30 de noviembre, día del glorioso apóstol San
Andrés, patrón de la ciudad de Trujillo. En la sala alta del viejo ayuntamiento,
tras haberse celebrado misa cantada con diáconos y tocado la campanilla, como
era costumbre, se reúne el corregidor y los regidores. Los escribanos dan fe de
lo que allí se decide.
El 30 de noviembre de 1700, el corregidor de la
ciudad es Rodrigo de Torres Mesías y Heredia, caballero de la orden de
Calatrava. Hace ya algunos siglos que los regidores no
se eligen en Trujillo, que no se asiste a aquel curioso ceremonial
que cada dos años renovaba los cargos concejiles. Pero San Andrés seguía siendo
el inicio y final de contratos y nombramientos en el ayuntamiento y a ello se
dedican don Rodrigo y los once regidores que ese día le acompañan. Se eligen alcaldes de la Santa Hermandad
del estado noble y el estado llano, el capellán que habrá de celebrar en el año
siguiente las misas que preceden a
la reunión del concejo y las que se ofician en la cárcel, el mayordomo de
propios, los porteros del ayuntamiento o las diversas comisiones y competencias
que cada uno de los regidores detentarían hasta el siguiente día de San Andrés.
Cuando ya está casi todo acordado, una última cuestión requiere la atención del
ayuntamiento: las gallinas. Sí gallinas. 1264 en total que la ciudad ha recibido
como adehala, como parte del precio en el que se fijaron los arrendamientos de
las dehesas de propios, las dehesas caballerías. Es ahora decisión del ayuntamiento su reparto, no muy
diferente al que año tras año se ha venido haciendo en este día de San Andrés.
1700, noviembre 30 Trujillo.
Haviéndose traydo a este ayuntamiento una certificazión del contador
de propios por donde consta que en este presente año ay mil ducientas y sesenta
y quatro gallinas de adeala de los arrendamientos de las cavallerías propias de
esta ciudad, acordó se repartan entre los señores correxidor y cavalleros
rexidores que están en actual exercicio de sus oficios, incluyéndose en dicho
repartimiento los señores D. Antonio de Orozco, Don Juan Manuel Zervantes y Don
Francisco de Chaves, rexidores que fueron desta dicha ciudad y fallecieron en
este presente año, para que sus herederos las perziban, sacando de ellas
primero nobenta; que se an de dar las diez y ocho al señor alcalde mayor,
quarenta y ocho a los dos escrivanos de ayuntamiento por mitad, ocho al abogado
de la ciudad, ocho a el contador y otras ocho a las relijiosas descalzas, las
quales se bajaron y quedaron que repartir mil ciento y setenta, que repartidas
entre el dicho señor correxidor y diez y siete cavalleros rexidores, que son
los del margen, tocaron a sesenta y cinco gallinas cada uno. Y la ciudad acordó
que por no haver sobrado del dicho repartimiento, cada uno de dichos señores se
le dé una menos de las que les an tocado, y éstas, que vienen a ser diez y ocho,
se den las seis al padre fray Pedro Salguero, de la horden del señor San
Francisco, que zelebra las misas de la sala, otras seis al hospital de la
Charidad y otras seis al colegio de pobres niñas huérfanas.
(Archivo Municipal de Trujillo.
Legajo 231, fols. 127v-128r.)