Ya hemos sacado 50 pequeñas y grandes historias del arca y parece
intacta. Apenas hemos arañado en ese inmenso tesoro que guarda la historia de
Trujillo y los trujillanos. El arca nos ofrece miles y miles de historias con
las que ya disfrutaron otros antes de nosotros y de las que disfrutarán
quienes, tras nuestra partida, sigan amando la historia, esta ciudad y sus
gentes. Investigación, curiosidad, placer en suma que proporcionan estos
"papeles viejos" de los que somos depositarios y que se cuidan con
mimo para que el arca siga permitiendo saber cómo fuimos y entender cómo somos.
Por eso, estos 50 retazos de historia los celebraremos con fiesta, llamando al
pueblo de Trujillo a acudir a su plaza para celebrar al
nuevo rey, cumpliendo lo ordenado en su carta y lo acordado por el concejo
de la ciudad el 8 de febrero de 1724: que "se lebante el pendón en esta
ziudad el juebes de esta semana, que se contarán diez del corriente, en
aclamazión del Rey nuestro señor don Luis
primero de este nombre (que Dios guarde) con la solemnidad y aparato que
en semexantes actos se acostumbra, y que se publique: que todos los vecinos de
esta ziudad pongan luminarias el miércoles nueve de dicho mes en la noche y que
se pongan en las casas del aiuntamiento y enciendan fuegos en demostrazión del
regozijo por tan solemne acto, y se diga una misa en la yglesia maior de Santa
María el miércoles diez y seis de este dicho mes con sermón, a que asista la
ziudad en forma de tal, en hacimiento de gracias a Dios Nuestro Señor por los
favorables subcesos de esta Monarquía, como se enuncian de tan feliz subceso,
reservando la ziudad el regozijo de toros para el mes de maio para el mismo
obsequio".
Podremos seguir esta fiesta porque el escribano del concejo, Juan Basilio
Lobo, nos dejó el relato detallado del ceremonial y junto a él, viviremos este
colorido festejo que, como ya nos tienen acostumbrados, los trujillanos
cerraron con toros.
1724, febrero 10. Trujillo.
En execuzión de lo resuelto por el acuerdo antezedente, oy juebes diez
de febrero de este presente año de mil setezientos y veinte y quatro, los
señores lizenziado don Matheo de Yepes Mijares, cavallero del Orden de
Calatrava, correxidor y capitán a guerra de esta ciudad de Truxillo y su tierra
por Su Magestad, don Franzisco Joseph de Mendoza Hijar y Sotomayor, señor de la
casa de Ribera, don Franzisco de Herrera y Loaisa, señor de la villa de Santa
Marta, // don Antonio de Orellana y Tapia, don Joseph de las Casas y Orellana,
don Juan de Orellana Pizarro y Barrantes, don Nicolás Antonio de Orozco, don
Mathías de Orozco Carrasco, don Diego Esteban de Camargo y don Juan Quílez
Cervantes, rexidores, justicia y reximiento de ella, a las tres de la tarde de
dicho día, estando los balcones y bentanas de las casas de la plaza y fachada
de las de ayuntamiento adornadas con diversas colgaduras, salieron de dichas
casas de aiuntamiento en forma de ziudad, y abiendo subido en un tablado que
estava hecho y alfombrado en dicha plaza, en el comedio que ai entre las casas
del escudo y la de la cadena, frente de la bocacalle de las Carnizerías, y
puestos en dos alas, una a cada parte del tablado, mirando hazia el portal de
el pan, estando en pie todos los dichos señores, Antonio Matheos, portero del
ayuntamiento, desde una esquina del tablado dixo en alta voz: oid, oid, oid; y
León Montero, portero así mismo de él, que estava a la esquina de mano
izquierda de dicho tablado, en alta voz dixo: atended, atended, atended; y
abiéndose suspendido el mormollo que motibaba el crezido concurso de gente que
havía en dicha plaza, tomó el señor correxidor el pendón de la ziudad que
estava en una fuente de plata sobre un bufete en dicho tablado, y le dio a
dicho señor don Franzisco de Mendoza, rexidor más antiguo decano de dicho aiuntamiento,
que tomándole se puso en medio de las dos // filas, zerca del borde de dicho
tablado y en altas vozes dixo: Castilla por el Rey nuestro señor don Luis
primero de este nombre, y tremoló a una y otra parte el estandarte, y por el
crezido concurso de gente que havía se dixo y repitió en altas vozes: viva,
viva, viva. Y por el dicho señor don Franzisco de Mendoza, haziendo una corta
suspensión se bolbió a dezir, repitiéndolo hasta tres bezes: Castilla por el
Rey nuestro señor don Luis primero de este nombre; y por el grand e popular
concurso se correspondió repitiendo muchas veces: viva. Y en este intermedio,
don Juan Sánchez Calderón, mayordomo de los propios de esta ziudad, desde dicho
tablado arrojó a la plaza cantidad de monedas y, descendiendo de él, bolbieron
dichos señores justicia y reximiento a las casas de el ayuntamiento llebando
dicho señor don Franzisco de Mendoza el referido estandarte y todos los dichos
señores vestidos de negro y algunos con chupas de diferentes colores y
adornados con ricas cadenas, cordones y joyas de oro. Y abiendo subido a la
galería de dichas casas de ayuntamiento, se fixó dicho estandarte en una de sus
rejas y desde allí pasaron a la carzel real de esta ziudad y en honra y gloria
de Dios y en zelebridad de tan plausible gustoso asumpto de la aclamazión de
nuestro Rey don Luis primero (que Dios guarde), se dieron por libres,
hechándolos fuera de dicha cárzel, todos aquellos presos cuias causas lo
permitieron, en que se obstentó gustosamente liberal el señor correxidor, a
quien acompañaron desde dicha cárzel hasta su posada todos los cavalleros
rexidores que asistieron a la predicha función. Y abiendo llegado a ella, se
trajeron a la plaza diferentes toros que se torearon en ella y por las calles
de la ziudad. Y a el miércoles dieciseis de dicho mes se zelebró misa cantada
con asistenzia del cabildo y de la ziudad en la parroquia maior de Santa María
e predicó con el maior zelo y erudizión el reverendísimo padre presidente fray
Alonso Fernández, prior de la Encarnazión. Y por la tarde hubo comedia pública
en el corral.
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