Calles limpias cubiertas con juncias e hinojo, colgaduras en las casas y tapices en las plazuelas, música y pólvora, danzas, representaciones y por supuesto toros. El arca nos ha mostrado cómo a lo largo del siglo XVI la festividad del Corpus Christi se fue enriqueciendo en Trujillo, haciendo de este jueves del año el momento de mayor solemnidad religiosa y de regocijo profano.
No escatimó la ciudad en los gastos pues su saneada hacienda así se lo permitía. Y aunque la festividad vivió algún momento de crisis, no fue por falta de recursos sino por falta de vecinos.
Pero eso cambiará en el siglo XVII porque entonces faltaron ambos, vecinos y recursos. La agotada hacienda municipal llevaba demasiado tiempo soportando inmensos gastos de guerras y exigencias constantes de la Corona que poco a poco fueron reduciendo sus recursos, hipotecando sus dehesas y alejando a vecinos de una ciudad por la que transitaban una y otra vez tropas hasta y desde la frontera portuguesa, a las que era preciso alojar y mantener.
Hasta 400 ducados podía gastar la ciudad en la festividad del Corpus cuando terminaba el siglo XVI, según establecía la licencia real, y apenas 50 años después le resultaba difícil reunir los 200 ducados que el propio concejo había establecido como gasto máximo para la fiesta. Habrán de pedirse prestados en 1641 (porque “al presente no ay de otra parte donde sacarlos”) ya que la fiesta había de celebrarse y siempre se pretendió que fuera acorde a “tal Señor y día que se a de celebrar”. Siempre “lucido”, pero ahora “de poca costa”.
Las andas de plata que la ciudad tenía para la fiesta del Santísimo Sacramento fueron cuidadas y asegurada su conservación, prohibiendo el concejo que se prestasen “a yglesia ni conbento ni cofradía ni a otra persona alguna por el detrimento que tiene en prestarse y faltar como an faltado algunas pieças della” (1645). Se trajo un corneta desde Mérida, pues faltaba en la capilla de música de la ciudad y los gigantes de la celebración tuvieron nuevos vestidos, por estar “muy viejos y con poca deçençia” (1648), asegurándose con multas la presencia de la ciudad, como era la costumbre.
1647, junio 17. Trujillo
Que todos los cavalleros rexidores que estuvieren en esta çiudad el día de la fiesta del Santísimo Sacramento acudan el dicho día a la proçesión general que a de salir de Santa María como es costunbre y salgan desde las casas del ayuntamiento y acabada la proçesión buelban a ella y lo cunplan según y como tienen obligaçión y se espera que de su christiandad y çelo no faltará ninguno si no fuere con justa causa. Y lo mismo a las vísperas el miércoles por la tarde como es costunbre, pena de quatro ducados que se an de sacar para ayuda al gasto de dicha fiesta.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 70.2. Fol. 92v.)
Pero no solo faltaban caudales con los que hacer frente a los pocos o muchos gastos que se quisieran hacer en las fiestas. Trujillo se despoblaba “pues los vecinos, oprimidos con tantas cargas, dexavan sus casas y se yvan della, aviendo faltado solo en una noche diez y siete” (1666). Y eso se notaba en sus calles, en las casas vacías, en la solitaria feria de mayo (“la de menor gente y comercio que se a conocido”). Y finalmente se notó en la procesión.
Ya lo hicieron en 1642. El recorrido tradicional partía de la iglesia de Santa María la Mayor, saliendo de la villa por la puerta de Santiago. Terminados los autos en los tablados de la plaza, la procesión recorría las calles de Sillería, San Miguel, Tintoreros, Vivancos (luego La Merced), calle Nueva, plazuela del Azobejo, calle Carnicerías y desde la plaza regresaba a Santa María. Pero en ese camino, adornado siempre con colgaduras y tapices, ya había en ese momento “muchas casas caídas” por “la poca gente y falta de veçinos que ay”. Reducir su recorrido haría que fuera la procesión “con más aconpañamiento y las calles estarán con más adorno”. Y así la ciudad, con la aprobación del vicario y del cabildo eclesiástico, decidió que ese año la procesión volviera desde San Miguel a la plazuela del Azobejo para continuar su recorrido habitual.
Suponemos que en los años siguientes retornó la procesión a su trazado tradicional pues las actas no lo indican. Pero la decisión debió parecer la adecuada pues unos años después vuelve a acordarse el reducido recorrido que ya fijaron en 1642. Y quizás ya para siempre pues es el que nos muestra el arca en el siglo siguiente y por el que aún hoy sigue celebrándose el Corpus Christi en la ciudad.
1679, agosto 8. Trujillo
Que se acorte la procesión de Corpus.
Aviendo la çiudad conferido sobre la proçesión que se haçe el día de Corpus Christi y calles por donde pasa y que la de Tintoreros y la Merçed y calle Nueva, que son de las por donde iva dicha proçesión, así por ser las casas pequeñas como por aver algunos sitios sin casas, no están con las colgaduras y deçençia que se requiere para dicha proçesión y además dello se alarga tanto que se acava muy tarde, se acordó se acorte dicha proçesión y que en llegando a la plaçuela del convento de San Miguel, se buelva por la calle de San Miguel a salga a la de la Carniçería, con que dicha proçesión no a de ir no pasar por las dichas calles de Tintoreros y de la Merçed y calle Nueva. Y que los cavalleros comisarios nombrados para la fiesta de Corpus deste año lo partiçipen al cabildo eclesiástico desta çiudad y se le pida de parte desta çiudad venga en ello y lo tengan por bien.
(Archivo Municipal de Trujillo, Legajo 77.2. Fol. 70r.)