14 de julio de 2015

Plazuela del Azoguejo

     Las ciudades que hoy conocemos son el resultado acumulativo de decisiones tomadas a lo largo del tiempo. Hechos físicos y, sobre todo, decisiones que siempre pensamos son institucionales, han ido conformando el espacio vivo y vivido en el que nos reconocemos.
    Sin lugar a dudas hay múltiples decisiones individuales o colectivas que son fundamentales para conocer el devenir de nuestras ciudades, de sus calles y sus plazas. Sus nombres, estructuras y formas están salpicadas de acontecimientos históricos y ello se aprecia claramente en ciudades como Trujillo.
   En el rompeolas de las antiguas aljamas medievales de las comunidades judía y mora de Trujillo, al pie de lo que se conoció como la calle Nueva debió aparecer un ensanchamiento cuyo nombre nos habla de mercado antiguo. Ese espacio que conocemos como plazuela del Azoguejo o Azobejo, lugar de paso, tránsito y parada, se transformó por la decisión de sus propios vecinos. En 1584 no dudaron en sumar sus propios recursos a los del concejo para construir parte de la ciudad, ampliar su pequeña plazuela y contribuir con su esfuerzo a crear este espacio que singulariza hoy el reborde sur de la calle Tiendas.


1584, marzo 12. Trujillo
En este ayuntamiento se trató y platicó de cómo Antonio de Paredes, vezino de esta çibdad, tenía una casa en la plaçuela del Azoguejo y la tiene derribada para redificalla, y porque la dicha casa ocupaba mucho de la dicha plaçuela y si la reydifica ocupará más, espiçialmente alçándola como pretende, y porque para las proçesiones y para la feria y para el paso y concurso de la jente conbiene que la dicha casa no se haga, sino que se allane el sitio della para más ornato de la dicha calle y plaçuela y de esta çibdad y porque para pagar a el dicho Antonio de Paredes el dicho sitio y casa los vezinos de la dicha plaçuela tienen conçertado de dar y pagar a el dicho Antonio de Paredes dozientos ducados de sus bolsas con tanto que esta çibdad de y pague de sus propios çiento y ochenta ducados para el acabar de pagar la dicha casa, por tanto se acordó que de los propios de esta çibdad se le den y paguen a el dicho Antonio de Paredes los dichos çiento y ochenta ducados y para ello se pida y suplique a Su Magestad de y conçeda facultad a esta çibdad, que desde luego prestaban y prestaron consentimiento para ello y si es neçesario lo piden y suplican a Su Magestad todos unánimes y conformes y sin contradiçión alguna. A lo qual se halló presente Martín Sánchez, sesmero y procurador del común de esta çibdad, que lo tubo por bien.

(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 57. Fol. 87v)


No hay comentarios:

Publicar un comentario