijos. En 1512, dos regidores llamados Pedro de Loaisa (apellido Bejarano) son elegidos regidores; uno lo es por el linaje Altamirano y otro por los Bejarano y bien claro está que cada uno de ellos lo hace representado a su linaje como hijos respectivos de Juan Calderón (apellido unido a los Altamirano) y de Francisco de Loaisa.
    Es una estructura, la del linaje, que siempre se nos aparece como relativamente rígida. Conformados por familiares de apellidos que se repiten, que se emparentan y generan estructuras clientelares tanto en deudos como en criados (en una división vertical que integra a veces incluso a judíos, moros o luego cristianos nuevos), siempre quedan múltiples aspectos por conocer de ellos. Uno de esos aspectos es cómo se produce la inclusión de alguien cuyo apellido es extraño al linaje y cuya procedencia también es ajena a Trujillo, en un momento en el que las elecciones al concejo trujillano seguían fielmente lo que era la costumbre –recogida en ordenanzas- desde hacía siglos.
    El día de San Andrés de 1520 Lope de Urueña, natural y en otros momentos vecino de Tordesillas, tras el correspondiente sorteo de los electores y sacada la bola de cera por la mano de un niño, es elegido regidor de Trujillo por el linaje Altamirano. Tan solo un mes después ya está acompañando al corregidor de la ciudad como único representante del concejo en reuniones de extrema importancia para Trujillo y la corona de Castilla. ¿Cómo se integra y quien es Lope de Urueña, regidor por el linaje Altamirano?
    El arca del concejo conserva muchas de las Actas de sus ayuntamientos. En ellas, solo sus escribanos tienen potestad para escribir, levantar acta y tomar razón de las reuniones y acuerdos del concejo, de las subastas y remates de arrendamientos y obras de la ciudad realizadas bajo el control del escribano y, ocasionalmente, del traslado de algunos escritos o memoriales recibidos o tratados en las sesiones celebradas a campana tañida.
    Por ello, resulta sorprendente que en las actas de 1520 se recoja un acontecimiento que nada tiene que ver con ello y que afecta directamente al poderoso linaje Altamirano. Todo ocurrió el 25 de noviembre en el patio del aljibe frontero con el alcázar de los Altamirano. Un lugar, por tanto, de alta significación y muy representativo para dicho linaje. Allí se reunieron –quedando todo ello fielmente recogido- los regidores que en ese momento representaban al linaje en el concejo y un número significativo y altamente representativo de miembros del linaje; el motivo de tal reunión es incluir en el linaje Altamirano a dos personas hasta ese momento ajenos a él, que “no son hijos de veçinos desta çibdad” y, por tanto sin parentesco directo o matrimonial con otros miembros de algunas de las familias de los linajes. Aquellos a quienes se acogía eran Lope de Urueña y Cristóbal de Ribera, que a partir de ese momento gozarán de los derechos que tienen los miembros del linaje en cuanto a su posibilidad de elección para los cargos del concejo. Su compromiso, bajo juramento, será actuar siempre “en favor del dicho linaje e sus previllejos”. 

Alcázar Altamirano. Trujillo
    Poco sabemos de Cristóbal de Ribera, elegido mayordomo por los Altamirano en 1534, mientras que la figura de Lope de Urueña es bien conocida por quienes han estudiado la hacienda castellana del siglo XVI. Natural de Tordesillas y criado en 1490 del comendador Gonzalo Chacón, mayordomo y contador mayor de los Reyes Católicos, Lope de Urueña alterna la vecindad en su villa natal y en Trujillo hasta que, tras el conflicto comunero, se asiente definitivamente en Valladolid donde fallece. 
    Desde los inicios del siglo XVI aparece como uno de los arrendadores más importantes de las rentas reales, especializado en el arrendamiento de rentas de Extremadura, apareciendo ya en 1500 como recaudador mayor de Trujillo y receptor del cobro de los encabezamientos de alcabalas de Cáceres, Badajoz y los lugares de la orden de Alcántara en 1503. 
    Asentado en Trujillo y vecino de la ciudad donde reside junto al monasterio de San Francisco, hemos de pensar que su integración en uno de los linajes ha de deberse a su mayor cercanía, amistad y relación con miembros del mismo ya que, casado en Córdoba, ninguna relación familiar le unía a Trujillo. Sus conocimientos y relaciones le debieron hacer valioso, en esos años convulsos, tanto para la ciudad como para el linaje que lo acogió y lo integró, quizás con prisas porque apenas cinco días después su nombre era propuesto como candidato a nuevo regidor Altamirano. 
    La suerte y la mano inocente de un niño hizo que Lope de Urueña, natural de Tordesillas, tuviese durante dos años la representación en el concejo de los Altamirano junto a apellidos de tanta tradición en el linaje como Chaves, Calderón y Altamirano.


