Encaramado y encastillado en lo más
alto del berrocal granítico, Trujillo no cuenta con cursos de agua que puedan
abastecer a sus habitantes. Su posición defensiva y de vigía en la penillanura le
alejó de un recurso tan básico como necesario.
Precisamente por ello trató siempre de
encontrar el agua en el berrocal granítico, excavando pozos, aprovechando
fisuras, grietas y fallas que facilitaran el acceso al preciado líquido siempre
en una búsqueda afanosa, utilizando zahoríes
o trayendo el agua desde la lejana Santa Lucía en plena Sierra de las
Villuercas.
Cursos de agua escasa y que se
agostan, períodos de sequía intensa y una ciudad en constante crecimiento demográfico
y con necesidades también crecientes explican esa atención del concejo hacia
las fuentes, mostrándose siempre cuidadoso y solícito en su mantenimiento y
conservación. En tiempos de guerra, el agua y los puntos de abastecimiento de la
población fueron fundamentales ante posibles conflictos y asedios. Más aún lo fueron
en tiempos en los que el anuncio de la pestilencia llegaba a la ciudad y
entonces el concejo no dudó en limpiarlas y vigilarlas.
Pero también en tiempos de paz, los
regidores, reunidos con el corregidor en las casas del concejo o en el atrio de
San Martin a campana tañida, como era uso y costumbre, ordenaban que se limpiaran
las fuentes, que no se arrojaran inmundicias,
no dudando en disponer de los fondos suficientes para un mantenimiento
necesario. Las más de las veces aquellos acuerdos se recogían en Ordenanzas y acuerdos
municipales y se hacían conocer a través del pregonero: " Oíd, oíd, oíd… que
se limpien…"
De este modo, gracias a esa atención
y después de más de 500 años, aquellas fuentes medievales han llegado hasta
nosotros habiendo abastecido a Trujillo con sus aguas públicas, generando
recursos y legándonos un valioso patrimonio.
Hoy aquel patrimonio está en gran
parte maltratado y abandonado, cuando no destruido. Si en unos casos las
fuentes han sido engullidas por el crecimiento urbano, en otros, cuando aun podemos
contemplarlas -que no disfrutarlas-, han sido despojadas de los brocales y
lanchas que las protegían y aderezaban. Algunas, casi cerradas por zarzales,
sufren el olvido mientras las higueras silvestres crecen entre sus sillares
medievales, rompiendo brocales y las viejas grapas de hierro por las que antaño
se preocupó tantas veces el concejo.
Una de aquellas fuentes sobre la que
desde muy temprano encontramos referencias en el arca es la Fuente Alba o la Fontalba, hacia el camino
a Cáceres, cerca de las Huertas de la Magdalena. Un espacio sobre el que se han
acumulado decisiones a lo largo de siglos y que hoy es parte de nuestro
patrimonio histórico. Fuente pública en espacio público que debe ser un espacio
patrimonial y de identidad del que poder disfrutar y contemplar y que hoy, destruyéndose
en el olvido, espera ansiosamente, como hace siglos, los acuerdos del concejo.
1508, julio 21-26. Trujillo
Pregón. Que se pregone el linpiar de la fuente Alva, sy
ay alguno que lo tome a linpiar.
Fuente Alva. En
Trogillo, a XXVI de julio de mil e quinientos e ocho años, ante mi, Françisco
Martínez, escrivano, se obligaron Françisco Gil e Alonso Blanco e Christóval de
la Vaca e Martín de la Vaca, veçinos desta çibdad e moradores en Santo Domingo,
todos quatro juntamente de mancomún a boz de uno e cada uno dellos por sy e por
el todo, renunçiando las leyes de duobus reys debendi e la autentica presente
de fide jusoribus e dixeron que ellos se
obligavan e se obligaron de vaziar la fuente Alva e de la linpiar e dar vazya e
linpia de aquí a doze días primeros syguientes, por quantya de quatro mil mrs.
en dineros contados que la çibdad e su mayordomo les a de dar e pagar. E para
ello se obligaron por sus personas e todos sus bienes e dieron poder a las
justiçias para que gelo faga asy cunplir e renunçiaron todas las leyes.
Testigos que fueron presentes a lo que dicho es que lo vieron e oyeron Luis de
Camargo e Alonso de Castro e Françisco Sánchez, veçinos de la dicha çibdad de
Trogillo. E por mayor firmeza lo firmó el dicho Françisco Garçía e por los
otros que no saben fyrmar lo firmó el dicho Luis de Camargo, testigo.
E otrosy se
obligaron que sy no la dieren vazya e linpia a contentamiento de los señores
justiçia e regidores, que la çibdad e su mayordomo a su costa dellos busque
quien la vazíe por los preçios que lo fallaren.
Françisco Gyl
(rúbrica) Por testigo Luys de Camargo (rúbrica)
(Archivo Municipal de Trujillo.
Legajo 9.1, fols. 63v. y 64v.)
Fuente Alba |
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