9 de enero de 2021

Por el Paseo de la Exposición

   Durante décadas, saltando la frontera del siglo XIX al XX, los habitantes de Trujillo, mantuvieron aquel suceso en el recuerdo y siguieron hablando de él; su relevancia lo convirtió en parte de la memoria colectiva. 

   El Paseo de la Exposición (hoy Emilio Martínez), cerrado con las puertas de hierro que hizo el maestro herrero Damián Toribio Gil en 1890, formó parte durante años del recreo de los trujillanos, que cuidaron con esmero su arboleda. Es posible que, pasado el tiempo, esos mismos trujillanos que disfrutaron de ese recinto, no recordaran qué Exposición dio nombre al paseo. 

   Ocurrió hace algo más de 130 años y el arca se muestra generosa en datos sobre qué pasó y cómo ocurrió; pero también la prensa nacional se hizo eco de aquel acontecimiento en el que Trujillo volvió a ser generosa en sus aportaciones.

   La ciudad y ayuntamiento supieron responder del mejor modo posible en tiempos de dificultad al mandato de otras instituciones porque, como en tantas otras ocasiones a lo largo de su historia, en aquellos momentos se encontraba en tiempos de sequía y escasez. Una situación que afectaba al conjunto de Extremadura a tenor de lo que recogen periódicos como El Liberal y el propio informe que siguió a la celebración. 

   Sucedía en 1882. Era el comienzo de junio, tiempo de feria que ese año en Trujillo sería especial y tendría una resonancia y alcance regional mostrando lo mejor que tenían y sabían hacer los  extremeños.

Memoria de la Exposición.
AMT. Leg.563.28
   Desde 1876, la Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio de Cáceres  tenía entre sus proyectos la realización de una Exposición Provincial que mostrara la producción agrícola y ganadera de la provincia cacereña y fomentara el progreso de la economía provincial. Cuándo y dónde aún estaban por decidir. Cuando finalizaba 1880, la Junta Provincial decide materializar el proyecto y aprueba por unanimidad la propuesta de su presidente, Florencio Martín Castro, de que la exposición superase el ámbito provincial y fuese regional y por ello “nada era en verdad más acertado que elegir la ciudad de Trujillo” como punto donde realizar el evento y ninguna fecha mejor que la feria de junio trujillana, “a la que concurren multitud de productores de ambas provincias, proporcionándoles esta circunstancia grandes facilidades para figurar con sus productos en la Exposición”.

   Decidido el lugar y la fecha, la Junta Provincial comenzó su labor de allegar fondos e implicar a otras instituciones que ayudaran a conseguir el éxito previsto.  Se crearon Comisiones de trabajo y Trujillo, su ayuntamiento, se volcó como otras tantas veces que se solicitó su colaboración. 

   Junio de 1882 era el horizonte para celebrar la que sería primera Exposición Regional Extremeña de Agricultura y Ganadería, que contaría con la concurrencia de las Diputaciones Provinciales, Ministerio de Fomento y Ayuntamiento de la ciudad que la acogería. También su majestad el Rey quiso contribuir con 1.250 pesetas, que se sumaron a las 2.000 pesetas de la Diputación de Cáceres, 2.500 pesetas de la de Badajoz, 5.000 pesetas del Ministerio de Fomento, o las 15.000 pesetas que generosamente aportó el ayuntamiento de Trujillo. No faltaron tampoco otras ayudas de comerciantes de la ciudad y algunos hacendados trujillanos. 

   1881 fue año de trabajos para diseñar la exposición, los productos que debería mostrar,  las condiciones para su inscripción y exposición, los jurados que deberían juzgar su calidad y los premios a los que podrían optar. 

   También en Trujillo su ayuntamiento se dispuso a preparar la ciudad para acoger a visitantes y expositores y lucir orgullosa esos días ante los ojos de toda la región. 

   La Casa de Comedias se acondicionó “para instalar en ella los productos agrícolas y vitícolas de la Esposición regional” mientras para la sección de ganadería el arquitecto municipal, Santiago Rebollar, diseñó un amplio recinto de exposición tras el antiguo convento de dominicos de la Encarnación. 

Premio de la Clase 40: Útiles y aperos agrícolas
AMT. Leg. 563.28

   “Siendo el país esencialmente ganadero, la primera sección será la más importante y por lo tanto en ella hemos fijado toda nuestra atención en lo que á nosotros atañe”, estando listo el proyecto, para su contratación en marzo de 1882. Se diseñaba un rectángulo de 234 metros de largo por 45 metros de ancho en el que se construirían las casetas o jaulas de madera para el ganado mayor y espacios separados con cuerdas para el ganado menor.  En el centro, un pabellón en el que se centraría la actividad “social” para el jurado. Dos pilares “de estilo moderno que sostiene un jarrón” cerrarían el recinto, decidiendo el arquitecto no realizarlos en madera sino en piedra para que se mantuvieran una vez pasada la Exposición.

   Y así llegó el 2 de junio y la prensa nacional nos traslada lo vivido por los trujillanos, expositores y visitantes:

   “Dicen de Trujillo, que á las diez de la mañana de hoy, el gobernador civil de la provincia de Cáceres, en nombre del Gobierno de S.M. ha declarado abierta la exposición regional extremeña cuyo solemne acto se ha realizado con la mayor brillantez y asistencia de todas las autoridades, de diputados y senadores, siendo victoreado con entusiasmo S.M. el Rey. La Exposición está concurridísima y lucida”. (El Debate. 3/6/1882)

   Fuera su éxito mayor o menor, para la ciudad se abrió un nuevo espacio de paseo y ayudó a crear un nuevo eje de expansión que, ya en los años veinte del siguiente siglo sería ocupado lentamente por construcciones pero aún conservando el recuerdo, en el nombre, de aquel momento en que,  a su manera, Trujillo, la ciudad ubicada casi geográficamente en el centro geográfico regional, quiso -y lo consiguió- ser un referente de la Extremadura de finales del ochocientos con un tipo de eventos que en Europa y España se vinculaban a los grandes adelantos de la civilización del momento.


1882, marzo 15. Trujillo




(Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 1088.30)