6 de diciembre de 2011

¡Viva la Nación, viva el Rey, viva la Constitución!

    En 1812, la plaza mayor de Trujillo había sido escenario de la proclamación en la ciudad de la Constitución aprobada por las Cortes en Cádiz. El ayuntamiento trujillano "la recivió con indecible gusto y veneración; todos sus individuos se brindaron a porfía en emplearse a que con el más sumptuoso aparato y brevedad tenga efecto su publicación, ofreciendo contribuir cada uno con quanto se necesite para tan solemne acto". Incluso, en cumplimiento de un decreto ulterior de las Cortes gaditanas, el 24 de noviembre de 1812 la plaza mayor de Trujillo, como la de tantos pueblos españoles, pasó a llamarse plaza de la Constitución, en recuerdo del memorable acto de publicación de la carta magna hecha por los trujillanos.
    Para quienes vieron colmadas sus esperanzas con el texto constitucional, la vuelta de Fernando VII supuso el fin de sus sueños al negarse el rey a jurar la Constitución, lo que significó el inicio de la restauración absolutista.
    Hasta 1820, en que un pronunciamiento militar en Las Cabezas de San Juan protagonizado por el comandante Rafael Riego, obligará al rey a marchar nuevamente por la senda constitucional. El liberalismo español se impone al régimen absolutista y los liberales trujillanos reciben con alegría los cambios.
    En 16 de marzo de 1820, apenas diez días después de que el rey jurase de nuevo la Constitución de 1812, el ayuntamiento trujillano procede a dar cumplimiento a las órdenes que se trasmiten desde la capital y que recuperan muchos de los decretos emitidos desde Cádiz en 1812. Conforman este ayuntamiento conocidos defensores de las ideas constitucionales con Lesmes Bravo a la cabeza, personaje fundamental en Trujillo durante los difíciles años de la ya alejada pero aún recordada guerra. Junto a él Agustín Atocha, su alcalde segundo, Nicolás Moreno, Pablo Martínez, Antonio Pastor, Miguel Mateos, Sebastián Mansilla, José Spina y Francisco López, regidores, y los síndicos Manuel Toril y Manuel Flores.
    Acuerdan ese día cumplir el decreto de las Cortes de erigir una lápida en la plaza recobrando su perdido nombre de Plaza de la Constitución, eligiendo para ello la llamada casa de la Aceitería, en el portal llamado del Pan, allí donde Antonio Ponz nos describe hacia 1778  un escudo de la ciudad entre pilastras corintias y rematado por una estatua que representa la justicia. En la inscripción que Ponz leyó, "Esta ciudad mandó hacer esta obra de estos portales siendo Corregidor de ella por S.M. D. Juan de Lodeña, año de 1586", los consistoriales trujillanos deciden que aparezca una nueva inscripción, "Plaza de la Constitucion de la Monarquia Española jurada  por el Rey D. Fernando septimo".
    Un repique general de campanas e iluminación en la noche del día 18 y una misa solemne con Te Deum en Santa María la Mayor el día 19, con asistencia de las autoridades civiles, eclesiásticas y militares, dieron inicio a una serie de celebraciones que tuvieron su punto culminante los días 2 y 3 de abril.
    Pero antes deciden que en el sitio más público se fije la proclama siguiente
 
       Ciudadanos españoles, dignos havitantes de Trugillo.
    El Ayuntamiento Constitucional se acava de establecer en esta ciudad. Llegó el momento que tanto importa á todos los españoles amantes del bien general y felicidad pública. El Rey aceptó y juró la Constitución de nuestra Monarquía el 7 y 8 del presente, y nuestros representantes acaban de hacerlo para el desempeño de los cargos que en virtud de la Ley los ha transferido este pueblo. Sepan por todas partes que esta gran Nación y su Monarca se hallan reunidos para hacer el bien general de todos sus conciudadanos. Esta firme creencia esparcida por todos los ángulos de la España difunda en nosotros un buen espíritu de paz, concordia y unión. Mantengamos y defendamos la libertad Constitucional, cuyos principios están impresos en nuestros corazones. Hagamos más, preparemos las generaciones futuras al nuevo orden de cosas que las circunstancias han producido; acostumbremos á aquellos tiernos vástagos, y a los que existen a ser dichosos desde sus primeros años por la felicidad pública, y a que reconozcan siempre, a pesar del lenguage de los aduladores y perversos, que una Constitución sabia les preservará de los peligros en que hemos estado embueltos, y que una justa libertad añade nuebo precio a los sentimientos de amor y de fidelidad, de los quales la Nación ha dado pruevas a sus Reyes: ¡Ojalá que este día en que todos nos unimos por la Ley, forme en la historia una época memorable!. Sí la hará sin duda profesando todos una sola opinión, un solo interés, una sola voluntad, la adhesión a la Constitución y el deseo ardiente de la paz, de la felicidad y prosperidad de la España, conservando inscrito en nuestros corazones, viva la Nación, viva el Rey, viva la Constitución.
(Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 422. Fol. 2-2v)

