28 de agosto de 2024

Las viejas alamedas

    En este tiempo de estío, seco y tórrido, de polvo y calima, volvemos a buscar en el arca del concejo la memoria del verdor de los árboles, su gratificante sombra, el rumor de las hojas de las alamedas que, más allá de ornato, suponen bienestar para la ciudad y sus habitantes.
Porque hubo un momento en el que el concejo, reunido en pleno, soñó con arboledas que beneficiaran a la ciudad e imaginó espacios cubiertos de álamos y sauces, que el verde salpicara el granito en la ciudad y su entorno “para abrigo y defensa del frío e del sol”. Verde junto al agua en estancos y manantíos
“Álamos y sahuzes. Este dicho día, los dichos señores acordaron e mandaron que el mayordomo de la çibdad traya e haga traer álamos e çauzes para los poner en los estancos desta çibdad e en los manantíos de las dehesas de cavallos e bueyes e que los hagan poner e repararlos para que no los estraguen los ganados e bestias”. (1529)
“Álamos para la dehesa. Este dicho día e mes e año suso dichos, los dichos señores dixeron que porque en la dehesa de los cavallos aya un soto para abrigo e defensa del frío e del sol, que mandavan e mandaron al mayordomo Juan de Carmona, que estava presente, que haga traer álamos blancos e negrinos e sahuzes e que se pongan en la dehesa en las partes húmedas para que se puedan conservar e criar”. (1536)
    Uno de los espacios que mantuvo su arboleda a lo largo de los siglos fue la plaza de la Encarnación, del Mercadillo o de Ruiz de Mendoza, que de todos esos modos fue conocida. 
    En 1584 el concejo comisionaba al regidor don Rodrigo de Orellana para que iniciara los trámites y trabajos que permitieran dotar de una gran fuente a la plaza de la Encarnación.
    Para ello era necesario traer de pozos, cercanos o no, el agua que lo permitiera en una ciudad escasa de tal recurso. Buscar agua, crear fuentes fue siempre una de las preocupaciones del concejo trujillano y ahora estaba de suerte porque “de presente se a hallado una donde dizen al matadero, la qual an visto ofiçiales y an dicho como es de mucho agua y se ha visto por espiriençia serlo y ser muy bastante para hazer una fuente encañada que salga a la plaça del mercado de la Encarnaçión”. 

A. Durán. Trujillo. Mercadillo (Todocoleccion.net)
    El agua estaba cerca, junto al “rastro que es junto al alhóndiga”, y la nueva fuente sería “de mucho provecho y mucha utilidad y neçesidad para esta çibdad e vezinos della, yentes y venientes”. Agua cercana que se sumaría a la que, desde la calle de Olleros, desde el pozo que la ciudad compraría en la casa de doña Francisca de Sanabria, la viuda de don Alonso de Chaves, también alimentaría el arca del agua de la nueva fuente.
    Pedro de San Martín, herrero, aportó su trabajo; García de Osma, “ofiçial de hazer caños”, cobró a tres cuartillos cada uno de los 700 caños que le encargaron;  Francisco Palomo, cantero, consiguió en subasta la obra de la fuente y Cristóbal Sánchez, empedrador, remató la obra con el empedrado cubría el caño. Fue la nueva fuente de la plaza de la Encarnación trabajo de muchos y lugar de disfrute para todos que debía ser cuidado, ordenando “que no laven ni echen ynmundiçias en la fuente de la Encarnaçión”. 
    Agua y verdor. Una “fuente de álamos” completaría el entorno. Con el agua sobrante de la fuente, en 1588 la ciudad ordenó que el espacio cercano, hacia San Juan, se allanase y plantase de álamos y que de nuevo don Rodrigo de Orellana fuera quien mandara hacer “tapias a la redonda de los álamos para que se guarden de bueyes y otros ganados” y “encañar toda el agua que pudieren y guiarla a la dicha alameda para que se pueda regar”. 
    Alameda de sombra, de paseo, de frescor en verano que la ciudad se empeñó en mantener y conservar aun cuando supusiera apartar y alejar algo tan importante también como el espacio que antes ocupaba el ganado en ferias y mercados. 

1588, mayo 16. Trujillo
Señalamiento de prados para la feria. Acordose que atento que los álamos que se an plantado en los prados de San Juan ocupan parte de los dichos prados para en que se solían poner los ganados y bestias de la feria y mercados de esta çibdad y para quitar ynconvenientes y pleytos, se señaló para la dicha feria y mercados todo el sitio que está desde la dehesa de las yeguas a la fuente del Mançanillo y a dar a la ermita de los Mártires y de allí a la ermita de la Piedad y que de todos y qualesquier ganados que se hallaren vendiendo o se vendieren de aquí adelante en estos sitios y conpras, no se pueda llevar ni lleve alcavala por los arrendadores de ganados y eredades, siendo las ventas en día de jueves y lo mismo sea de las cabalgaduras y bestias y que así se apregone.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 57, fol. 416v.)

A. Durán. Trujillo. Mercadillo (Todocoleccion.net)