Más de tres años tuvo que esperar Belén para ver consagrado
su cementerio y poder enterrar cerca a sus difuntos.
Acordada por el ayuntamiento trujillano, en octubre de 1883,
la construcción de un cementerio en ese arrabal, junto a la ampliación del
propio camposanto de Trujillo y la mejora del de Huertas de Ánimas, la urgencia
que entonces quiso darse a esta decisión irá lentamente desapareciendo y el
proceso pareció a veces detenerse y casi olvidarse.
Entorno de Belén. Mapa 1889. Archivo Municipal de Trujillo |
Primero se debatió el lugar donde se construiría, pensando
inicialmente en la cerca llamada de la “Calleja”, cuyo propietario, Juan
García, no vio con buenos ojos tal elección, ofreciendo como alternativa otra
de su propiedad que no fue del gusto de la corporación. Y así acabó 1883 y gran
parte del año siguiente, pues aunque en la sesión del 7 de julio de 1884 volvió
a recordar la Junta Local de Sanidad al consistorio la necesidad y urgencia del
nuevo cementerio en Belén, en el mes de
noviembre todo seguía igual:
“Es lo cierto que a pesar del tiempo transcurrido no solo no
se ha llevado á efecto la tasación de la finca como se acordó, sino que se han
hecho repetidos reconocimientos en distintos puntos sin que se haya resuelto
definitivamente dónde se ha de emplazar el nuevo cementerio”.
Decididos a resolver este punto, el ayuntamiento nombró ese
mismo día una comisión que, tras reconocer de nuevo el terrero, designara una
definitiva ubicación. Será esta comisión, formada por Miguel Borrallo, Matías
Nogales, Antonio Luengo Pérez y el arquitecto municipal, Sebastián Rebollar, la
que encuentre el lugar conveniente, al este de Belén, a unos mil metros de sus
casas. La cerca de “Palallana”, de Juan Diego Bravo, lindaba al norte y oeste
con callejas y reunía las condiciones
necesarias “y por su posición no es perjudicial á la salud de los
moradores del arrabal”. Eso era lo que afirmaba la comisión y era lo que
necesitaba el ayuntamiento para ordenar que Rebollar, el arquitecto municipal, procediera
a levantar el plano, realizar el proyecto y elaborar el presupuesto del ansiado
cementerio.
Elegido el lugar, debía contarse con la cesión de la propiedad, por lo
que se trasladó la decisión al dueño de la cerca, que contestó escuetamente al
escrito: “Desde luego estoy conforme, siempre que la tasación me
convenga”.
El espacio delimitado, sembrado entonces de cebada, suponía una
superficie de unos 2.600 metros cuadrados por los que el ayuntamiento ofreció
875 pesetas que en principio parecieron poco a Juan Diego Bravo, quien señaló las
1.000 pesetas como el precio medio de la fanega de otras tierras. Ante la
insistencia de Trujillo, que le ofrece la posibilidad de nombrar un perito que
en su nombre evalúe el terreno, finalmente Juan Diego Bravo, ya en abril de
1885, acepta el precio fijado por el ayuntamiento.
Pero si para esta comisión y el propio ayuntamiento trujillano, la cerca
elegida reunía las condiciones adecuadas para ser el lugar de descanso eterno
de los futuros difuntos de Belén, para sus vecinos vivos no era el lugar que
más les convenía a ellos y a su salud y así, en diciembre de ese año de 1884,
dirigen al consistorio de Trujillo un escrito que solicita una nueva elección:
1884, diciembre 8. Trujillo
Tomás
Martín Bravo, Manuel Robledo Borreguero y Antonio Martín Bravo, vecinos de esta
ciudad y moradores en el Arrabal de Belén, según sus cédulas personales números
3989, 4025 y 4139 respectivamente, en nombre de todos los vecinos de dicho
Arrabal a V.S. atentamente exponen: Que en virtud de hallarse señalado el cementerio
para expresado arrabal en un sitio que cada vez que llueva arrastrarán las
aguas en sus corrientes todas las sustancias emanadas de los cuerpos dados
sepultura en él á una fuente que le es muy esencial al pueblo, por ser su agua
potable y buena para los que padecen del estómago; en su virtud
Suplican a
V.S. se sirva ordenar á la Comisión de obras rayen dicho cementerio en otro
sitio que no perjudique á la fuente, por causa de que hay años que no podemos
surtirnos mas que de dicha fuente por ponerse el agua del pozo que comúnmente
nos surtimos en un estado tan insalubre que no podemos hacer uso de la que
contiene. Es justicia lo que pedimos a V.S. cuya vida guarde Dios muchos años.
Trujillo,
ocho de Diciembre de mil ochocientos ochenta y cuatro.
