En Trujillo, las puertas siempre fueron un elemento fundamental de la ciudad amurallada. Vanos defendidos por quienes vivían detrás de ellos y apetecidos por quienes, anhelantes, deseaban entrar para disfrutar de la ciudad, ya fuera en tiempos de paz o de guerra.
Son las puertas espacios con doble mirada, desde una y otra de sus partes. En ocasiones se convirtieron en férreas defensas hacia el exterior, cuando protegían a la ciudad de pestilencias y enemigos. En otras, su control y dominio representó un elemento más de poder y prestigio de algunas familias de la ciudad. También permitieron estrangular salidas y accesos al exterior para quienes no fueran familiares, deudos o cercanos de quienes se convirtieron en verdaderos cancerberos. Y entonces la ciudad abrió nuevas puertas -como la de San Juan o Palomitas- que en ocasiones, pasado el tiempo, fueron desapareciendo físicamente y de la memoria de los vecinos.
Cuando los momentos de guerras y conflictos se alejaron, la ciudad se ocupó de que las puertas de su muralla siguieran cumpliendo su función de cierre y acceso a la ciudad alta, a la “villa”.
1508, abril 23- agosto 11. Trujillo
Puertas de la çibdad. Diego de Orellana dize que tiene ygualadas cada carga de madera con Gonçalo Piçarro para las puertas de Santiago y la de San Juan y la de Santa Cruz y la de Hernán Ruiz a ochoçientos mrs. cada carga puesta en esta çibdad en el alhóndiga. Que se conpre lo que fuere menester.
Puerta Dalba. El alcaide de la fortaleza suplica le manden alçar la puerta Dalba para que pueda pasar carreta por ella porque es provechoso para la çibdad y porque está para se caer. Lo yrán a ver el señor corregidor y Gonçalo de Torres.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 9, fols. 118v. y 171r.)
Puertas fuertes y altivas para las que, a finales del siglo XV, los pintores Alonso Gonzáles y Álvaro Ponce hicieron gala de su maestría. Y aunque el arca no nos deje ver el contenido de su obra, sí nos cuenta la riqueza de su ejecución.
1498, enero 29-marzo 26. Trujillo
Pinturas. Libramiento. Retablos. Alonso Gonçález e Álvaro Ponçe, pintores, piden que les manden librar IIUCC mrs. que dixeron que montan en el terçio postrymero de los retablos de las puertas de la çibdad, que está fecho ya la obra e que los manden asentar que se ahuman en casa. Mandan que se faga cuenta con ellos e lo que se fallare que se les deve, mandan gelo librar en Gonçalo de Çervantes, mayordomo.
Retablos. Que se entienda en hazer conprar çinquenta panes de oro que diz que son menester para acabar de dorar los retablos de las puertas de la çibdad. Que los conpre el mayordomo.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 6.8. Fols. 6v. y 39r.)
Quizás la obra de ambos pintores fuese la que en 1519 sufría el deterioro que Gonzalo de las Cabezas señalaba en el ayuntamiento y que pronto la ciudad trataría de enmendar.
1519, marzo 14. Trujillo
Puertas. El veedor de las obras suplica a vuestras merçedes que manden renovar a señor Santiago y la cruz que está a la puerta de Santa Cruz, que está muy maltratado. Respóndesele que se verá.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 13, fol. 177r)
1520, diciembre 31. Trujillo
Puertas. Este día, los dichos señores mandaron que se apregone quien quisiere pintar las ymágenes de las puertas de la villa y que se de a pintar.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 14, fol. 209r.)
Poco más nos cuenta el arca de estas puertas, de su aspecto y ornato, de las armas reales que en ellas declaraban una y otra vez el carácter de ciudad realenga de Trujillo, de los símbolos de poder y preeminencia de linajes y familias trujillanas cuyos blasones en piedra aún adornan las puertas de la cerca de la ciudad. Pero, como otras veces, otras arcas nos ayudan a contemplar lo que hoy no está en esas puertas y que otros, “por su persona y propia vista de ojos”, nos contaron.
