3 de enero de 2016

El reloj del arrabal

       A las puertas de la iglesia de San Martín, y ante el regimiento de la ciudad, el 20 de enero de 1534, el licenciado Luis Pérez de Palencia presentaba la carta de su nombramiento como juez de residencia de Trujillo. Como tal, su cometido habría de ser investigar el modo de proceder del corregidor saliente, Bernardino de Ledesma, escuchando cuantas quejas se presentaran sobre su actuación y la de sus oficiales, en un procedimiento judicial –el juicio de residencia- que fiscalizó y controló durante siglos la labor de los funcionarios públicos al finalizar su mandato.
       Como nueva autoridad judicial de la ciudad, el licenciado Pérez recibió en ese acto las varas del teniente de corregidor y del alguacil mayor y, junto al resto del concejo, se trasladó a las casas del ayuntamiento donde prestó juramento.
      Comenzó entonces su tarea de investigación del comportamiento de Ledesma, al mismo tiempo que ejercía las labores normales de un corregidor, presidiendo las reuniones concejiles.
     Apenas cinco días después, la ciudad le encomienda que resuelva una importante necesidad: la iglesia de San Martín, el arrabal, necesita un reloj. El de Santa María estaba lejos y su sonido no llegaba al Trujillo que se esparcía por la plaza del arrabal y las calles que de ella salían. En sus manos dejaban el asunto dándole libertad para disponer aquello que más conveniente le pareciere. Y eso hizo el licenciado Pérez: tomó consejo de los maestros canteros de la ciudad y, con el proyecto decidido, mandó que se pregonase para buscar quien quisiera realizar la obra.
      Pero pocos días antes del remate, tres de los regidores muestran su posición contraria, no a que se instale el reloj sino a los cambios que parecía que habrían de hacerse en la torre de San Martín, porque elevar su altura casi 10 metros más para colocar el reloj les parecía una obra demasiado costosa e innecesaria.


1534, febrero 13. Trujillo
Relox.
Este dicho día, los señores Diego López de Ribadeneyra e Martín de Chaves e Gerónimo de las Cabeças, regidores dixeron que por quanto a sydo acordado e proveido por merçed al señor juez que fiziese poner un reloz en la torre de la yglesia de San Martín desta çibdad y su merçed a fecho apregonar e mandar pregonar que la torre se alçe para ello çierta cantidad, que le piden e requieren que la dicha torre no alçe y que el reloz le ponga como la torre no se alçe más de como está. E ansy lo pidieron por testimonio.
E luego el dicho señor juez dixo que al tienpo que él tomó la vara en esta çibdad, que muchos veçinos della que biven en el arraval lo encargaron e pidieron que porque el reloz que está arriba en la çibdad no se oya en los arravales y se pasava el año que no oyan ora ninguna, que toviese por bien que porque se oyese en los arravales, que se pusyese un reloz en la yglesia de Sant Martín desta çibdad para que todos lo oyesen e aprovechase a todos e vista la neçesidad que del avía, él lo propuso en el ayuntamiento delante de los dichos señores regidores y paresçiéndoles bien le encargaron que él toviese cargo de lo fazer poner como le pareçiese e por bien toviuse e lo pusyese e lo pusyese e que él llamó a los ofiçiales canteros de la çibdad para que ordenasen la manera de lo que se podía e devía fazer para lo poner e que los dichos ofiçiales ordenaron la manera de cómo se avía de fazer para que bien estoviese e con ella él vino a dar cuenta al ayuntamiento e a mostrársela y le respondieron que no hera menester mostrársela syno que fyziese lo que le estava cometido y que ansy conforme a la misma orden que estava dada por los dichos maestros lo puso en pregón y se a pregonado çiertos días y está aperçebido el remate para el domingo venidero e que el domingo se a de rematar pero que sy a todos los señores rexidores les pareçe que no se deve hazer, que no se haga.
E luego, el señor Pedro Suárez de Toledo, regidor, dixo que porque el dicho reloz es muy neçesario de se poner en la dicha torre y está cometido al dicho señor juez, que su voto e pareçer es que se faga e ponga como conviene e al dicho señor juez le pareçiere.
El dicho señor Juan Barrantes dixo que todo lo que conviene que se faga en la torre para poner el reloz, que su voto es que se faga como convenga, pues que se cometió a su merçed.
El dicho señor Ferrando de Loaysa, rexidor, dixo que dezía lo mismo que el dicho señor Pedro Suárez e Juan Barrantes, rexidores.
El dicho señor Juan de Hinojosa, rexidor, dixo que muy bien que el dicho reloz se ponga en la torre de Sant Martín, pues que está cometido al dicho señor juez y lo faga como le paresca e como convenga, de tal manera que el reloz que está arriba en Santa María no se pierda.
Este dicho día, el dicho Ferrando de Carvajal, rexidor, dixo que pues el dicho reloz se cometió al dicho señor juez para que lo hiziese poner, que su voto e pareçer es que se ponga el dicho reloz e se alçe la torre todo lo que fuere menester para lo poner, que está muy bien porque del ay mucha neçesidad en esta çibdad.
Otrosy, los dichos señores Martín de Chaves e Ribadeneyra e Gerónimo de las Cabeças, rexidores, dixeron que en quanto a lo que dize el dicho señor juez de traer las condiçiones al ayuntamiento, que nunca tal oyeron ni tal vieron y que sy pensaran que la torre se avía de subir más de como agora está y que agora dize el señor juez que se a de subir quarenta pies, que es mucho gasto para la çibdad y cosa eçesyva e que para dar limosna a una iglesia o monasterio es menester liçençia e facultad de sus Magestades, que lo piden y requieren como rexidores e personas que no vieron las condiçiones que su merçed dize que traxo al ayuntamiento, que no faga la dicha obra y que sy lo pusiere, que lo ponga de otra manera e a menos costa como ellos dirán y protestavan de lo dicho e ordenado sy neçesario fuere.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 20.14, fols. 109v-110v)

