“Ciencia y suficiencia”. Es lo que Trujillo pedía a quienes habían de ocupar la cátedra de Gramática que la ciudad mantenía a costa de su hacienda. “Aprovechamiento y fruto”, “horden y forma” en sus estudiantes, a los que Trujillo ofrecía gratuidad en las clases.
Entre los asalariados de la ciudad siempre estuvo un “maestro de enseñar a leer e escrevir a los moços” y un “bachiller de la gramática” y la preocupación fue que el elegido para ello tuviera el conocimiento y la formación –ciencia y suficiencia- que permitiera a sus alumnos conseguir los mejores resultados.
Y para convencerles de que viniesen a Trujillo, siempre fue necesario que el salario atrajese a los mejores. Si a finales del siglo XV, la ciudad pagaba al preceptor de la gramática 6000 mrs. (aumentados a 8000 antes de que acabase el siglo, lo mismo que se pagaba a un regidor o a los físicos), terminaría el siglo XVI compensando al preceptor con un salario de 75000 mrs. anuales.
El bachiller Cigales, el bachiller Herrera, el bachiller Moreno o el bachiller Pedro de Castro tuvieron en sus manos la educación de los jóvenes que acudían a sus estudios, “ansí forasteros como naturales, syn pagar cosa alguna”. Y para ellos, la ciudad pensó pronto en una “casa de estudio” que, propiedad de la ciudad, acogiera a los estudiantes y fuera vivienda del preceptor.
En 1508 se vio la casa del clérigo Juan Martín y los regidores opinaron que “no es buena”. No encontraron la casa adecuada hasta 1528. Empezaron a buscarla un año antes, al tiempo que procuraban en la corte que se diese licencia a la ciudad “para que de los propios de la çibdad se conpre una casa para un estudio donde estudien los estudiantes de la gramática”. Conseguida la licencia, parecía que la mejor opción estaba en unos corrales junta a la huerta de San Francisco aunque finalmente fue otro el lugar elegido, quizás porque aquel no fuera sitio “apartado” como requería la labor a la que habría de destinarse el nuevo edificio.
Antón Sánchez Barco era vecino de Trujillo pero vivía en Madrigalejo. Su casa en la ciudad, en el arrabal, en la “calle que va a Santo Domingo” parecía el lugar idóneo. Los tasadores de ambas partes la valoraron en 200 ducados, de los que Antón Sánchez habría de pagar 3 ducados al escribano Francisco Montejo, inquilino en ese momento de la casa.
La nueva Casa del Estudio, que iniciaba la calle que hoy lleva su nombre, lindaba “con casas de Françisco de Rodas, cura de la yglesia de Santa María desta çibdad e con un huerto e corral de Florençio de Mena, clérigo, e por la otra con otro corral de mí el dicho Antón Sánchez Barco e por delante de las puertas con la calle real que va a Santo Domingo e con una calleja que sube hazia la fortaleza”.
Poco tiempo después, en 1532, el bachiller Castro tenía ya sesenta estudiantes y en opinión del padre guardián de San Francisco, que “estuvo allí sobre çinco oras y que miró y platicó con algunos de los estudiantes”, “los halló buenos e de tal manera que el dicho bachiller haze mucho provecho en los estudiantes”, juicio compartido por el prior de la Encarnación.
Gramática de Nebrija. Edición Sevilla 1532 |
Cuando hubo necesidad de buscar “persona letrada que lea gramática, latín e retórica”, la búsqueda se dirigió a Alcalá de Henares, a Salamanca y a Valladolid. También a Cáceres, Mérida, Alcántara o Plasencia intentando que quienes desempeñaban el oficio en estos lugares tuvieran en cuenta el buen salario que ofrecía Trujillo y acudieran a opositar a la ciudad.
Pocas veces hubo un encargo directo en la contratación de un preceptor (como se hizo a fray Felipe de Meneses, en Alcalá de Henares, en cuyas manos se dejaba la elección en 1558) y los interesados hubieron siempre de pasar por una oposición, o al menos por el escrutinio de los más doctos de la ciudad.
Tampoco ahora habrá de dejarnos el arca sin conocer algunos de esos procesos de selección. El 30 de julio de 1554 se había despedido al preceptor Ojalvo, quizás no satisfecho el concejo con su trabajo. Ninguno de los anteriores preceptores quiso volver a la ciudad y fue necesario hacer llamamientos para que acudieran a Trujillo quienes deseasen ocupar la cátedra durante los tres años siguientes, con un salario de 37500 mrs.
