El 9 de mayo la ciudad se engalanaba para festejar
a san Gregorio. Su procesión se iniciaba en la iglesia de Santa María y
recorría las calles trujillanas hasta llegar a los prados, a la ermita de San
Juan, donde se cantaba la misa del santo.
Luego, por supuesto, los festejos de toros que
hacían de esta fiesta unas de las más importantes del calendario festivo
trujillano. San Gregorio, obispo de Ostia, aquel monje benedictino que en el
siglo XI libró a Navarra de una plaga de langosta era el santo protector contra
uno de los azotes más dañinos de nuestros campos.
Por ello, cuando en 1582 las tierras trujillanas se
veían infestadas de langosta, Trujillo decidió encomendarse al santo:
"Este día se acordó y votó desde agora para siempre jamás que
esta çiudad haga fiesta el día de san Gregorio que es a nueve de mayo, por el
remedio de la langosta, para que sea abogado de esta çibdad para que se
destruya y arruyne la langosta y que se livien quatro toros en la dicha fiesta
y se den los quartos por amor de Dios. Y se cometió al señor don Sancho para
que traiga los toros y haga las barreras para ellos por este año".
Ese mismo día, el 2 de abril, la ciudad buscó
remedio más seguro:
"Este día se cometió al señor don Juan de Hinojosa que enbie a
Panplona por el agua santa para los lagostos y envíe un onbre de a cavallo y
otro onbre de a pie con una mula para que traiga una carga de agua con
testimonio que es del agua santa que se traxo a Plasenzia y que el mayordomo
del pan de dinero para este gasto".
(Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 43, fol. 516)
Porque allí, en tierras navarras, las reliquias del santo producían agua santa cuando, tras la procesión en su honor, se la hacía pasar por los restos de la cabeza de san Gregorio:
"El engaste de plata de la cabeça del santo tiene en lo mas alto
un agugerito relebado y dorado por donde se echa de ver el casco de la misma
cabeça y otro agugero en su cuello, en correspondencia de aquel alto, y ay en
la Basílica para este ministerio una vacía con sus barras por encima, y un caño
al un lado (...) y vase echando agua por el, que colando por toda la cabeça, y
bañándola viene a salir por el agugero del cuello a la vacía (...) y se va
recogiendo en unas redomas y garrafas grandes de vidrio (...) y en estas redomas
se lleva a vaciarla en dos tinajas".
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Con gran ceremonia se dispensaba el agua a quienes
acudían al santuario a solicitar la ayuda del santo y que serviría para
"bendecir los campos y
derramarla en ellos en los sitios y partes donde ubiere langosta, pulgón
loco y otras savandijas que acen daño a los panes y árboles".
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Y allí, al valle de la Berrueza, cumpliendo el
mandato trujillano, acude Diego de Cuevas para llevar a los campos extremeños
cuatro arrobas del agua milagrosa. Con certificado de autenticidad y con claras
instrucciones de uso.
1582, abril 18. Sorlada.
En la casa de señor Sanct Gregorio, districto del lugar de Sorlada,
valle de la Berrueça, Reyno de Navarra, llegó oy miércoles en diez y ocho días
del mes de abril de mil e quinientos y ochenta y dos años, Diego de Cuevas,
vezino de la çiudad de Truxillo, por el agua pasada por las sanctas reliquias
de señor Sanct Gregorio, con testimonio de cómo la lleba en cantidad de quatro
arrobas de la dicha agua y de lo que dexa en esta sancta casa. Doi fe yo, don
Gregorio, abad de la parrochial iglesia del dicho lugar de Sorlada, cofrade de
la cofradía de señor Sanct Gregorio, tenedor de la dicha agua por mano y orden
del abad administrador y de los demás cofrades de la dicha casa, que di al
dicho Diego de Cuevas, vezino de la dicha çiudad de Truxillo, del agua sancta
pasada por las sanctas reliquias que para este efecto tengo por el dicho orden
en cantidad de quatro arrobas, como el dicho Diego de Cuebas la pidió. Dexó
doze reales para la luminaçión de la dicha casa de señor Sanct Gregorio y dio
quatro reales al capellán de la dicha casa, que le dixo una misa interçediendo
por la dicha çiudad de este glorioso sancto. De lo qual todo doi el dicho don
Gregorio testimonio y fe verdadera, por al presente no aver escribano real que
ansi lo biese, como todo lo suso dicho es ansí verdad y pasó en presençia de
los reverendos don Pedro Guerra, sovicario e capellán de la dicha casa y don
Miguel de Villoria, vicario en el dicho lugar de Sorlada, a una con los quales
firmé en el día, año, mes arriba dichos.
Miguel de Villoria (rúbrica) don
Gregorio de Oco abad de Sorlada (rúbrica)
don Pedro de la Guerra (rúbrica)
El orden de echarse esta sancta agua y usar de ella es el siguiente
Lo primero que se ará es arreverentia deste glorioso sancto Gregorio,
ovispo hostiense y confesor, guardarle su fiesta a nuebe de mayo e aser
proçesión por donde fueren servidos cada un año desde aquí.
En el día que se determinare de echar esta sancta agua, lo
principiarán a echarla e usar della en cada un año en el tal día, si no fuere
el dicho día noveno de mayo porque está dicho, aran proçesión e dirán misa de
un confesor pontifiçe con el ofiçio ordinario y esas orasiones que ay lleba. Y
tomarán del agua sancta los clérigos y gentes devotas en conpañía, vestidas sus
sobrepelliçes y estolas eclesiásticas, irán por los canpos y junctos derramando
de la agua. Y quando les paresçe se acaba, le mezclen de la vendezida i pasarán
los evangelios y vendiçión de término a ordinario diçiendo himnos de confesor
pontífice, antíphonas y debosiones sanctas con alguna de las dichas orasiones
que ay ban, y con esto y gran fe en que todos nos emos de salbar e intercesión
deste glorioso sancto esperamos todos avrá en todo el suceso que se espera como
ya es mui largo y esperimentado negoçio.
Don Gregorio de Oco (rúbrica)
(Archivo Municipal de Trujillo.
Legajo 56.15)
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