9 de agosto de 2025

Los jóvenes músicos

    Cuando en febrero de 1667, Miguel Quílez Cuetos, vecino de Trujillo y nacido en Bilbao, otorgó su testamento ante el escribano Francisco Márquez, repitió las fórmulas que contienen otros muchos testamentos: sus creencias y querencias, sus mandas y legados, las misas en recuerdo por los suyos, los encargos a sus testamentarios. Pedía ser enterrado en el convento de San Francisco, “en la sepoltura de María de Tovar, tía de mi muger”, María de Castro, y que a su entierro asistieran los hermanos de las cofradías a las que pertenecía, el Santísimo Sacramento, la Santa Vera Cruz, Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora de la Piedad y las Ánimas del Purgatorio. Y por supuesto, que en su funeral hubiera música. Suponemos que no alegre, pero música. Porque la música ha formado parte del sentir trujillano. En las alegrías y en las penas, en los toros y capeas, en verbenas, procesiones y entierros, siempre la música estuvo presente en Trujillo.
Foto Diéguez. Asociación musical. Hacia 1940
    En el arca se guardan historias de ministriles y trompetas, de comparsas y bandas musicales, de grupos que, por el simple hecho de amar la música, se unieron para aprender, disfrutar y compartir.
    Uno de esos grupos decidió ir más allá y constituir una “Sociedad Filarmónica” a la que denominaron Fénix, no sabemos si porque, como el ave mitológica, recogieron las “cenizas” de algún grupo anterior para volver a renacer. El 18 de agosto de 1861 firmaban un contrato privado para constituirse en asociación y establecer el reglamento que se imponían en los siguientes cuatro años. No conserva el arca ese reglamento que nos permitiría conocer qué pretendían conseguir y cómo funcionaría esa nueva “Sociedad”. 
    Lo hicieron “en concepto de músicos” y para darle más seriedad firmarían un año después, ante el notario don Pedro Pedraza y Cabrera, su compromiso con sus compañeros y con el propio grupo.
    No era, sin embargo, la música su actividad principal, ni siquiera de alguno de quienes figuran como los “directores” del grupo. Francisco de Ayala y García aparecía como maestro de música, pero José Iglesias Muñoz, además de enseñar música era el sacristán de Santa María y como tal, “organista”.        
    También era sacristán José Boneu, de la parroquias de San Andrés, ahora en Belén. Fernando Cancho, el mayor del grupo, y Antonio Cancho Maurito eran zapateros, profesión que compartían con José Masa y Miguel Ramos Sánchez, el del taller en las Cuatro Esquinas. Como menor de edad, Tomás Ramos Sánchez, el del Horno de los Corrales, estuvo acompañado por su hermano Miguel. Ninguno de los dos siguió la profesión de sastre que tenía Galo, su padre. 
    Sí era sastre Atanasio Guerrero Moreno. Casado ya con María Domínguez, su taller fue pasando de la calle San Francisco a la calle Parra y luego a la calle Nueva, donde también se encontraba el taller del sastre Manuel Avís. El tercer sastre del grupo, Pablo Carmona Ruiz, también necesitó que alguien la representase, a sus 23 años, siendo su tutor don Lucas Acedo. Sin embargo, Agustín Galeano Moreno no necesitó a nadie junto a él pese a sus 22 años. El barbero Galeano, el de la calle de la Lanchuela, el casareño llegado a Trujillo, estaba casado con la arroyana Antonia Macayo García, y eso le convertía en ciudadano con todos “los derechos ábiles”. 
    Acompañado ahora por su padre por ser menor de edad, Santiago Sánchez hacía las delicias de los trujillanos con su oficio de chocolatero en la calle Guadalupe, mientras que Matías González Bejarano seguía en la Plaza (y luego en la plazuela de San Judas) el oficio de su padre Tomás, el hojalatero llegado de Guadalupe. 
    El más joven de todos ellos aún estaba aprendiendo una profesión. No la de su padre, Francisco Andrada, zapatero de Casar de Cáceres que acabaría asentándose en Trujillo. Quien enseñaba su profesión a Diego Andrada Sánchez era su padrino, Diego Trenado Casares, carpintero y marido de su tía Antonia. Con 19 años, en la calle Sofraga, en el número 3, junto a Joaquín Aranda, también aprendiz, Diego aprendía el oficio de la carpintería que luego enseñaría a su hijo Luis.
    Todos jóvenes artesanos que se consideraban “músicos” y que amaban la música. No nos cuenta el arca si su “Sociedad Filarmónica” tuvo larga vida, pero seguro que fue intensa y placentera para estos jóvenes trujillanos y que otras muchas surgirían de sus cenizas como nuevos “fénix” para alegrar las fiestas, festejar las alegrías y mitigar las tristezas. 

