El arca muestra con generosidad los retazos del tiempo, pero
en ocasiones parece esquiva a ciertas búsquedas. La dificultad no radica en que la documentación haya desaparecido,
sencillamente no se ha generado. A lo largo del tiempo extenso que atesora el
arca, determinadas referencias y grupos sociales –aun cuando supongan el
cincuenta por ciento de su composición- se han considerado escasamente
relevantes y menos aún desde el punto de vista de las decisiones que trascienden
a su tiempo, se trasladan, reflejan y conservan.
La presencia documental de la mujer es extremadamente escasa
en el arca, pese a su importancia y peso
real en la vida cotidiana y en el propio mantenimiento de la estructura social.
Si tratamos de ahondar en el tiempo y la documentación, encontraremos que el
concejo, avaro en su ansias de poder masculino, responde a lo largo de la
historia a los mismos patrones de la sociedad de su tiempo. Limitada la mujer
fundamentalmente a las “tareas” de la casa, es muy escasamente sujeto de cualquier
otra atención, si no es por su relación con el varón como madre, hija, esposa o
viuda de.
En nuestro arca más antigua de tiempos medievales, podemos
encontrar algunos documentos firmados por su católica majestad Isabel. Pero más allá de ello, la presencia y
existencia de la mujer aparece vinculado a tareas, actividades y oficios a los
que se las constriñó. Monjas y beatas, recatonas y panaderas, prostitutas y parteras son la
menguada nómina de aspectos en los que nos aparecen. Tan solo en ellos la
sociedad del momento las considera, de uno u otro modo, de importancia o
“necesarias”.
Su presencia documental en esos aspectos resalta aún más su
ausencia en el resto. Incluso cuando aparecen y reflejan la “preocupación” del
concejo por algún tema como es la salud y el cuidado del cuerpo, también lo
harán estableciendo claramente su papel, constriñéndolas a tareas propias de
mujer. Las mujeres serán parteras, pero físicos y médicos, cirujanos y
boticarios serán oficios reservados a hombres.
“Este día los dichos señores mandaron que se pregone que
ninguna muger no use de física ni çirujana, so pena de dos mil mrs. a las que
tuvyeren byenes y a las que no, çien açotes”.[1]
La presencia femenina queda reducida en ese ámbito a la atención
de algo que tan solo las mujeres pueden hacer, parir. Y es en la atención en el
parto en la que se les deja ese escaso y doble protagonismo.
Escudriñando en los
libros de cuentas, una inagotable fuente de información del devenir de la
ciudad, encontramos la presencia de una de esas “ausentes”, aunque como en
otras ocasiones similares, no será su voz la que recoja el documento. Un varón,
su marido, deberá hablar por ella.
1685, enero 27. Trujillo
Diego
de Lara, residente en esta ciudad, digo que María Muñoz, mi muxer, es comadre
examinada por Antonia González, comadre de esta ciudad de Plasencia, y aprovada
por los médicos de dicha ciudad y fue reçivida en el exerçiçio por su
ayuntamiento; y aora, por aver muerto la que vuestra señoría thenía en ésta y
ser con aprovaçión grande, pido y suplico a vuestra señoría se sirva de
admitirla a la dicha María Muñoz, mi muxer, en el exerçiçio de comadre,
mandando se le de el salario o ayuda de costa que vuestra señoría fuere servido,
que en todo reçiviré merçed de la grandeza de vuestra señoría.
Diego de Lara
(rúbrica)
La
justiçia y rejimiento de la mui noble y mui leal ziudad de Truxillo, mandamos a
Antonio Delgado, nuestro maiordomo de propios, que de los maravedís de su cargo
de y pague a Diego de Lara, residente en esta ciudad, como marido y conjunta
persona de María Muñoz, zien reales que por nuestro aquerdo de este día le
están librados y mandados pagar por una bez para ayuda a la costa de mudar su
ropa a esta ciudad, donde biene a residir para ejercitar en ella el ofizio de
comadre y partera, que con ésta y su recivo, de que se a de tomar la razón por
el lizenziado Carlos Durán, nuestro contador, se le arán buenos en su quenta.
Truxillo y henero, veinte y siete de mil y seisçientos y ochenta y çinco años.
Licenciado Don Joan
Manuel Çervantes Calderón (rúbrica)
Don García Antonio de
Alarcón Orellana (rúbrica)
Don Miguel de Heraso
Tapia y Paredes (rúbrica)
Por aquerdo de la muy
noble y muy leal ciudad de Truxillo
Juan Lovo Serrano
Emilio Herreros Estevan. Puerta del Triunfo. Fondo Fotográfico del Museo de Cáceres |