1520, noviembre 25. Trujillo

En la noble y muy leal çibdad de Trugillo a veynte e çinco días del mes de novienbre, año del nasçimiento de Nuestro Salvador Ihesu Christo de mil e quinientos e veynte años, este día, estando en el patio de los algibes de la dicha çibdad que es çerca de las casas de Fernand Alonso Altamirano, de los muros adentro de la dicha çibdad, algunos cavalleros e hidalgos de la linaje de los cavalleros Altamiranos de la dicha çibdad, espeçialmente Luis de Chaves mayoradgo y Luis de Chaves hijo de Martín de Chaves e el liçençiado Françisco de Herrera e Diego Méndez e Françisco de Gaete, regidores de la dicha çibdad del dicho linaje de los Altamiranos e Nuño Garçía de Chaves e Juan de Hinojosa, hijo de Álvaro de Hinojosa e Diego Mexía e Gutierre de Sotomayor e Fernand Alonso Altamirano e Garçía de Torres e Andrés Calderón e Pedro de Loaysa Calderón e el liçençiado Velázquez e Gonçalo de Carmona e Diego de la Rua e Diego Gonçález Villarejo e Martín Gonçález del Mirón e Juan de Grado e Françisco de Carvajal, criado de Luis de Chaves, del dicho linaje de los Altamiranos, en presençia de mi, Juan Rodríguez Caramaño, escrivano público en la dicha çibdad e su tierra por el reverendo señor el prior e convento del monesterio de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe e escrivano de los hechos del conçejo de la dicha çibdad e de los testigos de yuso escritos, dixeron que por quanto Lope de Hurueña e Christóval de Ribera, veçinos desta dicha çibdad no son hijos de veçinos desta çibdad que fuesen de ninguno de los linajes della, que ellos avían e avieron por bueno de los reçebir al dicho linaje de los Altamiranos para que de aquí adelante sean del dicho linaje e puedan gozar de los ofiçios del dicho linaje de los Altamiranos e de todas las otras graçias que los cavalleros hijosdalgo pueden e deven gozar en esta dicha çibdad e su tierra. E luego los dichos Lope de Hurueña e Christóval de Ribera juraron en forma de derecho que bien e fielmente ternán e guardarán e manternán todo aquello que los otros cavalleros hijosdalgo del dicho linaje son obligados a guardar e que serán syenpre en favor del dicho linaje e sus previllejos e que contra ellos no yrán ni pasarán en ningund tienpo ni por alguna manera e a la confusión del dicho juramento dixeron sy juro e amén. E hecho el dicho juramento, dixeron los dichos señores que los reçebieron al dicho linaje a los dichos Lope de Hurueña e Christóval de Ribera, los quales lo pidieron por testimonio. Testigos que fueron presentes Fernando Cañamero e Pedro Dávila e Benito de Aguilar, cantero, e otros muchos veçinos desta çibdad. Va entre renglones o diz Juan de Grado e Françisco de Carvajal, criado de Luis de Chaves, e Florençio de Santa Cruz, escrivano, e Juan Calderón, vala.

Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 14, fol. 189.