Archivo
Municipal de Trujillo. Legajo 1084.3.
Ninguno de los argumentos presentados por los vecinos de Belén hizo
cambiar de idea al ayuntamiento de Trujillo, que situó definitivamente en la
cerca "Palallana" el lugar para edificar el nuevo cementerio, aunque tal decisión
no hizo sin embargo acelerar el proceso, que hubo de ir resolviendo otros
asuntos y no fue menor el de la financiación. Teniendo en cuenta que la iglesia
parroquial de Belén, la de San Andrés, era la más cercana al futuro cementerio,
debía contarse con sus fondos para su construcción, pero también era consciente
el ayuntamiento de que tales fondos eran pocos y que, en palabras de su párroco
no le permitían sino atender a las necesidades del culto.
Eduardo Herbás. Plano Cementerio de Belén. AMT. Leg. 1084.3 |
Fue preciso acudir entonces a los fondos municipales, escasos siempre y
que no podrían cubrir la totalidad de las obras proyectadas por el arquitecto
Rebollar. Y Belén tuvo que esperar, pues, siguiendo el dictamen de la Comisión
de Obras públicas y Sanidad, el ayuntamiento siguió considerando necesario
construir un nuevo cementerio en Belén y ampliar el de la ciudad pero el orden
habría de marcarlo la necesidad y el ensanche del cementerio de la Vera Cruz
sería lo primero.
Y así acabó 1885 con lugar elegido, con nuevo presupuesto que, esta vez
sí, incluía una partida para el nuevo cementerio, con un proyecto realizado por
el arquitecto Rebollar aprobado y sin alegaciones tras ser expuesto a
información pública pero sin cambios al iniciarse el nuevo año. Y además sin
arquitecto municipal que llevase a cabo el proyecto, pues Sebastián Rebollar se
despedía de la corporación en la sesión del 28 de diciembre.
Nada nuevo
vuelve a decirse del ansiado cementerio hasta que llegue a la ciudad un nuevo
arquitecto. Eduardo Herbás llegaba a Trujillo desde Cáceres en agosto de 1886 y se hacía cargo de los
proyectos en suspenso de su antecesor. No sabemos qué diferencias introdujo
sobre lo ya hecho y si atendió al informe que casi dos años antes había
solicitado el ayuntamiento
“Por último acuerdo: que se pida al juzgado municipal nota del
nº de defunciones rejistradas en los diez años últimos con referencia al
arrabal de Belén y se pase al arquitecto para que lo tenga presente al formar
el proyecto para el cementerio de dicho arrabal”[1].
La llegada de Herbás aceleró todo. Fue el cementerio de Belén quizás la
primera de las obras que proyecta para la ciudad y está lista ya en octubre. A
partir de ese momento todo discurre ya con la velocidad habitual de cualquier
proceso administrativo: proyecto, memoria, publicación en el Boletín Oficial de
la Provincia, subasta de la obra y adjudicación al maestro alarife Antonio
Gutiérrez Quintero, que ofreció hacer la obra por poco más de 2 pesetas por encima
del precio inicial de la subasta, 5.551, 88 pesetas.
Eduardo Herbás. Fachada Cementerio de Belén. AMT. Leg. 1084.3 |
Adjudicada el 21 de diciembre, la obra se iniciaba al comenzar el nuevo
año de 1887 y empezaba a construirse un
cementerio largo tiempo pedido y que hoy poco ha cambiado en su estructura de
lo que proyectó Herbás. Sin nichos entonces, Belén tenía por fin un cementerio
Católico y Civil, con osario y depósito además de un limbo no bendecido para
los párvulos fallecidos sin bautizar y, sobre todo, una tierra que por muchos
años acogió el último descanso de sus vecinos.
1887,
enero 3. Trujillo
Sr. Alcalde Presidente del Ilustre
Ayuntamiento de esta ciudad
En cumplimiento de las órdenes que V.S. se
sirvió comunicarme, he ordenado al contratista de las obras para la
construcción de un Cementerio Católico y Civil en el arrabal de Belén, D.
Antonio Gutiérrez, que diera principio á las obras por él subastadas,
habiéndolo así verificado en el día de hoy.
Lo que tengo el honor de poner en
conocimiento de V.S. á los efectos consiguientes.
Dios guarde a V.I. muchos años
Trujillo 3 de Enero de 1887
El arquitecto.
Eduardo Herbás
Archivo
Municipal de Trujillo. Legajo 1084,
3.
E. Herbás. Fachada capilla del cementerio. AMT. Leg. 1084.3 |
E. Herbás. Lateral capilla del cementerio. AMT. Leg. 1084.3 |
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