En este agosto extraño de olas de calor, lluvias inesperadas
e incendios destructivos, los trujillanos cerrarán el mes cantando la Salve a
su Virgen.
Calor y fiesta es lo que recuerdan y han vivido los más
jóvenes, mientras que quienes ya pintan canas tienen en su mente otras fiestas
“más fresquitas”. Porque durante muchos años fue en octubre cuando Trujillo festejaba a su
Patrona. Pero hubo un año en que la ciudad hubo de esperar para rendir culto a
la Virgen de la Victoria.
La fiesta fue en realidad como la de años anteriores y casi
igual que serían las de los siguientes: novena en San Martín a las cinco de la
tarde; rezo del rosario y canto de la Salve-himno a la patrona con la banda
municipal en la noche del sábado; acto cívico-religioso el domingo de la
fiesta, a las nueve de la mañana, con asistencia de la Corporación municipal e
invitados al acto. “A la terminación de la fiesta hubo en el templo vivas para
la Virgen y Corporación municipal”, dicen las crónicas de La Opinión.
Se cerraron los actos religiosos el domingo por la tarde, a
las cuatro, con el canto de Completas y procesión con la imagen pequeña que se
guardaba en San Martín por los alrededores de la Plaza Mayor.
Los invitados al acto religioso fueron ese año agasajados,
como era tradición, en el Ayuntamiento, cuyo alcalde, don Antonio Nevado
Bejarano, invitó a café y cigarro (ya por la tarde y en el Círculo de la
Amistad) a los jóvenes músicos de la Banda municipal. Dos conciertos ofreció ese
año su director, el señor Durán, para deleite de los trujillanos: la tarde del
sábado, de 7 a 9 y la mañana del
domingo, a partir de las 11 y media.
¿Qué tuvieron entonces de especiales?. Pues que ese domingo,
mientras que en San Martín el joven sacristán-organista de la parroquia, Sebastián
Díaz Quiles, dirigía la capilla de música y don Antonio Orozco Campomanes,
capellán de las Jerónimas y párroco de la Magdalena, pronunciaba un “elocuente
discurso histórico enalteciendo la fé de nuestros mayores hacia la Virgen”, en
la iglesia del cercano convento de Santa Clara, su capellán don Juan Tena
enaltecía “con escogida oratoria” las glorias de María Inmaculada.
Porque no fue en octubre, ni tampoco en noviembre, cuando
los trujillanos pudieron ese año celebrar a su patrona y su fiesta, una
celebración que a punto estuvo de no celebrarse.
Fue el año 1918, como cuenta el arca, el de la “grippe”, una
historia que el arca sacará en otro momento.
Hasta el mes de septiembre nada fue diferente a otros años,
aunque las noticias de la epidemia ya circulaban por el país desde mayo. En la
feria de ganado de septiembre hubo novillada, cine y música en la plaza y
bailes en el Liceo y el Casino, pero las clases en las escuelas de la ciudad no
se iniciaron en octubre.
Subida de la Virgen de la Victoria al castillo. 18/10/1953. Foto Caldera |
El día 8 de octubre, mes en el debían celebrarse las fiestas
patronales, la corporación trujillana tomó las medidas que la situación
aconsejaba, intentando reducir al máximo las concentraciones de personas que
pudieran favorecer el contagio. Así, no solo decidió suspender los mercados
semanales de los jueves y los domingos sino además ordenar la desinfección de
“todos los locales donde haya aglomeración de público, incluso los templos, de
acuerdo con el clero”. Debía solicitarse a los párrocos “que mientras dure el
estado sanitario actual, procuren reducir las funciones del culto á los
extrictamente indispensables, para evitar la aglomeración de público en los
templos”. Y claro, festejar a la Patrona supondría un riesgo que Trujillo no
podía permitir, pero esperaron hasta el día 20 para retrasar las fiestas.
Ya acabando noviembre, reiniciadas las clases y alejado el
peligro, el ayuntamiento atendió al informe de la Junta de Sanidad, que consideró
que, pese a los casos aún existentes, el peligro de una “reinvasión epidémica”
era pequeño.
Quizás el temor de los fieles a la gripe hiciera que la
asistencia a los actos religiosos no fuera la acostumbrada, pero, aunque tarde,
en 1918 los trujillanos celebraron un año más –en esa ocasión en diciembre- las
fiestas de su Virgen de la Victoria.
1918, octubre 20.
Trujillo.
Fiestas
religiosas. Después de ligera discusión, se acuerda autorizar á la Presidencia,
para que se ponga de acuerdo con el Sr. Arcipreste, sobre la fecha en que haya
de celebrarse la fiesta que anualmente se celebra en honor de Nuestra Excelsa
Patrona la Santísima Virgen de la Victoria, después que haya desaparecido la
epidemia de la grippe.
1918, noviembre 26. Trujillo.
Fiestas
religiosas. Se autoriza al Sr. Alcalde, para que se ponga de acuerdo con el Sr.
Arcipreste, para que se celebre la
fiesta de la Santísima Virgen de la Victoria el día 8 de Diciembre próximo.
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