Cinco regidores fueron pues favorables a acometer la obra en San Martín que permitiese instalar en su torre un reloj y la documentación hace pensar en un principio que el proceso siguió adelante. Rematada la obra por 50.000 mrs. en el cantero Martín de Legorreta, vecino de la ciudad, el 16 de febrero éste presentó a sus fiadores, Diego Serrano y Juan Casco, entalladores, comprometiéndose a que “fará la dicha obra e porná luego mano en ella e no alçará della mano fasta la fazer e fenesçer e acabar”. Sin embargo, los regidores contrarios a tal actuación no desistieron en su posición, argumentando que el mandato recibido por el juez de residencia fue situar un reloj en San Martín y no modificar su torre, ya que emplear dineros de los propios de la ciudad en esta nueva obra, ajena al concejo, requeriría licencia de la Corona, que no se tenía, llegando incluso a conminar al mayordomo, Cristóbal de Ribera, para que no procediese al desembolso de los 50.000 mrs., amenazándole con “que si lo pagare, que no se le tomará en quenta”.
Desde la década anterior, la iglesia de San Martín estaba en obras, habiéndose iniciado en 1526 la ampliación del templo en su capilla mayor. En 1534 las obras continuaban y la ciudad había contribuido con importantes cantidades en los cinco años anteriores, satisfaciendo en ese momento los 50.000 mrs. que aún restaban por pagar de 1533. Era cantidad suficiente para cubrir el coste de la obra de la torre y colocar el reloj. Pero parece que los regidores contrarios a modificar la torre tienen una mejor idea de cómo emplear los dineros concejiles:
Este dya[1] los dichos señores regidores dixeron que será más útil y provechoso para la iglesia de señor San Martín, porque está descubierta y es la prinçipal perruchia que ay en la çibdad y quantos aylli (sic) van a oyr el devino ofiçio reçiben mucha pena quando llueve o faze frío, que piden y requieren al dicho señor juez que tenga por byen que quatroçientos ducados que se pueden gastar en la obra de la dicha torre y relos porque será más sustançial por agora cubrir la dicha yglesia, que le piden y requieren que estos quatroçientos ducados se gasten en cubrir la dicha yglesia, que después Dios dirá si se hubiere de fazer el relos para lo fazer”.
 Esta posición será la que se mantenga y la torre debió esperar hasta 1546 para ser transformada, aunque los trujillanos del arrabal disfrutaron pronto de un reloj. El juez de residencia Luis Pérez de Palencia no pudo completar el encargo recibido de la ciudad, que quizás reiteró la petición al nuevo corregidor que en septiembre de 1534 llegó a Trujillo, Antonio V puercosimpien las calles 392ereuno su puereta 384 habla de ello)ázquez de Cepeda. Pocos meses después el deseo de tener un reloj en San Martín se verá cumplido.

1535, abril 5. Trujillo
Que se enbíe a Toledo por un maestro para un relox.
Este dicho día los dichos señores mandaron que se enbíe a Toledo por un maestro para que se haga en esta çibdad un relox de mano en el arrabal, en la parte e logar que paresçiere que mejor esté. Y que la çibdad le pagará su trabajo de venida y estar y buelta conforme al asiento que con él diere el alcalde mayor de Toledo, a quien mandaron que se escriba sobre ello.
          (Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 20.14, fol. 265r.)


[1] 21 de febrero de 1534. AMT. Leg. 20.14, fol. 114r.



Iglesia de San Martín con el chapitel del reloj realizado en 1555 por Sancho de Cabrera





[1] 21 de febrero de 1534. AMT. Leg. 20.14, fol. 114r.

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