Acababa el mes de enero de 1544. El concejo de la ciudad había recibido a los primeros regidores cuyos títulos no se basaban en la elección de los linajes en el día de San Andrés sino en la compra a la Corona de tal merced. Bernardino de Tapia, del linaje Añasco, fue el primero, el 25 de enero, en presentar la provisión real que acreditaba su título de regidor y junto a él presentaba igual documento Juan de Solís, del linaje Bejarano. Un día después lo harían dos regidores del linaje Altamirano, Juan Cortés y Juan Pizarro de Orellana, éste representado por Juan de Herrera, en su nombre y con su poder al estar desterrado en ese momento de la ciudad y refugiado en su dehesa de Magasquilla. Tras ellos, en los días y meses siguientes, irían llegando los nuevos regidores y comenzando un litigio que duraría 6 años. ¿Dónde sentarse? ¿En qué orden? ¿A la derecha o la izquierda de la justicia? Sentados Bernardino de Tapia a la derecha del corregidor y Juan de Solís a su izquierda, parecía ponerse en peligro la preeminencia que los Altamirano siempre habían tenido en el cabildo (sentados a la derecha del corregidor y siempre los primeros en emitir su voto) en un nuevo orden que no lo respetaba.
En su protesta, el nuevo regidor Juan Cortés, Altamirano, tuvo claro su argumento. Solo había que mirar las puertas de la ciudad para darse cuenta del lugar y el papel que debían ocupar los Altamirano, conminando al corregidor Diego Ruiz de Solís a que acudiese a la puerta de Santiago, a la de San Juan y a la de Hernán Ruiz (hoy llamada del Triunfo), “onde hallará las armas de los tres linajes esculpidas en piedra todas de una forma”.
Escudos de la puerta de Santiago |
El día 30 de enero de 1544 el corregidor Ruiz de Solís, junto a algunos testigos y el escribano
Florencio de Santa Cruz, se acercó a la puerta de Santiago “donde halló dibuxado un Santiago en una tabla pintada y metida en una caxa de piedra y al lado derecho las armas reales e baxo dellas un escudo de diez roeles y por detrás de la puerta estavan otras armas reales y baxo otro escudo con diez roeles que dizen que son las armas de los Altamiranos”.
La más reciente de las puertas de la ciudad, la de San Juan, también lucía sus escudos y en ella el corregidor halló “una ymajen de Sant Juan en una tabla metida en una caxa y al lado derecho un escudo con un león y quatro cabeças que dizen son las armas de los Bejaranos y al lado yzquierdo otro escudo con una cruz en medio y quatro veneras a los lados que dizen que son de las armas de los Añascos y en medio como otro asyento para un escudo y ençima de la puerta las armas reales”.
A decir de alguno de los testigos, el lugar central vacío que debía presentar las armas de los Altamirano (“como otro asyento para un escudo”) era algo intencionado y no podía explicarse sino por el deseo de algunos (“con dolo y malicia”) de quitar el escudo de los Altamirano de la puerta, donde antiguamente lucía, quizás en recuerdo de las razones por las que la propia puerta se creó.
Por otros motivos, contaba García de Tapia, el hijo de Gómez de Tapia, los Añasco no estaban presentes en la puerta de la Vera Cruz (hoy de San Andrés). Se negaron a que su escudo se situase a la izquierda, “dyziendo que las armas de los Añascos avían de estar a la mano derecha de los Altamiranos, que avían de estar en medio”, petición que no fue aceptada y llevó a su procurador, Alonso de Tapia, a pedir que el escudo de su linaje no se esculpiese en la puerta.
Por último, el corregidor fue hasta la puerta de Fernán Ruiz, junto a la casa de los señores de Orellana de la Sierra, y allí de nuevo contempló los escudos de los linajes, las armas de la Corona y el retablo que lo adornaba. Un San Miguel que con San Juan, Santiago y una cruz dominaron y protegieron las principales puertas de la ciudad de Trujillo.
Puerta de Hernán Ruiz o del Triunfo |
1544, enero 30. Trujillo
Y luego, el dicho señor corregidor fue a ver avido la puerta de Hernán Ruiz, que es entrada a la dicha çibdad, donde se halló en una caxa un Sant Miguel en una tabla y por baxo della estava un escudo en medio con diez roeles que diz que son las armas de los Altamiranos y luego a la mano derecha estava otro escudo con un león y quatro cabeças, que dizen que son las armas de los Bejaranos e al otro lado del, a mano izquierda, estava otro escudo con una cruz e quatro veneras, que dizen que son las armas de los Añascos, e por la otra parte de la dicha puerta, a la parte de fuera, estava un escudo con las armas reales.
(Archivo General de Simancas. Cámara Real de Castilla. Legajo 516,7)
No hay comentarios:
Publicar un comentario