12 de noviembre de 2011

La voz del pregonero

    La capacidad normativa y de autogobierno de la ciudad de Trujillo tiene su plasmación más clara en la redacción de ordenanzas municipales, ya que suponen la afirmación y expresión de la entidad jurídica y legislativa que el concejo tiene. A través de ellas, el concejo reglamenta la vida económica de la ciudad y su tierra e incluso otros muchos aspectos de la vida diaria de sus habitantes.
    El Archivo Municipal de Trujillo guarda una importante colección de ordenanzas municipales que permiten conocer a lo largo del tiempo aspectos tan diferentes como la reglamentación de su actividad artesanal, mercados o cuestiones agrarias y ganaderas.
    Sin duda, la guarda y conservación de los montes es un capítulo fundamental de las preocupaciones del concejo, dado su significado económico, y por ello reglamenta igualmente su uso y disfrute a través de las ordenanzas.
    Pero ordenar no siempre implica cumplir. La presión que sobre las zonas de montes se ejercen lleva a la ciudad a imponer fuertes sanciones de acuerdo a su normativa, y esas sanciones son a veces recurridas ante la Chancillería de Granada. Para dar mas fuerza a su capacidad sancionadora, la ciudad presenta sus ordenanzas sobre guarda y conservación de montes ante el rey, suplicándole su confirmación"para que se guardassen e cumpliessen".
    En provisión otorgada en Madrid el 23 de octubre de 1595, Felipe II confirmaba y sancionaba las ordenanzas trujillanas, y pocos días después se daban a conocer a la ciudad.
    Gracias a Marisa López Rol, archivera del Ayuntamiento de Trujillo, el arca se vuelve a abrir. No queremos ahora conocer el contenido de las mencionadas ordenanzas, sino cómo el concejo presenta ante sus vecinos la confirmación real. Y ninguna ocasión mejor para que todos lo conozcan que hacerlo en el mercado. Y por supuesto, un jueves. En los dos recintos de mercado, la plaza mayor y la de la Encarnación, la música dio paso a la voz del pregonero.


1595, octubre, 26. Trujillo

En la muy noble e muy leal ciudad de Trugillo, en veynte y seis días de el mes de octubre de mil y quinientos y noventa y cinco años, se juntaron la justicia y regidores de esta ciudad. Conviene a saber el licenciado Franco de Saravia, alcalde mayor en ella por el Rey nuestro Señor, y Hernando de Orellana y Juan Piçarro de Carvaxal, regidores dela dicha ciudad, y Diego del Saz, regidor della, por ante mi Bartolomé Díaz, escrivano de el número e ayuntamiento de la dicha ciudad, aviendo visto las ordenanças de los montes de esta ciudad y confirmadas por su Magestad, las mandaron guardar y cumplir como su Magestad por ellas manda, y que se pregonen en las plaças y mercados de esta ciudad, y se embien a publicar a los lugares de su termino y ansí lo proveyeron e firmaron de sus nombres: va enmendado veynte, el licenciado Franco de Saravia, Hernando de Orellana, Juan Pizarro de Carvajal, Bartolome Diaz, escrivano.
    Este día mes y año dichos, estando en la plaça y mercado principal de esta ciudad a donde avía mucho concurso de gente, ansí vezinos de la dicha ciudad como de los lugares de su tierra, aviendo tocado los atabales y trompetas de esta ciudad, y la música de las chirimías, por boz de Christoval Pérez pregonero fueron pregonadas las dichas ordenanças y confirmación dellas fechas por su magestad en altas bozes de bervo ad verbum, como en las dichas ordenanças y confirmación se contiene, siendo testigos Alonso Leonardo y Alvar Sánchez Bezerra y Gerónimo López, y otros muchos vezinos de la dicha ciudad. Bartolomé Diaz escrivano.
    En la dicha ciudad de Trugillo, en este día mes y año dichos, estando en la plaça y mercado de la Encarnación de esta ciudad a donde se haze el mercado de los ganados, aviendo tocado la música de los ministriles de esta ciudad, Chrystoval Pérez pregonero, pregonó en altas bozes las dichas Ordenanças y confirmación dellas de bervo ad verbum, como en ellas se contiene, siendo testigos García de Gironda y Francisco de Trugillo e Juan Donayre y Francisco Blanco, alguacil mayor y otros muchos vezinos de la dicha ciudad. Por ende en fe y testimonio de verdad fago aquí mi signo acostumbrado, Bartolomé Diaz escrivano.

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 222.6. Folios 3r-3v.)

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