1862, septiembre 1. Trujillo
En la ciudad de Trugillo a primero de setiembre de mil ochocientos sesenta y dos, ante mí D. Pedro Pedraza y Cabrera, escrivano numerario de la misma, notario colegiado del de la capital de Cáceres, con presencia de los testigos que se espresarán, comparecieron D. Francisco de Ayala, mayor de edad, profesor de música, José Iglesias, profesor de música y sacristán, Fernando Cancho, maestro zapatero, Matías González, hojalatero, José Boneu, sacristán, José Masa, zapatero, Manuel Avís, sastre, Antonio Cancho, zapatero, Atanasio Guerrero, sastre, Miguel Ramos, zapatero, todos mayores de edad, Santiago Sánchez, de veynte y tres años de edad, chocolatero, asistido de su padre Santiago; Tomás Ramos, de veinte años de edad, carpintero, acompañado de su hermano como curador, Miguel, que también es otorgante, Diego Andrada, de diez y nueve años de edad, acompañado de su padrino como curador, Diego Trenado; Pablo Carmona, de veinte y tres años de edad, sastre, acompañado del procurador don Lucas Acedo, como curador, y Agustín Galeano, que aunque de veinte y dos años de edad, es casado y como tal en el libre uso de los derechos ábiles, como todos los demás que son domiciliados en esta ciudad, de lo cual y de conocerlos y capacidad doy fe, y dijeron: que por contrato privado que algunos de los comparecientes otorgaron y firmaron en esta ciudad en diez y ocho de agosto de mil ochocientos sesenta y uno, en concepto de músicos se constituyeron en Sociedad Filarmónica denominada del Féniz, vajo las prescripciones de once artículos que comprende el Reglamento que entonces acordaron y firmaron, el cual han variado y adiccionado después en otra junta y acuerdo que tuvo la Sociedad el doce de diciembre siguiente con tres artículos que sancionaron en concepto de adicionales al Reglamento, todos los cuales se han cumplido hasta hoy en lo posible y con el fin de continuarla y dar estabilidad a la Sociedad en aquella vía y forma que más haya lugar, ciertos del derecho que en este caso les compete, otorgan: Que se obligan todos y cada uno de ellos por sí a guardar y cumplir todo lo contenido en el citado reglamento y sus tres artículos adicionales, así como cualesquiera otras prescripciones que en lo sucesivo se acordaren por la Sociedad y a no separarse de ella sin justa causa que con anticipación pondrán en conocimiento de la misma, bajo la multa de veinte duros en beneficio del fondo común de la Sociedad, y si el contraventor careciere de metálico o bienes para pagarla, dejará diariamente la cuarta parte de los jornales que gane en su oficio hasta solventar la multa, y entendiéndose que dicha Sociedad queda constituida por cuatro años que empezarán a correr en primero de setiembre presente y concluirán en agosto de mil ochocientos sesenta y seis. Al cumplimiento de cuanto dicho es, todos los otorgantes se obligan de derecho con sus personas y bienes presentes y futuros. En cuyo testimonio así lo otorgaron y firman los que saben y por los que no, un testigo con los demás presenciales que lo fueron don Joaquín Elías, Ángel Salcedo y Diego Lozano, de esta vecindad, que aseguraron no tener eccepción para serlo, a los que y otorgantes informé de la facultad de leer por si o que yo les lea esta escritura y optando por lo último lo hice, de todo su contenido doy fe.

Francisco de Ayala y García        José Iglesias (rúbrica)       Fernando Cancho (rúbrica)
Matías González (rúbrica)        Atanasio Guerrero (rúbrica) José Boneu (rúbrica)
Manuel Avís (rúbrica)    Antonio Cancho Pérez (rúbrica)     Agustín Galeano (rúbrica)
José Masa (rúbrica)  Pablo Carmona(rúbrica)           Miguel Ramos (rúbrica)
Santiago Sánchez (rúbrica) Tomás Ramos (rúbrica)  Testigo Ángel Salcedo (rúbrica)
A ruego de Santiago Sánchez,    Diego Lozano (rúbrica)
Testigo Joaquín Elías (rúbrica) Lucas Acedo (rúbrica)
Pedro Pedraza y Cabrera (signo y rúbrica)

(Archivo Municipal de Trujillo. Protocolos Pedro Pedraza Cabrera. 1862, fols. 353r-354v.)
Conde de Lipa. 1866. Diego Andrada Sánchez, músico y carpintero.