    El gran acto de publicación de la Constitución habría de celebrarse el jueves 2 de abril a las nueve de la mañana ante todos los trujillanos, convocados por bandos. Una solemne procesión civil acompañaría al texto constitucional que, en bandeja de plata, se llevaría hasta un hermoso tablado en el que bajo dosel se pondría el retrato del rey Fernando. Agustín Orellana, Comandante de Armas de la ciudad, asistiría como escolta acompañado por la tropa que pudiera reunir. ¿Y después?  Siendo Trujillo, ninguna forma mejor de celebración que capeas, "en demostración de regocijo para diversión del publico". Por la noche, repique de campanas, iluminación y música.
    Tras el acto cívico, las parroquias de la ciudad serían escenario el 3 de abril del juramento de la Constitución por los trujillanos. A las nueve de la mañana los párrocos habrían de oficiar misa solemne previa al juramento, con asistencia de uno de los regidores o alcaldes acompañados por un escribano que darían fe de dicho juramento. Así se hizo en Santa María, San Martín, Santo Domingo, San Andrés, Santiago, San José y en las parroquias de los Arrabales de Aldea del Obispo y Aldeanueva de Centenera. Capeas, campanas, iluminación y música cerraron el festejo.
    Pero "deseando esta corporación felicitar a S.M. dando una prueva de su lealtad y gratitud por tan feliz acontecimiento, no pudiendo sus Individuos distraherse de sus tareas y obligaciones que les impone la misma Constitución", el ayuntamiento trujillano delegó tal misión en el conde de Noblejas, Mariscal de Castilla y unido a la ciudad por lazos familiares, y en su vecino Manuel Malo de Molina, residente desde 1818 en Madrid como Diputado de los Reinos, comisionándoles para que "se presenten en nombre de este Ayuntamiento Constitucional y de su noble y leal vecindario feliciten al mejor de los Reyes don Fernando séptimo por haver, como Padre amoroso, ohido benigno los justos clamores de sus pueblos para que se guarde y cumpla un Código tan detenida y sabiamente sancionado por los representantes legítimos del Pueblo".
    José Cecilio Bernet y García, secretario del Ayuntamiento Constitucional de Trujillo certificó el acto principal y a través de sus palabras asistimos en la plaza trujillana a la proclamación de una Constitución que tampoco ahora tendría una larga vida.


    José Cecilio Bernet y García, secretario interino del Ayuntamiento Constitucional de esta ciudad de Truxillo
    Certifico: que habiendo recivido este Ayuntamiento constitucional el Real Decreto de diez y seis de marzo último, acordó en acta de veinte y tres del mismo, que el día dos del corriente mes de abril á la hora de las nuebe de su mañana se verificase en la plaza Mayor de esta ciudad la publicación de la Constitución Política de esta Monarquía, sancionada en Cádiz por las Cortes generales y extraordinarias de la Nación en el año de mil ochocientos doce, haciéndose saber por bandos á todos los vecinos para que concurriesen á tan solemne acto. En efecto, llegado el citado día salió el Ayuntamiento de las casas consistoriales con el Libro de la Constitución, que fue conducido en una bandeja de plata por mi el secretario en medio de la Corporación, á la que acompañaron los señores Vicario Eclesiástico, Juez de Primera Instancia y Comandante de las Armas de esta ciudad, precediendo á el Ayuntamiento una partida de cavallería que por casualidad pasaba por ella y fue detenida por el Sr. Alcalde primero don Lesmes Bravo para más solemnizar el acto, y detrás de dicha Corporación seguía otra partida de Ynfatería de este Regimiento de Milicias Nacionales con su oficial y tambores; y en esta forma llegó el Ayuntamiento á un magnífico tablado que se había formado en medio de dicha Plaza adornado con la mayor decencia y colocado á su testera el retrato del Rey bajo de un magestuoso dosel y en seguida por referido señor Alcalde se me mandó (avisando antes al numeroso concurso de personas que se hallaba presente) que leyese en alta voz referida Constitución, como así lo executé y concluida la lectura volvió el Ayuntamiento a las casas consistoriales con el mismo orden, habiéndose repicado las campanas antes y después de la publicación, y tanto en este acto cuanto en los de los regocijos públicos que hubo para solemnidad, no se advirtió en este fiel y leal vecindario el mas leve alboroto, alteración, ó desorden; y para que así conste, de acuerdo del Ayuntamiento firmo la presente, con el visto bueno de los señores Alcaldes Constitucionales, en esta ciudad de Truxillo a cuatro de abril de mil ochocientos veinte =entre renglones =me=
Lesmes Bravo  Alcalde 1º (rúbrica)
 Agustín Orellana Comandante de las Armas (rúbrica)
(Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 1230.1)

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