“En este día se proveyó y mandó que la oposyçión de la cátedra de gramática se haga en la sala del ayuntamiento conforme a la orden que se dio al mayordomo en el punto de sillas e vancos para los que an de argüir (...) y que venidos, lea el más moderno en su título primero e arguya el más antiguo primero y por esta orden vayan leyendo e argumentando y que la primera leçión se asyne el día de Todos Santos a las dos y la letura se haga el viernes, día de Finados, a las dos y que los opositores trayan su títulos para el día de Todos Santos a la una para que se vea quién ha de leer la primera e segunda e terçera e asy por su orden e antigüedad...”.
Unos años antes, en 1544, se puso en marcha un proceso similar para contratar a quien había de sustituir al bachiller Pedro de Castro, quizás ya de edad avanzada. En junio, Diego de Tapia fue a Alcalá de Henares con cartas de la ciudad, mientras que Cristóbal de Valencia hizo lo propio a Salamanca. Frailes de la Encarnaçión y de San Francisco (“los más doctos”), clérigos de la ciudad, el letrado del concejo, Diego Velázquez, y el propio preceptor Pedro de Castro constituyeron el tribunal reunido en el ayuntamiento. Las pruebas para decidir la idoneidad de los candidatos se iniciaron por el día de Santiago y concluyeron en la reunión del siete de agosto presidida por el licenciado Béjar, llegado desde Plasencia.
1544, agosto 7. Trujillo
“En la çibdad de Trugillo a syete días del mes de agosto, año del naçimiento de nuestro salvador Ihesu Christo de mil e quinientos e quarenta e quatro años, se juntaron en la sala alta de las casas del ayuntamiento de la dicha çibdad los magníficos señores justiçia e regidores de la dicha çibdad, conviene a saber, el muy magnífico señor Diego Ruiz de Solís, comendador de Villanueva de la Fuente, corregidor en la dicha çibdad e su jurisdiçión por Su Magestad, y los señores Martín de Chaves e don Sancho de Paredes e don Gavriel de Mendoça e Juan Piçarro de Orellana e Bernardino de Tapia e Juan de Solís e Pedro Barrantes e Juan Cortés, regidores de la dicha çibdad, e con ellos quatro frayles de la Encarnaçión de la horden de Santo Domingo, que son frey Gonçalo de Lizan, e frey Gil Velázquez e fray Pedro de Salamanca e fray Tomás de Contreras, e quatro frayles del monesterio de Sant Françisco desta çibdad que son los syguientes, frey Juan de Ávila, guardián de San Françisco e fray Jerónimo de ¿Larrega? e fray Antonio Núñez e fray Martín de Medellín, e otrosy el bachiller Françisco Carrasco y Françisco Sánchez y Juan Tierno e Alonso Larios, clérigos, y el bachiller Diego Velázquez e el bachiller Pedro de Castro y el bachiller Guisado, clérigo, personas nonbradas para dezir su parezer sobre el examen de los oposytores a la cátedra de preçebtor de gramática de la dicha çibdad e juntamente con ellos el liçençiado Béjar, que vino de Plasençia a presidir en el dicho negoçio. E todos ansí juntos, por mandado del dicho señor corregidor juraron en forma de derecho que todos ternán secreto de todo lo que pasare y los dichos frayles dominicos e françiscos de suso nonbrados e declarados e los dichos clérigos de misa juraron en forma poniendo las manos en sus pechos por Dios e por Santa María e por las órdenes que resçibieron y los dichos bachilleres legos juraron por Dios e por Santa María e por las palabras de los santos evangelios e por la señal de la cruz en que pusieron sus manos derechas que votarán en este caso lo más justamente que alcançare, syn afecçión ni parçialidad ni amistad ni enemistad.
Justiçia e regidores
Y luego, por mandado de los dichos señores justiçia e regidores, se escrivieron los nonbres de los quatro opositores en sendos papeles, que son el bachiller Tarragona e el bachiller Alonso de Ayllón Toledano e el bachiller Salvador Gutiérrez e el bachiller Valverde, e los dio e entregó a los dichos frayles e legos suso nonbrados, personas elejidas e nonbradas para dar su pareçer e dar su voto. E escriptos, metieron en un cántaro el nonbre del que les paresçe que devían dar por preçebtor en esta çibdad y los tres en otro cántaro, que son los que quedan escluidos de la cátedra. Y las que quedaron e se metieron en el cántaro donde se echaron las tres siguientes y de las senzillas que se echaron en el otro, el dicho señor corregidor metió la mano y sacó una suerte e nonbre escripto...”.
(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 24.1. Fol. 321v.)
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